Aportan nuevos datos sobre la compleja relación ‘amor-odio’ entre leones y hienas, que compiten por la carroña
Un equipo de investigadores, liderado por la Universidad de Granada, desentraña la compleja relación que existe entre ambas especies animales alrededor de la carroña de la que se alimentan, lo que ayudará a comprender mejor cómo los dos mayores carnívoros africanos pueden coexistir incluso en pequeñas reservas naturales
Es bien sabido que los leones (Panthera leo) y las hienas manchadas (Crocutacrocuta) compiten por las mismas presas, fundamentalmente mamíferos ungulados de tamaño medio-grande. Incluso, los leones pueden arrebatar las presas cazadas por las hienas, y viceversa, en una interacción denominada “cleptoparasitismo”. No obstante, los hábitos carroñeros de estas dos especies van mucho más allá, de modo que ambas especies aprovechan prácticamente cualquier cadáver que encuentren en sus prospecciones del territorio. De hecho, a veces consumen más carroña que presas vivas. Pero, ¿cómo interactúan leones y hienas en la carroña?
Un equipo de investigadores, liderado por la Universidad de Granada (UGR), acaba de publicar un estudio en la revista Oikosque intenta responder a esta cuestión. El trabajo de campo fue realizado en dos reservas naturales de Sudáfrica, una con leones y hienas (Hluhluwe-iMfolozi Park) y otra con hienas pero no leones (MkhuzeGame Reserve), ambas en la región de Zululand.
Según explica Marcos Moleón Paiz, investigador del departamento de Zoología de la UGR y uno de los autores de este trabajo, “el patrón de consumo de carroña fue similar entre ambas especies, si bien encontramos importantes diferencias. Por ejemplo, los leones mostraron una mayor preferencia por cadáveres de animales grandes, mientras que las hienas aprovecharon también los cadáveres más pequeños, que fueron prácticamente ignorados por los leones”.
Los datos indican que, cuando ambas especies están presentes en la misma carroña (la probabilidad de encontrarse en la misma carroña es mayor conforme aumenta el tamaño del cadáver), el león es la especie dominante, especialmente cuando aparece un macho adulto.
“Las hienas modifican su comportamiento en presencia de su competidor”, prosigue Moleón. “Por un lado, tienen que ceder parte de la pitanza a los leones. Por otro, se hacen más diurnas que en al área donde no hay leones, donde son genuinamente nocturnas y crepusculares”.
Curiosamente, la relación entre leones y hienas también incluye interacciones positivas. Por ejemplo, “las hienas encuentran más rápido la carroña si los leones ya están presentes, probablemente porque las primeras escuchan, huelen o incluso activamente siguen a los segundos”, indica Moleón.
Este trabajo revela que, para garantizar la coexistencia a largo plazo de las poblaciones de leones y hienas en una misma área (particularmente si se trata de reservas naturales de reducido tamaño), es importante procurar una variada oferta de presas, que incluya megahebívoros como elefantes y rinocerontes.
Poblaciones reducidas
“Desgraciadamente, las poblaciones de estos megaherbívoros se están viendo dramáticamente reducidas debido al tráfico de marfil de elefante y cuernos de rinoceronte, creciente en estos tiempos de escasa vigilancia ambiental por la epidemia de COVID-19”, lamenta el investigador de la UGR.
La elaboración de este trabajo ha requerido años de trabajo de campo intensivo. Los muestreos consistieron en colocar animales muertos de diferentes tamaños, desde pollos procedentes de una granja local hasta animales silvestres como impalas, nyalas, ñúes, búfalos, rinocerontes (blancos y negros) y hasta elefantes.
Frente a estos cadáveres, se colocaban una o dos cámaras-trampa que captaban a todos los carroñeros que se acercaban. Una vez consumida la carroña, las cámaras eran retiradas y las fotografías analizadas (en total, se obtuvieron 6.927 fotos de carroñeros, incluidas 789 de leones y 2.133 de hienas).
“En el caso de algunos búfalos, rinocerontes y elefantes”, señala Moleón, “cuando llegábamos al cadáver encontrábamos que se nos habían adelantado los leones o las hienas. Entonces, teníamos que espantarlos unos metros durante los minutos que necesitábamos para poder colocar la cámara. En estas situaciones, por seguridad, siempre íbamos acompañados de un ranger armado con un rifle, aunque nunca fue necesario disparar, ni siquiera al aire”.
Para ello, Moleón vivió en una de las reservas (Hluhluwe-iMfolozi) durante dos años, en un pequeño campamento rodeado por un vallado electrificado. “Tener la oportunidad de vivir África desde dentro es una experiencia absolutamente mágica e inolvidable, tanto en lo personal como en lo profesional. Desde que llegué por primera vez a Zululand en 2010, buena parte de mi trayectoria investigadora gira en torno a la megafauna del continente africano” comenta el investigador de la UGR.
“Los futuros proyectos en este continente pasan por estudiar cómo la presencia de estos grandes carnívoros influye en el paisaje del miedo del resto de animales de la sabana, y cómo la megafauna africana en general puede ser un motor económico para la sociedad africana”.
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