Cómo las olas de calor aumentan la concentración del ozono en el aire
El ozono es una molécula formada por tres átomos de oxígeno (O3). Mientras que en las capas altas de la atmósfera (estratosfera) este gas es beneficioso porque nos protege de los dañinos rayos ultravioleta (de ahí lo peligroso del agujero en la capa de ozono), su presencia en el aire que respiramos lo convierte en un contaminante. Es decir, mientras que el ozono estratosférico es positivo, el ozono troposférico daña nuestra salud. Y su concentración aumenta con el calor y por tanto sus efectos negativos en las personas.
El ozono es una molécula formada por tres átomos de oxígeno (O3). Mientras que en las capas altas de la atmósfera (estratosfera) este gas es beneficioso porque nos protege de los dañinos rayos ultravioleta (de ahí lo peligroso del agujero en la capa de ozono), su presencia en el aire que respiramos lo convierte en un contaminante. Es decir, mientras que el ozono estratosférico es positivo, el ozono troposférico daña nuestra salud. Y su concentración aumenta con el calor y por tanto sus efectos negativos en las personas.
El ozono aumenta en verano por el calor
Este gas oxidante no lo generamos los seres humanos de forma directa, sino que proviene de la interacción de la luz solar con otros contaminantes, explica a Maldita.es el consultor ambiental Fernando Follos. Por ello, como indica la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), el calor del verano agrava la contaminación por ozono. “La formación de ozono aumenta durante el tiempo cálido y soleado en función del nivel de ‘contaminantes precursores’ presentes”, aclaró en 2013 el jefe del programa de Aire y cambio climático de la AEMA, Paul McAleavey.
Estos precursores del ozono como los óxidos del nitrógeno y los compuestos orgánicos volátiles provienen de gran variedad de fuentes como la combustión de combustibles fósiles, el transporte por carretera, las refinerías, los disolventes, la vegetación, los vertederos, las aguas residuales, el ganado y los incendios forestales, explica la AEMA en su web. Se trata, por tanto, de “un contaminante secundario procedente de contaminación de vehículos y de la industria”, como señala a Maldita.es Julio Díaz, director de la Unidad de referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano, que forma parte de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III.
A mayor temperatura, mayor reactividad de esos precursores con la luz solar y con el calor y mayor formación de ozono. “Con las olas de calor se forman las condiciones ideales para tener altos niveles de ozono”, añade Fernando Follos. De ahí que, como muestra el visor de calidad del aire del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, en días de olas de calor se superen los niveles legales de ozono en numerosas localidades: 120 microgramos por metro cúbico de aire. Es lo que muestra el siguiente mapa en varios tonos de rojo. Además, los puntos naranja superan los niveles fijados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 100 µg/m³.
Daños del ozono en la salud
El O3 es un irritante del sistema respiratorio que puede causar problemas respiratorios, desencadenar el asma, reducir la función pulmonar y provocar enfermedades pulmonares, indica la OMS. También podría tener vinculación con enfermedades cardiovasculares y enfermedades autoinmunes fruto de la oxidación que produce, añade Fernando Follos.
Los síntomas respiratorios que genera la exposición al ozono son tos, irritación de la garganta, dolor o molestia en el pecho al respirar profundamente y opresión en el pecho o falta de aire, señala la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos. Según la AEMA, el ozono causa más de 19.000 muertes al año en Europa y unas 1.820 en España. Esta mortalidad es mayor en personas mayores, aclara la EPA.
Como indicó Julio Díaz a Maldita.es cuando explicamos cómo se estima la mortalidad por calor, en las olas de calor se dispara el ozono y aumentan las muertes: “No todas las muertes que se producen en una ola de calor son atribuibles sólo a la temperatura, sino también por contaminación, sobre todo por ozono”.
Además, el ozono troposférico puede dañar las plantas, reducir el rendimiento de las cosechas y el crecimiento de los bosques y afectar edificios y monumentos, aclara la AEMA. Y también es un gas de efecto invernadero, que contribuye un 16% al calentamiento global. Por lo que a más calor, más ozono (si no reducimos los contaminantes precursores) y más calor en un círculo vicioso.
Medidas preventivas para limitar la contaminación
Una particularidad de este contaminante y sus precursores es que pueden ser transportados a grandes distancias. Y, aunque puede ser prevenido, Fernando Follos advierte que “no tiene sentido tomar medidas como limitar el tráfico una vez detectados altos niveles”, pues el dióxido de nitrógeno (NO2) emitido por los vehículos genera ozono pero el monóxido de nitrógeno (NO) que también proviene del tráfico lo destruye. Por tanto, reducir el tránsito de vehículos en un episodio de exceso de ozono puede agravar la situación.
De hecho, se conoce como ‘efecto fin de semana’ a la mayor concentración de ozono en sábado y domingo por un menor nivel de emisiones de óxidos de nitrógeno en las ciudades. “Hay que limitar el tráfico antes del episodio de ozono, como cuando se prevean olas de calor”, indica Follos.
El consultor ambiental indica que los niveles de ozono suelen ser más bajos en los centros de las ciudades y más altos en el extrarradio. ¿La explicación? En el centro hay más contaminantes que tienden también a destruirlo, por lo que hay menos ozono: “En zonas con mucho tráfico, pese a la alta radiación solar, se van rebajando los niveles porque sólo los precursores eliminan el ozono”. Debido a estas dinámicas, Julio Díaz califica a este contaminante de “complicado”. “Es un contaminante difícil de controlar y de investigar”, coincide Follos.
Las medidas para luchar contra el ozono a niveles bajos de la atmósfera deben abordarse “a nivel de todo un país o más allá”, como es el caso de la influencia de las emisiones de Portugal en Galicia. Para ello, indica, se deben limitar los precursores del ozono: las emisiones de NO2 y las procedentes de vehículos en las grandes ciudades antes de los episodios de ozono. “Aunque actúes a nivel local, casi no se logra nada, de ahí sólo proviene en torno a un 10%. El resto son niveles globales. Hay que actuar en todas partes”, concluye Fernando Follos.
Suscríbete a nuestra newsletter
y recibe el mejor contenido de i+Descubre directo a tu email