El 69% de las empresas familiares vieron disminuir sus ingresos por la Covid19
Fuente: Universidad de Jaén
La COVID-19 ha puesto a prueba la resiliencia de las empresas familiares, ya que, a nivel global, un 69% por ciento han visto disminuidos sus ingresos con respecto a los niveles que registraban antes del estallido de la pandemia. Así lo refleja el ‘Informe de Empresa Familiar 2021: recuperación y crecimiento’, elaborado por KPMG España, la Cátedra de Empresa Familiar de la Universidad de Jaén, la Cátedra de Empresa Familiar de la Universidad de Valencia y el Departamento de Dirección de Empresas y Sociología de la Universidad de Extremadura, en colaboración con el consorcio internacional STEP Project y el Instituto de la Empresa Familiar.
La COVID-19 ha puesto a prueba la resiliencia de las empresas familiares, ya que, a nivel global, un 69 por ciento han visto disminuidos sus ingresos con respecto a los niveles que registraban antes del estallido de la pandemia. Así lo refleja el ‘Informe de Empresa Familiar 2021: recuperación y crecimiento’, elaborado por KPMG España, la Cátedra de Empresa Familiar de la Universidad de Jaén, la Cátedra de Empresa Familiar de la Universidad de Valencia y el Departamento de Dirección de Empresas y Sociología de la Universidad de Extremadura, en colaboración con el consorcio internacional STEP Project y el Instituto de la Empresa Familiar.
Dicho informe pone de manifiesto que el compromiso y la agilidad han sido los dos elementos más importantes de la respuesta a esta crisis de las empresas familiares españolas. Compromiso con el bienestar de sus empleados y con sus proveedores y clientes estrechando su relación. Las empresas familiares han sido capaces de mantener el 93% de los puestos de trabajo de sus empleados durante la crisis. Asimismo, un 77% de las mismas destaca la puesta en marcha de mecanismos para ayudar a sus equipos a gestionar el estrés generado por la pandemia, mientras que un 52% indica haber implantado de forma general soluciones de teletrabajo. También han tenido que reorganizar procesos internos, y revaluar los acuerdos con clientes, proveedores y acreedores. Así, dos de cada tres empresas familiares destacan que la relación con sus proveedores y clientes les está ayudando a recuperarse, lo que demuestra el fuerte vínculo y el espíritu colaborativo que existe entre ellos.
La incertidumbre generada por la pandemia incidió directamente en su facturación, si bien las empresas familiares han demostrado gran agilidad para hacer frente a este problema, implementando rápidamente acciones de control y reducción de costes. Los costes han sido controlados a través de medidas como la reducción de la jornada, el acogimiento a programas de ayuda estatales y ajustes en la retribución de los ejecutivos, promoviendo métodos alternativos de compensación. No obstante, una de cada cuatro compañías familiares ha mantenido sus ventas y un 12% incluso las ha incrementado (un 5% porque han sido capaz de adaptar su producto al nuevo entorno, un 4% porque se han adaptado a la emergencia sanitaria y un 3% porque han sabido responder a las nuevas necesidades del mercado).
El tamaño, la antigüedad o el número de generaciones implicadas hacen a las empresas familiares españolas diferentes unas de otras, provocando también que se hayan decantado por distintas estrategias para su recuperación.
Asimismo, el informe destaca tres líneas estratégicas: estrategia basada en la responsabilidad social, estrategia de transformación del negocio y estrategia de cautela. La estrategia basada en la responsabilidad social se caracteriza por estar orientada al bienestar común y a satisfacer las necesidades de los stakeholders (empleados, clientes, proveedores y comunidades). Esta estrategia se articula en torno a los valores de la empresa familiar y tiene como objetivo mantener su reputación, siendo la más utilizada por las empresas familiares en España y a nivel internacional. Las empresas que se decantaron por una estrategia de transformación del negocio, una vez reaccionaron frente a los primeros efectos de la COVID-19, comenzaron, de forma proactiva para garantizar el crecimiento y la adaptación del negocio a un entorno cambiante, a implantar nuevas medidas financieras, crear nuevos productos, explotar nuevos mercados o aplicar nuevas tecnologías. Algunas de estas decisiones ya se estaban valorando antes de la pandemia, pero la irrupción de la COVID-19 aceleró su puesta en marcha. Finalmente, la estrategia de cautela se sustenta en comprender el impacto generado por la pandemia en el negocio y en el sector, así como en analizar la respuesta de los competidores a sus efectos. Las compañías familiares que han optado por esta estrategia, una de cada cinco, han mostrado una especial preocupación por la retención del talento y el bienestar de sus empleados.
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