Inteligencia emocional durante el confinamiento por la COVID-19 regula sus emociones y reduce el desgaste académico
Investigadores de la Universidad de Granada lograron durante el confinamiento de la pasada primavera mediante unos talleres de inteligencia emocional que los universitarios manejaran sus procesos adaptativos de manera más adecuada, y regularan mejor sus emociones.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Granada (UGR) y publicado en la revista Pharmacy ha revelado que la aplicación de diversos conceptos de inteligencia emocional en seminarios impartidos durante el periodo de confinamiento de la pasada primavera por la COVID-19 a estudiantes de la UGR hizo que estos manejaran sus procesos adaptativos de manera más adecuada, y regularan mejor sus emociones, ya que sintieron menos desgaste académico y se mostraban más comprometidos con sus actividades académicas que antes de estos talleres.
La aparición y rápida propagación del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 supuso tomar medidas sin precedentes para controlar la pandemia, que en España obligó a un estado de alarma y un encierro muy estricto, llevando al sistema universitario a transformarse rápidamente en un sistema virtual on line. Teniendo en cuenta las dificultades docentes originadas entre otros motivos por las deficiencias emocionales e incertidumbre durante la pandemia, los investigadores de la UGR decidieron aprovecharla inteligencia emocional (IE) como una de las herramientas didácticas más poderosas para lograr una mayor implicación y compromiso de los estudiantes con su actividad académica y así subsanar estas carencias.
Estas inquietudes por mejorar el proceso docente de los profesores del departamento de Fisiología de la UGR, junto con otros profesores de la Facultad de Farmacia y el Gabinete Psicopedagógico de la Universidad de Granada, les llevó a plantear este estudio, que tenía como objetivo establecer el efecto del confinamiento sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje y el rendimiento académico y el impacto de la aplicación de la IE en los estudiantes universitarios para mejorar su rendimiento.
Como explica el autor principal de este trabajo, Javier Díaz Castro, del departamento de Fisiología de la UGR, la COVID-19 ha situado a profesores y estudiantes en una situación de incertidumbre, de retos constantes, frustración y desafíos.
“No podemos seguir enseñando como lo hacíamos antes, ya que las circunstancias han cambiado. Necesitamos reinventarnos para mantener una docencia de calidad y atraer el interés de nuestros estudiantes. Puesto que la llave del aprendizaje la guarda la emoción, no la razón, y que un ambiente positivo es el comienzo para lograr un aprendizaje significativo, está claro que para conseguir aprendizaje de calidad, es fundamental tener en cuenta las emociones, necesidades, motivaciones, intereses y objetivos de los estudiantes”, apunta el profesor de la UGR.
El binomio razón-emoción es indisoluble y sinérgico. “Debemos motivar, emocionar e ilusionar para que el aprendizaje cale de manera profunda en el estudiante. Nada se conoce, se recuerda y se aprende más que aquello que interesa, motiva e ilusiona. La adquisición de conocimientos, la curiosidad, la atención o la memoria, requieren de emociones positivas. La emoción es la herramienta didáctica más poderosa que existe”, señala.
En esta investigación participaron estudiantes voluntarios de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada. Se establecieron dos períodos temporales: al inicio del período de confinamiento y después de enseñar varios conceptos de inteligencia emocional on line durante dos meses. Para evaluar la intervención se utilizó las versiones en español de las escalas Maslach Burnout Inventory-Student Survey Inventory (MBI-SS) y Utrech Work Engagement Scale-Students (UWES-S).
En total, el 63.5% de los estudiantes presentó desgaste académico durante el encierro previo a la intervención. Después de los talleres y seminarios de la IE, solo el 31.1% presentó desgaste académico. Antes de la intervención con los talleres de inteligencia emocional, el 44.6% experimentaba agotamiento y el 60.3% sentía que era ineficaz en su desempeño académico.
Después de los talleres y seminarios de inteligencia emocional realizados en la UGR, sólo el 29.1% de los alumnos experimentó agotamiento y el 28.8% sintió que era ineficaz en su vida académica. Las puntuaciones obtenidas tras el estudio de la IE en seminarios de Fisiología llevaron a mejores niveles en todas las variables estudiadas.
Los estudiantes manejaron sus procesos adaptativos de manera más adecuada y regularon mejor sus emociones, ya que sintieron menos agotamiento académico y se mostraban más comprometidos con sus actividades académicas al final del estudio de la IE a través de la Fisiología.
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