Investigadores de la Universidad de Granada señalan que las mujeres tienen un sistema termoregulatorio mucho más eficiente que los hombres en respuesta a la comida. En una sala con la misma temperatura, ellas sienten más frío que ellos en condiciones basales y después de una comida. En el estudio, que publica la revista Clinical Nutrition, participaron 104 hombres y mujeres, a quienes se midió la temperatura cutánea antes y después de comer.
¿Por qué muchas mujeres sienten frío inmediatamente después de terminar de comer, y a la mayoría de los hombres no les ocurre lo mismo? Investigadores de la Universidad de Granada (UGR), pertenecientes al Instituto Mixto Universitario de Deporte y Salud (IMUDS), han demostrado por primera vez que este hecho tiene una explicación científica.
Hoy en día es conocido dentro de la literatura científica que el realizar una comida provoca un incremento en el gasto energético de las personas. A la misma se vez se produce un aumento de la temperatura corporal, del inglés thermic effect of food. La mayoría de estudios se han centrado hasta la fecha en estudiar el incremento en gasto energético y no tanto en que ocurre con la temperatura corporal en respuesta a una comida.
En este estudio de la UGR, publicado en la revista Clinical Nutrition, participaron un total de 104 (36 hombres y 68 mujeres) adultos jóvenes, con edades comprendidas entre 18 y 25 años, residentes en Granada.
Todos ellos acudieron en ayunas a las 8 de la mañana al centro de investigación, donde se le colocaron un total de 17 sensores térmicos cutáneos (denominados iButtons) repartidos por diferentes partes del cuerpo para poder así estimar diferentes parámetros de temperatura cutánea, analizados con un programa desarrollado en la UGR (Temperatus Software: http://profith.ugr.es/temperatus).
Los participantes se tumbaron en una cama durante media hora en reposo, a una temperatura termoneutral, donde se les estimó por calorimetría indirecta el gasto metabólico basal. A continuación, se les ofreció a cada participante un batido energético (50% carbohidratos, 35% grasas y 15% proteínas) ajustado individualmente al 50% del gasto metabólico basal.
Sensación térmica
“Tras la ingesta de dicho batido, los participantes permanecieron tumbados en una cama durante 3 horas y 20 minutos donde apenas se movieron. Cada hora hicimos un parón para preguntarle a cada participante cuál era su sensación térmica en diferentes partes del cuerpo”, explica el autor principal de este trabajo, Borja Martínez Tellez.
En todos los participantes se observó un incremento de la temperatura media y proximal de la piel durante la duración de la prueba. “A la misma vez, observamos en todos los sujetos que se produjo una vasoconstricción periférica de las manos durante la primera hora y posteriormente se observó una vasodilatación periférica. Todos estos patrones fueron mayores en mujeres que en hombres, independientemente de la composición corporal de los individuos”, explica el investigador de la UGR.
Es decir: en las mujeres se observó un mayor incremento de la temperatura media y proximal y, a la misma vez, una mayor vasoconstricción durante la primera hora y una mayor vasodilatación sobre el resto de horas en comparación a los hombres.
Frío en manos y pies
“Paralelamente, también comprobamos que las mujeres percibieron más frío que los hombres, especialmente en las manos y en los pies. Ambos sexos durante el desarrollo del test sintieron más calor, pero siempre las mujeres percibieron un poco más de frío. Cabe destacar que la temperatura de la sala fue siempre la misma”, señala Martínez Tellez.
A la luz de estos resultados, los investigadores de la UGR señalan que, en definitiva, parece ser que las mujeres tienen un sistema termoregulatorio mucho más eficiente que los hombres en respuesta a la comida, aunque perciben la temperatura de una habitación más fría que los hombres, aunque sea la misma.
“En la piel existen una serie de receptores neuronales especializados para percibir el calor o el frío” –destaca Jonatan Ruiz Ruiz, investigador principal del proyecto ACTIBATE, en el que se enmarca este estudio, y coautor del mismo-. “Una de las teorías que podrían explicar los resultados de nuestro trabajo es que las mujeres tengan mayor o menor proporción de estas neuronas en comparación a los hombres”.
Es más: el sistema termoregulatorio está principalmente orquestado por el área preoptica (APO) en el hipotálamo y varios autores también están sugiriendo que esta posible diferencia sexual sea causada por el tamaño de dicha área.
Aunque la teoría que tiene más fuerza es que las mujeres tienen menos plexos vasculares en las manos que los hombres, “y esa podría ser la principal explicación a las diferencias que hemos observado en las vasoconstricciones periféricas”, destacan los autores.
Por otro lado, en la comunidad científica está más reconocido que las mujeres tengan una percepción más distorsionada de la temperatura (tanto en frío como en calor) que los hombres, y este estudio viene a confirmar estas posibles diferencias sexuales. Sin embargo, existen varias teorías que podrían explicar estas diferencias y porqué la percepción térmica de las mujeres dista tanto de lo que objetivamente se ha cuantificado. Curiosamente, esto está aún sin demostrar, “y todavía queda mucho trabajo por hacer”, destacan.
Sin embargo, la explicación de por qué muchas mujeres tienen que ponerse una chaqueta o taparse con una manta después de comer está ahora más cerca.
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