Catalogan las pinturas y grabados de arte paleolítico en la Cueva del Toro
Fuente: Universidad de Cádiz
La Cueva del Toro, también conocida como Cueva del Calamorro por su situación en el Cerro del Calamorro (a los pies de la Sierra de Mijas), fue descubierta en 1969 por Manuel Giménez. Considerada Bien de Interés Cultura (BIC), después de 50 años se retoma su estudio centrado sobre todo en la catalogación de las pinturas y grabados existentes, así como conocer las propiedades geológicas del entorno para averiguar los puntos concretos donde los artistas prehistóricos obtendrían las materias primas necesarias para elaborar los pigmentos.
Más de una treintena de investigadores de España, Portugal, Inglaterra, Italia, Alemania y China participan en el proyecto científico ‘Estudio y documentación gráfica del Arte Rupestre Prehistórico de la Cueva del Toro (Benalmádena, Málaga). Caracterización arqueométrica y datación U/Th del Arte Paleolítico de la bahía malagueña’, dirigido por el investigador de la Universidad de Cádiz, Diego Salvador Fernández Sánchez, doctor especialista en Arte Prehistórico. El Ayuntamiento de Benalmádena ha acogido la presentación del estudio internacional junto a autoridades municipales y responsables académicos.
La actividad aglutinará a reconocidos especialistas en Arqueología Prehistórica y Arte Rupestre como el catedrático de la Prehistoria de la UCA, José Ramos, el coordinador de la Cueva de Ardales, Pedro Cantalejo, el director del proyecto europeo First Art, Hipólito Collado, el conservador de la Cueva de Nerja, Luis Efrén, el profesor titular de la UCA, Eduardo Vijande, el investigador Hugo Mira o la arqueóloga Itziar Merino, del Ayuntamiento de Benalmádena. Entre las instituciones participantes se encuentran centros de impacto internacional como el Instituto Terra e Memória, el Max Planck Institute o el College of Geographical Sciences of the Nanjing Normal University.
Los trabajos cuentan además, con el apoyo de la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Benalmádena, aportando ayuda en la logística, elaboración de documentación técnica requerida, y en la futura difusión de datos una vez realizados los trabajos científicos, que se plasmarán en la realización de una batería de conferencias de los especialistas implicados y en la publicación de los mismos, para dar a conocer los avances y resultados de la investigación.
La Cueva del Toro, también conocida como Cueva del Calamorro por su situación en el Cerro del Calamorro (a los pies de la Sierra de Mijas), fue descubierta en 1969 por Manuel Giménez, quien publicaría en 1972 junto a Javier Fortea su contenido de arte paleolítico en la prestigiosa revista Zephyrus. Esto le valdría su denominación como Bien de Interés Cultura (BIC), la máxima figura de protección patrimonial de nuestro país. No, obstante desde entonces y hasta la actualidad, la Cueva del Toro no volvería a ser estudiada, limitándose su tímida aparición a unas pocas obras de compendio.
Este largo olvido de 50 años la haría objetivo de numerosos episodios de vandalismo y visitas descontroladas, algunas de ellas con nefastas consecuencias para sus motivos paleolíticos más representativos. Ahora, este proyecto pondrá fin a esa fase de abandono, convirtiendo al yacimiento en plena “punta de lanza” de la arqueología prehistórica y acercándolo a la metodología científica del siglo XXI. Para ello, se han planteado tres líneas de trabajo bien definidas, cuya solicitud fue aprobada recientemente por la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía en Málaga.
La primera de ellas irá encaminada al estudio de la naturaleza topográfica y medioambiental del área en la que se encuentra la cavidad, de cara a profundizar en la manera en que fueron realizados los pictogramas de Toro, su conservación y su significado territorial dentro de los patrones de poblamiento de los grupos humanos paleolíticos. Este acercamiento territorial busca también conocer las propiedades geológicas del entorno para averiguar los puntos concretos donde los artistas prehistóricos obtendrían las materias primas necesarias para elaborar los pigmentos.
La segunda línea de intervención, sin duda la más ambiciosa, tratará de catalogar el número real de motivos pintados y grabados existentes en el yacimiento y así ahondar en sus características técnicas y cronológicas. Para ello, se llevará a cabo una prospección milimétrica de los centenares de metros cuadrados de pared que componen la cavidad empleando técnicas de detección novedosas capaces de “sacar a la luz”, como explican sus promotores, restos de pigmentos allí donde estos son hoy casi imperceptibles para el ojo humano debido a su mala conservación. Esta faceta de documentación se complementará con una extensa batería de muestreos entre los que destaca: la datación de capas de calcita con U/Th para establecer la fecha mínima en que fueron realizados los motivos; la extracción de ADN a través del pigmento para determinar si este fue aplicado por humanos anatómicamente modernos o por Homo sapiens neanderthalensis; y analíticas RAMAN y de Difracción de Rayos X, para conocer con exactitud la composición o “receta” de la pintura empleada.
En tercer y último lugar, se prevé la utilización de herramientas digitales de registro tridimensional, totalmente inofensivas para el arte rupestre, con las que obtener un modelo virtual realista de todos los sectores de la cavidad, prestando especial detalle a los paneles decorados. Con ello se pretenden alcanzar tres objetivos básicos. A nivel arqueológico, completar la clásica documentación 2D con ficheros 3D que permitan inventariar cada una de las figuras a la más alta resolución. A nivel patrimonial, contar con un material de base desde el que realizar un diagnóstico integral del estado de conservación en que se encuentra el arte para adoptar medidas urgentes de actuación y garantizar, cuanto menos, la preservación virtual de la oquedad. Finalmente, a nivel social y de socialización, generar recursos didácticos con los que hacer accesible el yacimiento a toda la población en espacios como museos o colegios sin necesidad de visitar físicamente la Cueva del Toro.
Investigación, publicación y alta divulgación irán de la mano en un proyecto de gran alcance científico y patrimonial que buscan recuperar y proteger el pasado más antiguo de Benalmádena.
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