Almería /
16 de junio de 2020

Cómo evitar que los árboles no mueran de sed

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Estrella Serna / Fundación Descubre

Científicos internacionales, liderados por la investigadora de la Estación Experimental de Zonas Áridas (CSIC) Lucía DeSoto, reúnen sus datos de crecimiento de la madera de más de 3500 árboles para relacionar la mortalidad con la baja capacidad de aguantar los periodos secos. Conocer la respuesta de los árboles ante escenarios de escasez hídrica permitirá establecer estrategias de manejo de los bosques ante el cambio climático.

La capacidad de adaptarse a situaciones adversas, ‘resiliencia’, también es la clave para contrarrestar la deforestación por sequías severas que sufren los bosques como consecuencia del cambio climático, según un estudio científico. Los árboles que mejor hayan resistido a lo largo de su vida a condiciones secas se han fortalecido de tal forma que son capaces de sobrevivir a situaciones extremas de falta de agua.

Árboles muertos y vivos de Nothofagus pumulio debido a la sequía de 2011-2012 cerca de Lago Argentino en Los Andes de la Patagonia argentina (Santa Cruz, Argentina).  Autor: Dr. Ricardo Villalba en 2019.

Así lo han Investigadores internacionales, liderados desde la Estación Experimental de Zonas Áridas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (EEZA-CSIC) en el estudio publicado bajo el título ‘Low groth resilence to drought is related to future mortality risk in trees‘ en la revista Nature Communications, donde apuntan por primera vez a nivel global que los árboles que mueren durante una época de escasez de agua han sido menos resistentes a sequías anteriores en comparación a ejemplares que sí habían sobrevivido.

¿Cómo se ha llegado a esta conclusión? Mediante el análisis de la madera de 1454 árboles muertos y 2.456 vivos de 22 especies de 118 bosques boreales, templados y mediterráneos del planeta. Los expertos estudiaron cuáles fueron las estrategias de ‘resiliencia’ durante y después de la sequía mediante la observación de los anillos del interior de los troncos.

Grupo de trabajo (de izqda. a dcha.): Maxime Cailleret, Jordi Martínez-Vilalta, Elisabeth Robert, Lucía DeSoto, Steven Jansen, Koen Kramer (Skype), Frank Sterck (Skype).
Autor: Susanne Schultheiss.

Uno de los hallazgos más significativos ha sido que los árboles con flores (angiospermas) tienen más riesgo de morir por falta de agua en una fase inicial, mientras que la causa de la muerte de los ejemplares sin flores (gimnospermas) es su falta de capacidad de recuperación tras una sequía.

Conociendo estas particularidades, se pueden diseñar medidas. «Se pueden desarrollar herramientas que identifiquen los primeros síntomas de carencia de agua para establecer mecanismos de drenaje que eviten su muerte», adelanta la investigadora.Por ejemplo, la experta señala que en la gestión de los bosques se podría talar de manera selectiva los ejemplares más sensibles, favoreciendo a aquellos árboles más ‘resilientes’.

Distribución espacial de los bosques del estudio. Cada color del punto representa una especie.
Autora: Lucía DeSoto.

Este estudio muestra cómo gestionan los árboles los recursos hídricos de los que se nutren en épocas de sequía, por lo que en la lucha global contra la deforestación y la pérdida de la biodiversidad ya se puede conocer en qué etapa de la carrera por la supervivencia los ejemplares necesitan de avituallamiento para no morir de sed.

Más información en #CienciaDirecta: Demuestran que los árboles que sobrellevaron mejor las sequías en el pasado tienen menos riesgo de mortalidad en las futuras


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