Jaén /
20 de junio de 2022

El coste social de la energía verde

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Remedios Valseca / Fundación Descubre

Un equipo de investigación de la Universidad de Jaén ha analizado por primera vez el efecto que tendría a nivel social la instauración de una de las actuales alternativas a los productos derivados del petróleo. Los expertos complementan, así, los estudios técnicos, económicos y medioambientales en la introducción de nuevas alternativas sostenibles en los sectores químico, energético y del transporte. 

Vivimos un tiempo en el que hablar de los Objetivos de Desarrollo Sostenible es una necesidad en todos los aspectos de la vida. Las políticas de los países y las acciones de la ciudadanía se orientan para convertir el planeta en un mundo donde los derechos sean iguales para todos sus habitantes y donde se asegure su sostenibilidad.

Aún así, cuando se evalúa la implantación de nuevas medidas que mitigan el daño que se hace al planeta, por ejemplo, no se incluyen estudios que valoran si es a costa de otros derechos o si puede ser motivo de algún tipo de desigualdad. Por otro lado, la economía, la sostenibilidad y los derechos sociales y ciudadanos pueden entrar en conflicto en ocasiones. Por eso, se hace necesario analizar en profundidad el alcance de la puesta en marcha de cualquier acción para asegurar que es la más idónea en el camino hacia el cumplimiento de la Agenda 2030 de una manera real.

En esta línea, un equipo de investigación de las universidades de Jaén, la Rey Juan Carlos de Madrid y el Instituto Madrileño de Estudios Avanzados ha realizado el primer estudio que considera la repercusión en las condiciones sociales en el proceso de instauración del metanol verde, un producto químico renovable menos contaminante que su análogo de origen fósil y con múltiples aplicaciones. El trabajo, publicado en la revista Science of The Total Environment, explora todo el ciclo del proceso de producción para detectar los riesgos sociales de cada una de las fases, incluyendo la valoración de salario justo, si existen trabajos forzosos, la discriminación de la mujer, el gasto en salud, la promoción de la responsabilidad y la contribución al desarrollo económico local.

La producción del metanol verde es más sostenible al no necesitar de fuentes fósiles.

Los expertos inciden en que es una alternativa de gran potencial para descarbonizar la industria química y otros sectores. Además, destacan su versatilidad de uso como materia prima, combustible o vector energético. También recalcan las múltiples posibilidades que ofrece al ser líquido a temperatura ambiente. De este modo, puede almacenarse y transportarse fácilmente. “Aún así, planteamos la necesidad de continuar mejorando su producción para lograr una mayor rentabilidad, tanto económica, como ambiental y social”, indica a la Fundación Descubre el investigador de la Universidad de Jaén Ángel Galán, autor del artículo.

Una cadena de suministros compleja

Los investigadores han partido de una situación hipotética de instalación de una planta de metanol verde en Estados Unidos y han considerado la participación de países como China, México, Canadá o Taiwán, donde tendrían lugar actividades claves de la cadena de valor y de donde proceden algunos de los materiales precisos para su producción.

El investigador de la Universidad de Jaén Ángel Galán, autor del artículo.

Por ejemplo, los expertos han evaluado el riesgo social que supone el uso de aerogeneradores y otros equipos dentro de la cadena de producción. China y otros países asiáticos son los principales proveedores de componentes eléctricos como inversores, generadores y semiconductores. “Además, domina el mercado de tierras raras como el neodimio y disprosio, que son componentes fundamentales de las turbinas eólicas por lo que se hace necesario contar con la importación de sus minerales. Esto implica que los impactos vendrán determinados por las condiciones sociales y laborales en este país, menos favorables en algunos de los criterios estudiados”, añade el investigador.

Según los resultados obtenidos, plantean la necesidad de establecer mejoras para conseguir una mayor eficiencia general del sistema. Concretamente, proponen una mejora de eficiencia en el proceso mediante el uso de fuentes alternativas de dióxido de carbono e hidrógeno, por ejemplo, que requieran menos energía y equipos o bien mejorar las condiciones en los países suministradores o, en su defecto, la búsqueda de nuevos proveedores en lugares y sectores con niveles de riesgo nulo, es decir, con situaciones sociales y laborales de alta calidad.

Como ciudadanos, hay pequeñas acciones que también contribuyen a la consecución de los ODS: reciclar, dar una segunda vida a un artículo, reducir el consumo de agua o electricidad, eliminar tópicos que fomentan las desigualdades o, también, mirar en la etiqueta de los productos que adquirimos dónde se han realizado para asegurar que no favorecemos las inequidades sociales que pueden darse en ciertos países o regiones. Con gestos como este último, por ejemplo, nuestra rutina contribuye a que disminuya el riesgo social.

El reto marcado por el planeta para 2030 sólo será posible si hay una economía sostenible y respetuosa con el medio ambiente, por un lado, y si son respetados los derechos y libertades de las personas, independientemente de su origen y situación.

Más información: Evalúan el impacto social de la implantación del metanol verde como alternativa al de origen fósil


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