Estudios recientes muestran que uno de cada siete reclusos de prisión tiene, al menos, un trastorno psiquiátrico, y que éste repercute de manera negativa sobre la salud y comportamiento presente y futuro de los reclusos y dispara el gasto sanitario. Un estudio de la Universidad Pablo de Olavide evalúa la viabilidad y efectos de una intervención mediante ejercicio físico en reclusos de prisión con trastornos psiquiátricos del Hospital Psiquiátrico Penitenciario de Sevilla, convencidos de que se deberían realizar esfuerzos para mejorar la prevención y tratamiento de los trastornos psiquiátricos en estos entornos.
Investigadores de la Universidad Pablo de Olavide han llevado a cabo un estudio en el que han demostrado cómo el ejercicio físico aporta beneficios para la salud en reclusos de prisión con trastornos psiquiátricos.
La investigación, llevada a cabo por Javier Bueno Antequera, Miguel Ángel Oviedo Caro y Diego Munguía Izquierdo, miembros del grupo ‘Actividad física, salud y deporte’ (CTS 948) de la UPO, ha sido publicada en la revista académica Clinical Rehabilitation.
Según estos investigadores, un amplio y robusto cuerpo de evidencia demuestra de manera inequívoca que la actividad física y ejercicio regular proporcionan beneficios para la salud física y mental en población general y múltiples poblaciones especiales y clínicas, tales con las personas con trastornos psiquiátricos. Sin embargo, según los autores de esta investigación, no existía ningún estudio anterior sobre ejercicio físico en reclusos de prisión con este tipo de trastorno.
Además, los investigadores apuntan que recientes estudios muestran que uno de cada siete reclusos de prisión tiene, al menos, un trastorno psiquiátrico, y que éste repercute de manera negativa sobre la salud y comportamiento presente y futuro de los reclusos y dispara el gasto sanitario. Convencidos de que se deberían realizar esfuerzos para mejorar la prevención y tratamiento de los trastornos psiquiátricos en estos entornos, estos profesores llevaron a cabo el Proyecto PsychiActive, en el que evaluaron la viabilidad y efectos de una intervención mediante ejercicio físico en reclusos de prisión con trastornos psiquiátricos del Hospital Psiquiátrico Penitenciario de Sevilla.
Los participantes del estudio fueron distribuidos de forma aleatoria a grupo de intervención (ejercicio físico y tratamiento habitual) o grupo control (tratamiento habitual). El programa de ejercicio se realizó a lo largo de 12 semanas, fue diseñado y supervisado por los educadores físico-deportivos Javier Bueno Antequera y Miguel Ángel Oviedo Caro, e incluyó tres sesiones grupales a la semana de ejercicios aeróbicos y de fuerza de intensidad moderada a alta. Se registró la tasa de reclutamiento, asistencia, persistencia, abandono, así como los motivos de no asistencia y abandono. Otras variables de interés fueron la condición física y medidas antropométricas.
Una de las conclusiones que observaron los investigadores es que la intervención produjo beneficios sustanciales en la condición física cardiorrespiratoria, fuerza muscular, y medidas antropométricas. “Con la contundente evidencia científica actual acumulada no prescribir ejercicio físico a pacientes físicamente debilitados debería ser una negligencia”, argumenta el profesor Diego Munguía.
Por otro lado, otra de las conclusiones que extrajeron fue que un poco más de la mitad de los sujetos asignados al grupo de intervención participaron en el programa de ejercicio físico. En este sentido, Javier Bueno Antequera afirma que “en línea con la evidencia científica y sentido común, resulta clamorosa la necesidad de considerar a educadores/as físico deportivos/as cualificados para minimizar la tasa de abandono y optimizar los efectos beneficiosos del ejercicio físico”.
Según los investigadores, este estudio podría ayudar a aumentar la conciencia de los profesionales de la salud sobre la importancia de considerar el ejercicio como medicina en medio penitenciario y alentar a la comunidad científica a investigar más sobre este tema. Las implicaciones derivadas de esta investigación podrían ser acerca de cómo involucrar a esta población particular en la realización de ejercicio físico regular. “Una aplicación práctica para la viabilidad de los futuros programas de prescripción de ejercicio físico orientado a la salud es la importancia de que dichos programas sean implementados derivando a los pacientes a los centros deportivos o a unidades incorporadas en los propios centros sanitarios”, concluye Miguel Ángel Oviedo Caro.
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