Málaga /
15 de febrero de 2021

El alcohol ‘deja huella’ en zonas del cerebro adolescente relacionadas con el control de las emociones

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Amalia Rodríguez / Fundación Descubre

La ingesta de esta bebida altera partes de este órgano vinculadas a la respuesta emocional, inadvertidas en la etapa joven que sí se manifiestan en la edad adulta. Así lo ha confirmado un equipo del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA), que ha comprobado en ensayos con ratas jóvenes cómo influye su consumo en el sistema que regula el equilibrio interno del organismo y su relación con mecanismos ligados al dolor, la ansiedad, el estrés y la depresión, entre otros. 

El consumo de alcohol suele iniciarse en España alrededor de los 13 años. En cifras, el 75% de los adolescentes de entre 14 y 18 años ha tomado bebidas alcohólicas alguna vez en su vida. 6 de cada 10 se han emborrachado alguna vez y 1 de cada 3 lo ha hecho en los últimos 30 días. Son datos del ‘Informe 2018 Alcohol, tabaco y drogas ilegales en España’ del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, una encuesta sobre el uso de drogas en las Enseñanzas Secundarias.

Según una encuesta nacional del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, el 75% de los adolescentes de entre 14 y 18 años ha tomado bebidas alcohólicas alguna vez en su vida.

Además de producir graves efectos sobre su salud física, psíquica y social, el alcohol afecta principalmente al desarrollo del cerebro de los adolescentes, provocando dificultades de aprendizaje y memoria debido al etanol que contienen todas las bebidas alcohólicas.

Como cualquier órgano, el cerebro también tiene “memoria” y durante la etapa de desarrollo es aún más vulnerable. Por esta razón, un equipo de expertos del área de Neuropsicofarmacología del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA), en colaboración con el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) de Barcelona, ha sentado las bases para definir cómo influye la ingesta de etanol en la respuesta cerebral a nivel emocional.

Equipo de investigación del IBIMA responsable del estudio.

El resultado de su estudio, publicado en la revista European Neuropsychopharmacology, refleja que el consumo voluntario de alcohol afecta la expresión de un importante sistema de transmisión denominado endocannabinoide. Concretamente lo hace en dos zonas cerebrales, el hipocampo y la corteza cerebral, asociadas con el aprendizaje, la memoria y la toma de decisiones. Además, resultan clave en el desarrollo de adicciones. La alteración de este sistema podría estar relacionado con el estado emocional negativo producido por la abstinencia generada y potencia además la aparición de signos de ansiedad.

Tras realizar ensayos in vivo con ratas jóvenes, los investigadores han demostrado que tomar de forma voluntaria alcohol durante la adolescencia produce alteraciones significativas de conductas emocionales que se observan en edad adulta. Además, se manifiestan cambios en regiones del circuito cerebral responsable de la adicción que marcarán el tipo de respuestas y reacciones durante la etapa adulta. “En la etapa adolescente, el desarrollo cerebral está aún en fase de maduración y, por tanto, es muy sensible a los efectos que pueda provocar el alcohol y la forma en que se consuma. Entre los jóvenes el patrón de consumo habitual suele ser de borrachera o atracón, y estas cantidades excesivas de alcohol en un corto período de tiempo se ha vinculado con la aparición de alteraciones emocionales y déficit cognitivo en etapas posteriores”, explica a la Fundación Descubre la investigadora del IBIMA Antonia Serrano, autora del estudio.

La investigadora del IBIMA Antonia Serrano, autora del estudio.

Estudio de cerebro y plasma

Junto con las pruebas para analizar el comportamiento emocional, la actividad locomotora y la capacidad de atención y memoria tras el consumo de etanol, los expertos realizaron un estudio postmortem a las ratas adultas, extrayendo partes del cerebro y plasma de la sangre. En estas muestras examinaron la expresión genética del sistema endocannabinoide, un conjunto de señales y proteínas que participa en la regulación de procesos relacionados con comportamiento y adicción, mediante una PCR a tiempo real.

Por un lado, analizaron tres partes del cerebro -corteza, amígdala e hipocampo- que forman parte del circuito cerebral de recompensa- responsable de respuestas y conductas encaminadas a la supervivencia, así como de la búsqueda de placer y bienestar. El sistema endocannabinoide controla el buen funcionamiento de este circuito en dichas regiones cerebrales.

Al mismo tiempo, analizaron el plasma sanguíneo para medir los niveles de señales endocannabinoides que actúan como marcadores o sensores de lo que sucede en el cerebro. “Con estos análisis observamos que las ratas que habían consumido alcohol en edad adolescente presentaban cambios importantes en la expresión del sistema endocannabinoide en la corteza prefrontal y el hipocampo. Estos cambios podrían estar detrás del estado emocional negativo que se produce durante la abstinencia, con la aparición de síntomas de ansiedad. Además de los cambios en el cerebro también pudimos observar cambios en los niveles de estas señales en el plasma”, argumenta la científica.

Ejemplares de ratas Winstar empleadas en los ensayos ‘in vivo’ del estudio.

Tras estos hallazgos, los expertos continúan avanzando en esta línea de investigación para averiguar cuál es el papel de este sistema en las consecuencias que tiene la ingesta de alcohol en etapas tempranas y hasta qué punto los cambios que se producen son reversibles en la edad adulta. El abuso de alcohol durante la adolescencia puede dejar tal huella en el funcionamiento del cerebro que puede condicionar la capacidad de desarrollarnos plenamente como adultos.
Más información en #CienciaDirecta: El consumo de alcohol en la adolescencia altera zonas cerebrales relacionadas con el comportamiento emocional.


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