Granada /
31 de julio de 2018

Cómo tradiciones milenarias pueden conservar un ecosistema

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Alfonso Jódar

Un grupo de investigación del IFAPA y de la Universidad de Granada ha demostrado que los trabajos basados en el desbroce o la quema controlada de baja intensidad de la vegetación de los bordes de las acequias, proporciona beneficios en el ecosistema de esta zona del área metropolitana de la ciudad de la Alhambra. Estos procedimientos favorecen la diversidad de la flora y la formación del suelo, y su mantenimiento contribuye a la recarga de acuíferos, incrementa la seguridad alimentaria, sirve de refugio de animales útiles para la agricultura y de lugar de anidamiento de aves y se consideran un patrimonio cultural e histórico singular.

La Vega de Granada es un pulmón verde del área metropolitana de la ciudad de la Alhambra. Sobresale por su riqueza biológica y por los diferentes cultivos que crecen en sus tierras, lo que la convierte en una zona de alto valor natural, agrícola, histórico y paisajístico, que está en peligro, debido al crecimiento urbanístico de las localidades que la rodean. Las acequias y, en concreto, sus procedimientos tradicionales de limpieza, juegan un papel fundamental en la conservación de este espacio amenazado por la mano del hombre.

En este sentido, un equipo del Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (IFAPA) y de la Universidad de Granada (UGR) han confirmado los beneficios ambientales que resultan, al realizar la limpieza de las acequias tradicionales de la Vega de Granada, por medio de la siega o desbroce, así como la quema controlada a baja intensidad de la vegetación. Estos canales de riego, excavados en la tierra, se consideran infraestructuras verdes, de alto valor ambiental, y necesitan que se traten para evitar que la flora obstaculice el cauce.

La limpieza se realiza mediante técnicas tradicionales (desbroce, quema) o más modernas, mediante maquinaria pesada o aplicación de herbicidas, pese a que esta última técnica está prohibida en la proximidades de cursos de agua por la legislación ambiental vigente. En otros casos, las acequias son entubadas para evitar los costes de este tipo de mantenimientos. Sin embargo, el proceso empleado desde la época romana, y en especial desde época musulmana, presenta múltiples ventajas para preservar y fomentar la biodiversidad y sus servicios ecosistémicos.

Tratamiento de desbroce de la vegetación (realizado por agricultores locales)

El saneamiento de los bordes de las acequias se elaboraba de forma habitual, hasta la segunda mitad del siglo XX, segada de forma manual a través de hoces. Los restos vegetales se utilizaban para alimento o camas para el ganado. Actualmente se efectúa con máquinas desbrozadoras, se va eliminando la hierba y posteriormente se retira para que no se deposite dentro del cauce, dejándolo despejado para que el agua pueda discurrir correctamente. Por otro lado, la quema controlada a baja intensidad comienza con las primeras heladas del invierno, a finales de diciembre o durante el mes de enero, porque la vegetación, al secarse más por el frío, está más predispuesta a que se prenda con facilidad, pero a su vez es fácilmente controlable.

Entre los beneficios de las acequias tradicionales destacan la variedad florística y la formación del suelo. Además actúan como un regulador hidrológico al contribuir a la recarga de acuíferos, incrementa la seguridad alimentaria de los cultivos que se obtienen, y se consideran un patrimonio cultural e histórico muy importante. Además, el investigador de la UGR y del IFAPA, Ricardo Sánchez explica a la Fundación Descubre que actúan como corredores ecológicos, es decir, refugios para numerosas especies entre las que se encuentran pequeños reptiles o aves, y son lugares de anidamiento. Igualmente constituyen un refugio o zonas de alimentación para insectos polinizadores y controladores de plagas.

El método consiste en eliminar la vegetación sobrante, mediante el desbroce de la hierba de los bordes de las conducciones, o bien con la quema controlada a muy baja intensidad. El objetivo del estudio se centró en investigar los efectos de estos procedimientos sobre la biodiversidad del entorno que rodea a estas construcciones de riego. «La Vega no es solo un sistema de producción agrícola sino que debe ser ecológicamente más sostenible», asegura el experto, para lo cual se necesitan los servicios que presta la biodiversidad y la autorregulación del agrosistema que ésta proporciona.

Hasta ahora, las acequias tradicionales se estaban estudiando por su importancia sociocultural y económica. Sin embargo, su componente ambiental, no se había tratado en profundidad y por ello se planteó este trabajo. Los resultados de la investigación se recogen en el artículo, titulado ‘Effects of vegetation management on plant diversity in traditional irrigation systems’, publicado en la revista Journal of Environmental Management.

