Investigadores malagueños han perfeccionado un método que facilita la adaptación biotecnológica de esta fruta, con el objetivo de conseguir frutos que prolonguen su periodo comestible después de la recogida, o que mejoren su aroma. La herramienta permite obtener células sin pared para la edición génica de la planta.
La pugna por la cuota de mercado tiene a las frutas como una de sus principales protagonistas. El exitoso cultivo de frutos rojos, y en especial fresa, en Andalucía abastece a numerosos países europeos. La búsqueda de un producto mejorado incluye que el efecto de la pudrición tarde en aparecer. Para lograr esta fresa más tiempo fresca investigadores andaluces trabajan para aumentar su vida tras la cosecha a partir de derribar la pared de sus células con el fin de reconstruirlas dotadas de nuevas características agronómicas.
De esta forma, investigadores del departamento de Botánica y Fisiología Vegetal de la Universidad de Málaga, junto con el de Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea ‘La Mayora’, y el IFAPA de Churriana, han mejorado la técnica para obtener una variedad de fresa que se conserve más tiempo. El método obtiene células sin pared, que se regeneran como plantas con nuevas características agronómicas, como la firmeza de la piel, un cambio que incide en frutos destinados a la exportación.
Una fresa de mayor consistencia de piel y, por tanto, con más tiempo de vigencia como producto a la venta, pasa inicialmente por la consecución de protoplastos, es decir, de células sin pared. A partir de ellas se regeneran plantas con alteraciones genéticas que, en algunos casos, pueden dar mejores resultados agrícolas.
La investigación se ha desarrollado con la variedad de fresa ‘chandler’, que facilita la obtención de nuevas características. “Esta es una herramienta biotecnológica que tiene varias aplicaciones prácticas, desde la obtención de nuevas variedades vegetales con características mejoradas, hasta la edición génica, lo que permitiría obtener plantas editadas, pero no transgénicas”, explica a la Fundación Descubre el investigador de la Universidad de Málaga José Ángel Mercado.
Es la primera vez que los expertos trabajan con protoplastos en fresas desde los años 90, debido a la complejidad de la técnica. “Los resultados ponen de manifiesto que se produce una alta variabilidad genética en el material regenerado, pero algunas líneas se comportan en campo de manera similar a la planta original, por lo que es una herramienta útil”, añade Mercado.
No transgénicas
El protoplasto que obtienen los expertos con su nuevo protocolo también permite fusionar dos especies cercanas, dando lugar a una tercera, un híbrido con características ventajosas. “Estas células puedes editarlas sin introducir otro gen, es decir, obtendríamos plantas editadas genéticamente a partir de su propio material genético, por tanto no sería transgénica”, indica el investigador de la Universidad de Málaga.
A este último supuesto también le concierne, apunta Mercado, una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea de 2018, que resolvió que los organismos obtenidos mediante técnicas de mutación de ADN son considerados seres modificados genéticamente (OMG), y deben acogerse a las obligaciones establecidas por la legislación europea sobre ellos.
El trabajo científico que desarrolla el grupo de la Universidad de Málaga tendrá una duración total de 4 a 5 años. El tiempo hasta conseguir una nueva variedad de fresa lo considera Mercado incalculable en estos momentos. Sí ha constatado en el sector fresero el interés por disponer de mejores variedades, pues al exportar la mayoría de la cosecha resulta muy útil un mayor periodo de firmeza.
El trabajo está financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades con fondos europeos. También colaboran expertos del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias, y del Department of Physiological Botany (Universidad de Uppsala).
Más información en #CienciaDirecta: Mejoran la técnica para conseguir una variedad de fresa que se conserve más tiempo tras la cosecha
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