Edificios en Doñana que actúan como refugio duradero de vegetación rara en el espacio protegido
Un equipo de investigación de la Universidad de Sevilla concluye que el efecto de las construcciones en este entorno se extiende sólo sobre su área circundante, pero permanece durante varias décadas. Las plantas introducidas por la acción humana no invaden el parque natural, a menos que haya alteraciones en los ecosistemas.
Los orígenes del Palacio de Doñana se remontan a 1585, cuando el VII duque de Medina Sidonia ordena la construcción de un lugar que sirviera de residencia para su esposa, doña Ana de Silva. Además de esta construcción, a lo largo del siglo XX se edificaron pequeñas viviendas aisladas que fueron habitadas por pastores y guardabosques hasta su abandono, por lo que la actividad humana en la reserva biológica ha sido permanente durante siglos.
La presencia de pequeñas poblaciones, granjas, cabañas para pastores, hoteles o pequeños centros de visitantes forman parte de la naturbanización, un término que describe los procesos de urbanización en áreas naturales protegidas o alrededores, motivados por su valor medioambiental y cultural. En el caso del Parque Nacional de Doñana existen doce edificios y aunque su presencia podría modificar la biodiversidad de estos entornos naturales, los expertos señalan que apenas se ha intentado describir la composición y características de la vegetación asociada. En el marco de un proyecto para analizar los efectos de estos procesos en el Parque Nacional de Doñana y alrededores, el grupo de Ecología de Sistemas Agrarios, Ganaderos y Forestales del Departamento de Biología Vegetal y Ecología de la Universidad de Sevilla analizó la vegetación asociada al Palacio y otras cinco edificaciones aisladas dentro del parque nacional.
Los investigadores han demostrado que las edificaciones aisladas actúan como refugio para las especies vegetales adaptadas a fuertes perturbaciones e invasoras que permanecen a su alrededor pero no se extienden al resto del entorno. “Queríamos evaluar si las edificaciones estaban afectando a la composición de la vegetación y su diversidad, además de comprobar si las casas estaban rodeadas de una flora particular y sus características”, comenta a la Fundación Descubre el investigador de la Universidad de Sevilla, José Carlos Muñoz.
Además, los expertos concluyeron que las comunidades vegetales analizadas se caracterizan por ser especies cosmopolitas, es decir, con amplia distribución geográfica y ruderales, propias de lugares con fuertes perturbaciones provocadas por el ser humano. También observaron mayor riqueza de especies con estas características en los edificios abandonados que en los habitados, un hecho que atribuyen a los efectos negativos de la presencia humana y su actividad.
Por otro lado, los investigadores detectaron que existen pocas especies exóticas asociadas a estos edificios. “En Doñana, a diferencia de otros espacios protegidos, el acceso es muy restringido. Pensamos que esto favorece la falta de especies exóticas que la acción humana suele transportar con su actividad”, comenta el investigador.
Los resultados del estudio arrojaron otra conclusión: los cambios en la vegetación asociados a los edificios de Doñana se mantienen, al menos, 40 años después de su abandono. Los investigadores lo relacionan con los cambios de suelo producidos por los materiales de construcción, que generan un microambiente que favorece ese efecto temporal. De esta manera, los asentamientos actúan como refugio duradero para especies de plantas raras en el resto del espacio protegido, que permanecen cerca de los edificios sin invadir los alrededores a menos que se produzca una gran perturbación.
En ese sentido, los expertos advierten que la demolición de los edificios abandonados podría generar grandes alteraciones en el ecosistema que beneficiarían la propagación de especies invasoras. “Es posible que el derribo cause más daño que su conservación. Sería necesario considerar diferentes opciones de uso de estas construcciones que, además de tener valor patrimonial e histórico, son utilizadas como refugio por aves y otros animales”, advierte el investigador. En el caso del Palacio de Doñana, a lo largo de los siglos sirvió como pabellón de caza, residencia y hoy en día alberga la sede de la Estación Biológica de Doñana gestionada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). De este modo la historia del edificio continúa, esta vez ligado a la ciencia y en armonía con la conservación del área natural.
Más información en #CienciaDirecta: Demuestran que los edificios en Doñana actúan como refugio duradero de vegetación rara en el resto del espacio protegido
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