Predecir para proteger: cómo la ciencia busca salvar las últimas lagunas permanentes

En el corazón de la campiña andaluza, tres humedales resisten al avance del calor y la sequía. Son Zóñar, Grande y Amarga, las únicas que conservan agua todo el año, aunque su equilibrio está en juego. Investigadores de la Universidad Pablo de Olavide han constatado que se podrían volver estacionales, por lo que proponen actuar con medidas para controlar la presión sobre los acuíferos, restaurar el entorno y anticiparse con modelos que ayuden a conservarlas.
Las intensas lluvias de marzo han supuesto un alivio significativo para el campo andaluz, mejorando notablemente la situación hídrica. Sin embargo, no son suficientes para revertir una tendencia que preocupa a la comunidad científica y a los conservacionistas: la pérdida progresiva de las lagunas permanentes. Estos humedales, esenciales para mantener la biodiversidad y el equilibrio ecológico, han comenzado a transformarse en charcas estacionales. Muchas de las que antaño llevaban agua todo el año hoy se secan en verano, debido al impacto del cambio climático y la presión humana.
Un ejemplo reciente es el de la laguna de Santa Olalla, en Doñana, considerada el humedal peridunar permanente más importante del parque nacional. Sin embargo, ha dejado de serlo tras secarse por completo durante tres veranos consecutivos, en 2022, 2023 y 2024, algo que no había sucedido nunca desde que existían registros. Se confirmaba así la previsión modelada años antes en un estudio realizado por investigadores del grupo de Hidrogeología de la Universidad Pablo de Olavide, en un proyecto para la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.

Un equipo de investigadores del grupo de Hidrogeología de la Universidad Pablo de Olavide, encargado del estudio.
Con este precedente, el mismo equipo ha centrado ahora su atención en los tres únicos humedales de campiña permanentes que quedan en Andalucía: Zóñar y Amarga, espacios protegidos en la Reserva Natural Lagunas del Sur de Córdoba, y Grande, perteneciente a las Lagunas de Archidona (Málaga). Su particularidad frente a otros ecosistemas de este tipo situados en zonas de interior es la profundidad de sus aguas, lo que hasta ahora les ha permitido mantenerse inundados durante todo el año, incluso en veranos secos.
En un estudio reciente publicado junto a la Universidad de Almería en la revista Science of the Total Environment, los expertos advierten que esta estabilidad podría cambiar en las próximas décadas si no se toman medidas. Usando datos recopilados durante 20 años para calibrar modelos hidrológicos que simulan distintos escenarios climáticos, han podido predecir el nivel de agua de estas lagunas desde 2030 a 2060 ante el aumento de la temperatura y la disminución de las precipitaciones.
Profundidad y descarga de aguas subterráneas, las claves
Los resultados obtenidos mostraron diferencias significativas entre los tres ecosistemas:
- Las lagunas Grande y Amarga experimentan oscilaciones más extremas en sus niveles de agua, con riesgo de transformarse en temporales o incluso secarse completamente en ciertos períodos hacia mediados del siglo XXI.
- Zóñar se mantiene más estable al tener mayor profundidad y recibir descargas de aguas subterráneas.
Ante estas simulaciones, los expertos concluyen que las lagunas con mayores aportes hídricos del subsuelo resisten mejor condiciones como el aumento de la evaporación y la disminución de la precipitación, pero también dependen más de la gestión de los manantiales. “Las lagunas de campiña se enfrentan a una doble amenaza, el cambio climático y la presión humana”, explica a la Fundación Descubre el investigador de la UPO Alejandro Jiménez, uno de los autores del estudio.

La laguna Amarga, espacio protegido en la Reserva Natural de Lagunas del Sur de Córdoba, en una imagen de mayo de 2023.
De hecho, un trabajo previo de la UAL constató períodos de sequía en Zóñar durante la época romana, hace aproximadamente 2.500 años, precisamente por el desvío de agua para uso agrícola y doméstico. “Hoy en día estas lagunas están protegidas por la figura de reserva natural, por lo que no se puede utilizar el agua de un manantial para abastecimiento humano ni riego. La amenaza es la sobreexplotación de los acuíferos, el uso que se hace en la cuenca vertiente, de cuyo aporte hídrico depende mucho la laguna, y ahí no existen restricciones específicas de protección, por lo que se puede, por ejemplo, perforar pozos”, advierte el profesor de la UPO Miguel Rodríguez, investigador principal del estudio.
Medidas de acción temprana
Ante este escenario, los científicos proponen medidas que combinen la protección de las lagunas con una regulación más estricta del uso del agua en sus cuencas. Una de ellas sería implementar modelos hidrogeológicos avanzados como el que han desarrollado, que mejoren el conocimiento sobre la interacción entre las aguas superficiales y subterráneas, y permitan predecir la reacción de los acuíferos ante cambios en el clima y extracciones para uso humano o agrícola.
Otras actuaciones sugeridas incluyen la restauración de la vegetación ribereña que facilite la retención de sedimentos aportados por la escorrentía; la creación de perímetros de protección en torno a las cuencas vertientes en los que no se permitan nuevas extracciones de agua ni cualquier otra actuación que suponga una sobreexplotación de los acuíferos, o incluso la adquisición pública de terrenos limítrofes para modificar su uso hacia actividades menos intensivas.

La laguna Zóñar se mantuvo más estable al tener mayor profundidad y recibir descargar de aguas subterráneas.
El cambio climático está alterando los equilibrios hídricos de muchos humedales, y las lagunas permanentes figuran entre las más expuestas. Pero este estudio demuestra que la ciencia no solo puede observar lo que ocurre, sino también anticiparse. Predecir para proteger es una de las mejores herramientas para conservar lo que aún resiste. Con conocimiento, seguimiento y medidas adecuadas, es posible mantener estos ecosistemas fundamentales para la supervivencia de muchas especies animales y vegetales.
Más información en #CienciaDirecta: Estudian el impacto del cambio climático en las últimas lagunas permanentes andaluzas
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