Jaén /
17 de agosto de 2024

Un compuesto del olivo para mejorar los efectos de un ictus

Fotografía ilustrativa de la noticia

No sé por qué, de repente, todos me miraban. Diego me pidió que sonriera. Lo hice, pero su cara cambió. Se veía el miedo en sus ojos. Algo me estaba pasando, pero no sabía bien qué era. – Levanta los dos brazos a la vez- me gritó. Los levanté, pero mi cuerpo andaba raro. No respondía como yo quería. – Repite: me llamo María- me dijo. Escuchó: – mmmmmmmía. Ya no recuerdo nada más.

El ictus se produce porque las células nerviosas del cerebro no reciben

El ictus se produce porque las células nerviosas del cerebro no reciben

No sé por qué, de repente, todos me miraban. Diego me pidió que sonriera. Lo hice, pero su cara cambió. Se veía el miedo en sus ojos. Algo me estaba pasando, pero no sabía bien qué era. – Levanta los dos brazos a la vez- me gritó. Los levanté, pero mi cuerpo andaba raro. No respondía como yo quería. – Repite: me llamo María- me dijo. Escuchó: – mmmmmmmía. Ya no recuerdo nada más.

Diego llamó a emergencias y todo lo que pasó después solo lo supe cuando desperté en el hospital. -Has tenido un ictus- sentenciaron. Mi mundo cayó sobre mi cabeza en ese instante. Intenté levantarme, pero mis piernas no me soportaban. Quise hablar, pero ni yo misma entendía lo que salía de mi boca. ¿Qué pasaría ahora? ¿Estaría así para siempre?

Rápidamente me tranquilizaron. La recuperación sería lenta, tomaría medicación y tendría terapia con el fisio y el logopeda, pero no sabían decirme hasta dónde retomaría mi estado físico anterior. Todos repetían lo mismo: había tenido suerte. Estaba viva.

La investigadora de la Universidad de Jaén Ángela Naranjo, autora del artículo.

La investigadora de la Universidad de Jaén Ángela Naranjo, autora del artículo.

En España, cada seis minutos hay una persona afectada por un ictus, según datos de la Federación Nacional que trabaja con esta enfermedad y sus pacientes. Se produce porque las células nerviosas del cerebro no reciben oxígeno debido a la disminución u obstrucción del flujo sanguíneo. Las secuelas pueden ser leves o graves, desde la pérdida de fuerza o la falta de coordinación, hasta trastornos visuales, del lenguaje, cognitivos o sensitivos, incluso la muerte.

La historia de María la sufrieron el pasado año 120.000 personas en todo el país. La investigación para la recuperación tras un ictus es motivo de estudio por parte de la comunidad científica que intenta explicar los fenómenos que ocurren tras un accidente cerebrovascular para poder restaurar el daño que provoca. Tratamientos terapéuticos, medicamentos, o incluso una dieta concreta pueden ayudar a mejorar los efectos de la enfermedad.

En esa línea un equipo de investigación de la Universidad de Jaén, realizó una serie de ensayos en ratones a los que se les suministró hidroxitirosol, un compuesto del aceite de oliva con altas propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. En ellos concluyeron que la suplementación de la dieta con esta sustancia recuperaba la conectividad de distintas zonas del cerebro, aumentaba la fuerza en las patas e incluso mejoraba la memoria y la capacidad de aprendizaje. 

Ahora, en un artículo publicado en la revista International Journal of Molecular Sciences, en colaboración con el Hospital Universitario de Jaén, los investigadores presentan los resultados de un estudio exploratorio realizado en pacientes a los que se les ha administrado hidroxitirosol. En él avanzan que puede ser útil para el tratamiento de los pacientes que han sufrido un ictus. 

Estas conclusiones preliminares abren nuevas vías para la demostración de estos beneficios en un estudio a mayor escala. “Tras ver la potencialidad del hidroxitirosol en animales, debemos verificar que se producen los mismos avances en humanos”, indica a la Fundación Descubre la investigadora de la Universidad de Jaén Ángela Naranjo, autora del artículo.

Así, las expertas ya han diseñado un nuevo estudio más extenso. “Ésta ha sido una primera aproximación de lo que esperamos sea una investigación mayor en breve, pero los resultados apuntan mejoras en los pacientes tanto a nivel bioquímico como funcional”, añaden Eva Siles y Esther Martínez, responsables del proyecto en el que se enmarca esta investigación.

Un suplemento contra el ictus

Los ensayos se han basado en el seguimiento de ocho pacientes que habían sufrido un ictus isquémico. A la mitad de ellos se les administró un suplemento nutricional que contenía 15 miligramos de hidroxitirosol cada 24 horas durante 45 días.

La investigación para la recuperación tras un ictus es motivo de estudio por parte de la comunidad científica que intenta explicar los fenómenos que ocurren tras un accidente cerebrovascular para poder restaurar el daño que provoca.

La investigación para la recuperación tras un ictus es motivo de estudio por parte de la comunidad científica que intenta explicar los fenómenos que ocurren tras un accidente cerebrovascular para poder restaurar el daño que provoca.

Se evaluaron de manera continua parámetros bioquímicos y otros vinculados con el daño cerebral. También se analizaron los niveles de presión arterial y el proteoma sérico, el conjunto de proteínas presentes en el suero sanguíneo y que están relacionadas con la respuesta del paciente al ictus. Además, los Servicios de Neurología y de Medicina Física y Rehabilitación valoraron la evolución neurológica y funcional a los 45 y 90 días posteriores al ictus, comparándolos con el grupo de control.

Así, observaron que quienes habían tomado hidroxitirosol presentaban la disminución de ciertos marcadores relacionados con la inflamación. Los investigadores detectaron un total de 339 proteínas, observando que la acción del compuesto modifica la expresión de algunas de ellas, relacionadas con una mejor evolución de los pacientes a largo plazo.

A nivel neurológico, diferentes pruebas para medir el nivel de deterioro, como la llamada escala de Rankin, que evalúa el grado de discapacidad o dependencia en las actividades diarias, indicaron que los pacientes suplementados con hidroxitirosol presentaban mejores resultados. Por otro lado, también se valoró el riesgo de caída, la capacidad funcional de marcha, la disfunción cognitiva y la fuerza muscular, siendo esta última mayor en los pacientes tratados. 

Las investigadoras ya están inmersas en la ampliación de este estudio para que los resultados iniciales puedan validarse con un mayor número de pacientes tratados y poder extender su uso como complemento en el tratamiento de ictus. María, nuestra protagonista, espera estas nuevas oportunidades que le devuelvan a otras escenas cotidianas de su vida, donde el ictus solo sea un recuerdo más, una pesadilla de la que despertó. Investigaciones como esta son la antesala para hacerlo realidad.


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