Investigadores de la Universidad de Jaén han demostrado que el zumo de aceituna mejora la producción de unos compuestos que actúan como ‘opiáceos’ naturales en el organismo. Los experimentos, realizados con ratas, indican que el tipo de grasa que se consume también incide sobre algunos procesos cognitivos.
El dolor no es más que un mecanismo de defensa en los seres vivos para señalar que algo no va bien. Tras la alerta en el organismo se producen unas sustancias de manera natural que funcionan como analgésicos: las encefalinas. Su acción es parecida a la morfina y hacen que el dolor desaparezca o, al menos, que sea soportable. Momentos placenteros como practicar deporte o escuchar música hacen que aumente su liberación en el sistema nervioso central.
Conocer cómo funciona la producción de encefalinas de manera natural y la acción o inhibición de encefalinasas, unas enzimas de las células cerebrales responsables de degradar o inactivar a las encefalinas, puede ayudar a la comunidad científica a encontrar analgésicos más potentes y con menos efectos secundarios. Los actualmente utilizados, especialmente destinados a enfermos que sufren dolor crónico, suelen ser la morfina y otros opiáceos sintéticos, que pueden ocasionar adicción.
Además, estas sustancias están involucradas en diversas funciones como el aprendizaje o la memoria, en el sistema cardiovascular o el comportamiento en alimentación. Si los niveles están alterados puede ser indicador de problemas neurológicos. Con el objetivo de conocer más detalles en el proceso de producción de estas sustancias, los investigadores de las Universidades de Jaén y del País Vasco, junto al Instituto de Endocrinología Experimental de la Academia de Ciencias de Eslovaquia plantean en un artículo publicado en la revista Endocrine regulations si la dieta influye. Concretamente, si el tipo de aceite que se ingiere podría ser un factor favorecedor o perjudicial para la producción de encefalinas.
Los experimentos, realizados en ratas, concluyen que los animales alimentados con una dieta enriquecida con aceite de oliva y de pescado, presentan una menor actividad de encefalinasas que los tratados con grasa de coco. “Estos resultados abren nuevas posibilidades en el diseño de estrategias terapéuticas para el control del dolor y el estrés”, indica a la Fundación Descubre la investigadora de la Universidad de Jaén Ana Belén Segarra, autora del artículo.
Por otra parte, el estudio también demuestra que el tipo de aceite que se consume influye sobre las encefalinasas provocando su activación o inhibición para que no actúen cuando no deben. Es decir, si la enzima está activa habrá menos opiáceos naturales presentes y viceversa. Así, los ratones que ingirieron aceite de oliva, rico en ácidos grasos monoinsaturados, tenían en su cerebro un mayor contenido de estos ácidos, mayor cantidad de encefalinas y menores niveles de encefalinasa.
Esto se produce porque el tipo de aceite de la dieta condiciona la composición de las membranas celulares y esto influye en la activación o inhibición de la enzima. Además, han confirmado que la actividad de la encefalinasa se relaciona también con el nivel de ácidos grasos. “Los resultados indican que los omega 3 presentes en el cerebro de los ratones que consumieron aceite de oliva se relacionan con la actividad encefalinasa favoreciendo la producción de encefalina. Por el contrario, en el grupo alimentado con aceite de coco, los ácidos grasos saturados presentes en sus membranas celulares son perjudiciales para el cerebro y activan a las encefalinasas, produciendo la degradación de encefalinas”, añade la investigadora.
Además de la dieta, los investigadores apuntan otros factores que podrían tener una influencia directa en estas sustancias como el ciclo día-noche, el género o el ciclo ovárico.
Más información en #CienciaDirecta: Relacionan el consumo de aceite de oliva con la producción de sustancias neuronales que reducen el dolor.
Suscríbete a nuestra newsletter
y recibe el mejor contenido de i+Descubre directo a tu email