Castigo, recompensa y cerebro: cómo aprenden a adaptarse las personas con TDAH y TOC en situaciones de cambio
Investigadores de la UAL definen factores relacionados con las dificultades de pacientes con trastorno por déficit de atención e hiperactividad y trastorno obsesivo-compulsivo para adaptarse al entorno cambiante. Una distinta sensibilidad al castigo y a la recompensa, junto con diferencias en la conectividad en ambos hemisferios del cerebro, ayudan a explicar síntomas como el miedo al error o la excesiva flexibilidad, que pueden servir a los profesionales para adaptar su terapia clínica.
Marta tiene trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Esta enfermedad psiquiátrica hace que tenga pensamientos y acciones repetitivas. Por ejemplo, si se encuentra una obra en su camino habitual para llegar al trabajo, el hecho de elegir una ruta alternativa, ya no le ofrece la recompensa de llegar siempre por el mismo sitio. Esto le supone ansiedad y miedo ¿Por qué se producen esas conductas rígidas y hábitos poco adaptativos? Un equipo de investigación de la Universidad de Almería ha analizado los mecanismos cerebrales que subyacen a esos comportamientos.
Los expertos han estudiado cómo aprenden a adaptarse a situaciones de cambio personas con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Factores como una distinta sensibilidad al castigo y a la recompensa, junto con diferencias en la conectividad en ambos hemisferios del cerebro, ayudan a explicar síntomas como el miedo al error o la excesiva flexibilidad, que pueden servir a los profesionales para adaptar su terapia clínica.
Estos trastornos siempre se han estudiado de forma separada, ya que el TOC parece vincularse más a la perseverancia, frente a la flexibilidad del TDAH. Sin embargo, analizarlos a la vez aporta nuevas claves. “Si los abordamos de manera conjunta aparecen mecanismos similares que explican mejor esas conductas”, explican las investigadoras de la universidad de Almería M. del Rocío Rodríguez y M. Pilar Flores.
Para ello, el equipo investigador ha utilizado dos métodos:
- Modelos computacionales, para entender como las personas aprenden.
- Técnicas de neuroimagen para registrar la actividad cerebral en reposo, antes de acometer la tarea que le propusieron en un experimento para comprobar cómo se adaptaban a un entorno cambiante.
En esta tarea diseñada, tanto los pacientes con TOC como los de TDAH tardaron más que las personas sanas en detectar los cambios que se le proponían y adaptar su conducta. Sin embargo, lo hicieron por motivos distintos: en los primeros pesaba más el miedo al castigo, mientras que los segundos la toma de decisiones estaba guiada sobre todo por la recompensa inmediata.
A nivel cerebral, el equipo investigador observó que en los participantes sanos la comunicación entre ambos hemisferios del córtex parietal estaba más equilibrada, lo que podría relacionarse con un mejor aprendizaje de la tarea. “Por tanto, al contrario de lo que se podría pensar en el TOC, que se asocia a rigidez, en un entorno cambiante no muestran una conducta perseverante, sino que tratan de encontrar una respuesta apropiada dejándose guiar principalmente por el castigo”, aclaran a la Fundación Descubre las investigadoras responsables del estudio M. del Rocío Rodríguez y M. Pilar Flores.
Un juego cambiante
Estas conclusiones se han obtenido mediante una tarea de ordenador, que los participantes realizaban como “juego”. En concreto, en este experimento, las investigadoras proponían a 43 pacientes con TOC, 53 con TDAH y 52 sin ninguna patología, que eligieran entre dos cuadrados de diferente color. Uno de ellos les daba más puntuación en el 80% de las ocasiones. Sin embargo, tras varias repeticiones, el color que aportaba más recompensa, es decir, el que daba más puntos, cambiaba.
Tanto los pacientes con TDAH, como los TOC tardaban más tiempo en darse cuenta de que habían cambiado las reglas del juego. “Se aprecia un peor rendimiento en esa fase de cambio y reaccionan más tarde para cambiar su conducta”, afirma la investigadora de la Universidad de Almería, Rocío Rodríguez-Herrera.
Durante la prueba, cuando el cuadro de color que aportaba más puntuación cambiaba, tenía distintas consecuencias según los pacientes. En el caso de los TOC les influía el castigo. “Pesaba mucho en ellos pensar que su decisión les restaba 5 puntos”, ejemplifica la experta.
En el caso del grupo de TDAH les influía el refuerzo, es decir, son sensibles a la recompensa. “Esto nos ayuda a entender la sintomatología de este trastorno que busca continuamente la gratificación y las nuevas sensaciones y resulta útil para abordarlo en terapia”, comenta la investigadora.
En paralelo, los investigadores también utilizaron la técnica Espectroscopia funcional de infrarrojo cercano (fnirs), una técnica de neuroimagen no invasiva, que mide la actividad cerebral a través de la sangre oxigenada de la corteza cerebral. Así, los investigadores observan qué áreas del cerebro se encuentran conectadas, mediante la colocación de un gorro con electrodos. De forma simple, a mayor nivel de oxígeno, mayor conexión entre dos regiones cerebrales.
Sin ninguna tarea
Uno de los aspectos que se han evaluado por primera vez en el estudio es si la actividad cerebral de todos los participantes en estado de reposo, es decir, sin acometer ninguna tarea, podría predecir la conducta posterior. “Al llegar al laboratorio les poníamos el casco 9 minutos mirando un punto fijo. Así medíamos su red neuronal frontoparietal sin ningún estimulo ni trabajo”, explica la experta.

Estas claves aportan pistas de síntomas de estos trastornos como el miedo al error o la excesiva flexibilidad.
Tras este experimento, las investigadoras detectaron que, en las personas sin patologías, la actividad del área parietal posterior izquierdo y el derecho del cerebro, predice el comportamiento en la fase de aprendizaje. “Es la etapa que consiste en elegir entre los dos colores para averiguar cuál te da más puntos”, aclara.
Tras las pruebas cada grupo tuvo un resultado:
- En las personas sanas, la conexión entre las áreas parietales del cerebro les ayudaba a identificar más rápido cuál era el color que daba más puntos y a mantener esa elección de forma estable, realizando un balance entre las recompensas y castigos obtenidos de sus elecciones.
- A pacientes con TOC les influía el castigo
- Al grupo de TDAH les influía el refuerzo.
El equipo de investigación apunta que estos hallazgos sugieren que reducir la incertidumbre podría mejorar la adaptación de estos pacientes a entornos cambiantes. “Proporcionar información detallada y explícita sobre las situaciones o estructurar tareas puede facilitar el aprendizaje de respuestas que se adapten a ese cambio”, adelantan las investigadoras.
Estas claves aportan pistas de síntomas de estos trastornos como el miedo al error o la excesiva flexibilidad, que los profesionales sanitarios pueden tener en cuenta a la hora de diseñar terapias clínicas que mejoren la calidad de vida de estos pacientes.
Más información en #CienciaDirecta: Identifican mecanismos que explican cómo se adaptan las personas con TDAH y TOC a las situaciones de cambio
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