Córdoba /
27 de enero de 2020

Basura que se convierte en combustible

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Remedios Valseca / Fundación Descubre

Un equipo de investigación de la Universidad de Córdoba ha producido un combustible con características adecuadas para su uso comercial utilizando la comida que se desecha en restaurantes. Así, logran el objetivo de conseguir una economía circular, donde los residuos se conviertan en la materia prima de otros productos.

Cuando en 1985 se estrenó la película Regreso al Futuro nadie pensaba que llegaría el día en que un coche se alimentaría con basura como hacía el DeLorean, un vehículo capaz de viajar en el tiempo. La tecnología que mostraba la trilogía ya se ha visto sobrepasada en muchos aspectos como cuando mostraba una conversación a través de pantallas como algo ni siquiera imaginable o cuando la casa subía y bajaba las persianas con sólo una orden del dueño. Algo que presentaban como ficción se ha convertido en ciencia cotidiana para cualquier ciudadano hoy día.

Los expertos no han logrado que el mítico DeLorean viaje en el tiempo, pero sí han creado un combustible que lo impulsa a partir de basura, como aparecía en Regreso al Futuro.

El DeLorean también está cada vez más cerca gracias al trabajo desarrollado por un equipo de investigación de la Universidad de Córdoba. Los expertos no han logrado que viaje en el tiempo, pero sí han creado el combustible que lo impulsa a partir de basura.

Así lo han demostrado en un artículo publicado en la revista Fuel. En él exponen que a partir de los ácidos grasos provenientes de los desperdicios de alimentos de restaurantes es posible crear un biodiésel que cumple las propiedades fundamentales de la norma europea. Además, se obtiene con un importante ahorro de energía y tiempo de reacción frente a otros carburantes vegetales, reduciendo de una hora a 20 minutos la transformación de los ácidos grasos en biodiésel.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), alrededor de un tercio de la producción de los alimentos destinados al consumo humano se pierde o desperdicia en todo el mundo, lo que equivale a aproximadamente 1300 millones de toneladas al año. Es decir, una gran cantidad de recursos económicos, humanos y energéticos se tiran a la basura, junto a la comida desechada.

La investigadora de la Universidad de Córdoba Pilar Dorado, responsable de la investigación.

El equipo de investigación apunta además que la cantidad de desperdicios de alimentos supone un problema ambiental muy costoso y la necesidad de una inversión importante en la gestión de los residuos por parte de las administraciones. “El aceite que hemos obtenido procede tanto del contenido lipídico de la propia comida desechada como de aceites ya usados, grasas, carnes, sebo de cordero y aceite de pescado. Tras el procesado, el biodiésel que se logra podría usarse en motores comerciales”, indica a la Fundación Descubre la investigadora de la Universidad de Córdoba Pilar Dorado, responsable de la investigación.

Así, el análisis de propiedades físicas y químicas mostró que el producto cumple con el estándar europeo de biodiésel, aunque aún es necesario ajustar más la estabilidad a la oxidación, el rendimiento y el contenido de glicéridos, necesarios para su comercialización inmediata. Sin embargo, este biocombustible se podría utilizar mezclándolo con gasóleo o mediante la simple adición de antioxidantes fenólicos, unos compuestos naturales que contribuyen a un mejor rendimiento en el motor.

Por otro lado, el 95% de las materias primas de biodiésel provienen de cultivos comestibles como la palma, la soja y el aceite de colza. Esto hace que se haya desarrollado una industria exclusiva para la producción de combustibles vegetales que podría afectar negativamente a la cadena de suministro de alimentos y al equilibrio ambiental por el uso intensivo del suelo.

Tras el procesado, el biodiésel que se logra podría usarse en motores comerciales.

Por ello, los expertos observaron la posibilidad de utilizar la basura orgánica procedente de alimentos para la extracción de grasas que permitieran su transformación en combustibles vegetales y así fomentar el desarrollo de una economía circular eficaz siguiendo la regla de las tres ‘R’ (reducir, reciclar, reutilizar). Esta estrategia pretende que el actual flujo de los alimentos (recursos-producto-residuos) se transforme en un flujo circular (recurso-producto-residuos reciclados-producto). De esta manera, consiguen un doble objetivo: reciclar los desechos y lograr un producto sostenible con menor coste energético.

Más información en #CienciaDirecta: Desarrollan biodiésel a partir de basura procedente de alimentos


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