Jaén /
20 de diciembre de 2022

Almazaras adaptadas a la lucha por el cambio climático y al ahorro energético

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Remedios Valseca / Fundación Descubre

Un equipo de investigación de la Universidad de Jaén ha evaluado en una planta piloto el impacto económico y medioambiental de la implantación de un generador que reduce la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera y crea biocarbón, un material que, además de servir de sustrato para el cultivo, contribuye a la captación de carbono en el suelo. El método ya se encuentra en vías de aplicación en el norte de África. 

El precio de la luz, el cambio climático y el aumento del coste de la cesta de la compra son constantes en los medios de comunicación en el día a día desde hace meses. Las cabeceras de los principales informativos, ya sean de radio, televisión y prensa, papel o digital, abren con alguno de estos titulares de manera recurrente.

Y es que la población española señala estos tres temas entre los que más le preocupan en la actualidad, según el último barómetro del CIS publicado. Desde distintos agentes sociales, se insta a interiorizar la necesidad de cambiar hábitos de consumo que minimicen el impacto de esos problemas en nuestras vidas.

Si comparamos las costumbres de uso (o abuso) de hace unas décadas con las de hoy, se observa el cuidado paulatino que se va asumiendo en los hogares, tanto en el ahorro como por el medio ambiente. En casa se recicla, se rediseñan envases más sostenibles, se reduce el gasto energético, se reutilizan objetos para prolongar su vida útil, se repara lo roto o se renueva para darle una segunda funcionalidad, se recupera lo viejo para hacerlo ‘vintage’. Toda una lista de erres que se van sumando para participar como ciudadanos activos en la economía circular.

Las empresas y la industria también deben sumarse a estas propuestas y orientar sus productos y procesos a la nueva realidad que demanda la ciudadanía global. Las posibilidades que se brindan desde la ciencia y la técnica actuales favorecen la implantación de medidas para esa adaptación. Un ejemplo de ello es el planteamiento que publica un equipo de investigación de la Universidad de Jaén en un artículo de la revista Biomass and Bioenergy. Se trata de un sistema dirigido a las almazaras con el que podrán, a partir de sus propios residuos, ahorrar en la factura de la luz y contaminar menos la atmósfera, además de desarrollar nuevos productos para el mercado agrícola con los que obtendrán nuevos beneficios.

El sistema consiste en una planta de gasificación que se alimenta de los residuos y genera el gas suficiente para la obtención de electricidad en la producción de aceite de oliva. El propio alperujo que se crea en la molienda de la aceituna, es el alimento para el generador que sirve energía a la planta. “De esta manera, no solo se evita la necesidad del consumo eléctrico externo, lo que supone un ahorro muy considerable para los productores, sino que también se reduce un 8,25% la huella ambiental de las almazaras. Esta bajada supone un 21% menos en la contribución de esta industria en el cambio climático con respecto a la actualidad”, indica a la Fundación Descubre el investigador de la Universidad de Jaén Lázuli Fernández, uno de los autores del artículo.

 

El equipo de la Universidad de Jaén, autor del artículo.

El equipo de la Universidad de Jaén, autor del artículo.

Repensar, reestructurar y redistribuir residuos

Los residuos que se generan en la producción de aceite de oliva en las almazaras suponen el 80% del peso total de la aceituna que se recibe. Con este método se aprovechan en origen y se les da valor directo convirtiéndolos de nuevo en materia prima para la generación de electricidad. Así, se propone como una de las mejores opciones para que esta industria sea ejemplo de economía circular.

El aceite se extrae separando el material sólido y el líquido. Posteriormente se lava para eliminar posibles impurezas. De esta manera, tras el envasado y etiquetado, queda disponible para su venta.

Esquema del modelo de producción de energía con gas obtenido del alperujo.

En una almazara convencional se obtienen, además, dos productos de los desechos sólidos: 

En una almazara con la planta gasificadora propuesta por los investigadores se logra:

  • Huesos, para la creación de biomasa. No es necesaria la quema, por lo que se vende el 100% como subproducto sin emisión de gases.
  • Biocarbón, para su venta como sustrato en cultivos. Además de servir para enriquecer el suelo y conservar agua, es un retenedor natural de carbono, ya que lo mantiene fijado al suelo durante siglos y contribuye con su eliminación de la atmósfera.
  • Gas, que se convierte en electricidad para el autoabastecimiento de la almazara.

Por otro lado, no sólo se elimina la factura de la luz de las almazaras, sino que se produce el suficiente excedente para verter la energía sobrante a la red pública y obtener ingresos por ella. “Además, la contribución a la sostenibilidad del medio ambiente y a la mitigación del cambio climático, lo convierten en la alternativa más eficiente actualmente en el mercado”, añade el investigador.

Los expertos disponen de un prototipo ubicado en las instalaciones del Ifapa en Mengíbar (Jaén).

Los expertos disponen de un prototipo ubicado en las instalaciones del Ifapa en Mengíbar (Jaén). El proyecto ya está en vías de implantación en distintas ubicaciones africanas donde el acceso a la red eléctrica es complicado o deficiente. “Este tipo de sistemas lleva tiempo funcionando en otras industrias en zonas como India, donde aprovechan la cáscara de arroz como fuente de energía”, señala el investigador.

Aparte de los beneficios económicos y para el medio ambiente que supone la implantación de una planta de gasificación en las almazaras, el sistema puede ser escalable y personalizable a cada una de ellas en función de su producción y necesidades específicas. Además, los expertos han calculado el retorno de la inversión necesaria para la adaptación de la industria en torno a 4 años, una cifra insignificante si la comparamos con los años de vida que la reducción de huella ambiental regalará al planeta.

aceite

Los residuos que se generan en la producción de aceite de oliva en las almazaras suponen el 80% del peso total de la aceituna que se recibe.

Sería interesante que mañana la prensa abriera el día con titulares que presenten a las productoras del ‘oro líquido’ como ejemplo de la economía circular en el país y, al traspasar las fronteras, se reconozca su aportación al mundo no sólo como aderezo gastronómico de alto valor, sino como precursor de la lucha contra el cambio climático y el ahorro energético.

Más información en #CienciaDirecta: Emplean gas de residuos en almazaras para su autoconsumo eléctrico y térmico


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