Otras partes del mundo

Las acequias tradicionales, presentes desde hace más de dos mil años, constituyen un patrimonio agrícola esencial en la Península Ibérica. Su uso se sigue empleando en numerosas regiones andaluzas como la Alpujarra, Sierra Nevada o las Vegas de Granada o Antequera, en Almería, Jaén o Córdoba, así como en otras provincias de España, como la huerta murciana o de Valencia. También en otras partes del mundo, principalmente en zonas semiáridas, como Oriente Medio y el Magreb, o en Latinoamérica y el oeste de Estados Unidos, donde las introdujeron los españoles tras su llegada a este continente. Las conclusiones del estudio son válidas para cualquier vía de riego similar en cualquier lugar del planeta.

Los resultados confirmaron que no existen diferencias reseñables en las propiedades del suelo donde se desarrollaron las técnicas de limpieza de quema o de desbroce, con respecto al espacio donde no se ejerció ninguna labor, por lo que el tipo de plantas no se modifica y el terreno permanece estable.

Asimismo, se midieron índices específicos en cuanto a la biodiversidad, que mostraron incrementos importantes. Los análisis reflejaron que las especies vegetales que dominan reducen su abundancia con los tratamientos, lo que permite que crezcan otras nuevas, aumentando la riqueza floral. Este efecto, según el estudio confeccionado por miembros del IFAPA y de los departamentos de Química Analítica y de Botánica de la UGR, es mucho más potente en el tratamiento de quema que en el de desbroce, aunque el primero, conlleva perjuicios medioambientales como la liberación de contaminantes a la atmósfera.

Tratamiento de quema

Por esta razón, los científicos aclaran que es necesario seguir investigando en este ámbito, haciendo hincapié, sobre todo, en los beneficios del desbroce. El tratamiento de segado es más interesante, porque ambientalmente es mucho más sostenible, añade Sánchez, que advierte: «Tenemos un problema muy grave de contaminación atmosférica en el área de Granada como para acrecentarlo con la quema». Aún así, insiste en que es más nocivo el uso de herbicidas (además de estar prohibido en las proximidades de cauces de agua), que este último procedimiento.

La flora que existe alrededor de las acequias tradicionales de la Vega granadina es una vegetación riparia o de ribera, que se genera al pasar una corriente de agua de forma más o menos continua, muy diferente a la que crece en los sistemas agrarios habituales. La mayoría de las especies son comunes. Sin embargo, se han hallado algunas que son más exclusivas, como la Scrophularia lyrata, que es un endemismo ibero-magrebí y de las islas mediterráneas, al igual que el Thalictrum speciosissimum.

Otra de las peculiaridades de las plantas que crecen en estas zonas es que la mayoría son útiles para utilizarlas como pasto para los animales. En relación a esto, se podría fomentar una agricultura integrada, donde la ganadería se alimentara de la vegetación sobrante, limpiando así estos canales y, a su vez, abonando de forma natural el terreno colindante. Esta costumbre se practicaba de forma regular hasta hace unas décadas. Sin embargo, para eliminar la vegetación se realiza de forma mayoritaria mediante maquinaria pesada, o el empleo de herbicidas, con el deterioro medioambiental que supone.

La investigación se encuentra en fase preliminar. Ricardo Sánchez indica que lo ideal sería ampliar el estudio a una red mucho más amplia y planificar un seguimiento a lo largo del tiempo para poder efectuar un plan de choque, con el propósito de conservar estas prácticas, de la manera ecológicamente más sostenible.

La Vega está en constante transformación, el área metropolitana de Granada crece de forma incontrolada, y otro problema muy importante, afirma Ricardo Sánchez, es que estas infraestructuras están desapareciendo, en detrimento de los canales de hormigón que se fomentan a través de ayudas a la modernización de los regadíos. Aunque éstas últimas evitan pérdidas de agua y son más fáciles de gestionar, porque no requieren mano de obra, el daño es mucho mayor, ya que provocan la pérdida de la biodiversidad del entorno y los múltiples beneficios que se generan, pasando a constituir estructuras inertes con más posibilidades de obturarse. «Conservar el sistema de acequias tradicionales es una manera de conservar la Vega de Granada, que actualmente está en peligro», señala el experto.

El estudio forma parte del trabajo fin de máster que realizó Ricardo Sánchez, en el marco de la Conservación, Gestión y Restauración de la Biodiversidad de la UGR, donde se trataban de determinar los beneficios medioambientales de las acequias tradicionales de la Vega de Granada.

El científico concluye que sería muy beneficioso para la preservación del lugar y de toda su riqueza medioambiental, impulsar medidas que ayuden a conservar, e incluso a extender, el sistema de acequias tradicionales, promover una agricultura más ecológica y, en definitiva, generar riqueza de forma sostenible.

Referencias:

Ricardo Sánchez Martín, M. Noelia Jiménez, Francisco B. Navarro: ‘Effects of vegetation management on plant diversity in traditional irrigation systems’. Journal of Environmental Management. 2018.


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