Cádiz /
11 de octubre de 2025

En busca del agua perdida: un método para medir la evaporación y eficiencia de los embalses andaluces

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Amalia Rodríguez

Fuente: Fundación Descubre

Las altas temperaturas; los fuertes vientos, especialmente de levante; la escasa humedad del aire… Estos y otros factores ambientales, físicos y químicos influyen en el proceso por el que el agua pasa de estado líquido a gaseoso. Para identificar el volumen de agua que se evapora en los embalses andaluces, un equipo de investigación de la Universidad de Cádiz ha diseñado un sistema que ha aplicado a 76 de ellos. Como resultado, han cifrado en casi 550 hectómetros cúbicos al año el volumen medio evaporado, lo que representa el 8% de los caudales de entrada.

Andalucía es la comunidad autónoma española con mayor número de embalses, concretamente 86 según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO). En una tierra marcada por el sol y la sequía, estas infraestructuras son clave para garantizar el abastecimiento, el riego y la gestión hídrica. 

Y más cuando este verano de altas temperaturas sigue causando estragos en el estado de los embalses andaluces, aunque encara el otoño, por primera vez en cuatro años, sin alertas por sequía.

Conocer cuánto agua se pierde por evaporación ayuda a planificar mejor el uso del agua para riego, consumo urbano o industrial y al mismo tiempo permite ajustar las políticas de gestión para evitar sorpresas y optimizar la disponibilidad. En definitiva, medir estas pérdidas permite diseñar estrategias para minimizar el impacto de la sequía.

Equipo de investigación de la Universidad de Cádiz que ha participado en este estudio.

En este sentido, un grupo de investigación de la Universidad de Cádiz, en colaboración con el Instituto Universitario de Investigación Marina (INMAR) y la Universidad del Algarve (Portugal), han desarrollado una metodología que cuantifica la cantidad de agua mensual que se evapora en los embalses andaluces. Con este sistema, los expertos han establecido además un índice de su eficiencia y unas pautas con recomendaciones científico-técnicas para la construcción de nuevas infraestructuras hídricas en países en vías de desarrollo. 

Tras aplicar este método a la práctica totalidad de embalses de más de 5 hectómetros cúbicos de capacidad, repartidos por las diferentes demarcaciones hidrográficas de toda Andalucía, los expertos han cifrado en casi 550 hectómetros cúbicos al año el volumen medio evaporado de agua hacia la atmósfera de estos embalses, lo que representa el 8% de los caudales de entrada. 

Muestreos en todas las demarcaciones hidrográficas

Al mismo tiempo, los investigadores han realizado muestreos de aguas de los embalses recorriendo más de 6.000 kilómetros a lo largo de las demarcaciones hidrográficas del Guadalquivir, de las Cuencas Mediterráneas Andaluzas, del Guadalete-Barbate, del Tinto, Odiel y Piedras y de la demarcación hidrográfica del Guadiana, ésta última en la provincia de Huelva. “En una región como Andalucía, tensionada en algunos puntos donde se incrementa la demanda de agua para consumo agrícola y de población en épocas puntuales del año, es necesario disponer de este tipo de datos”, asegura a la Fundación Descubre Santiago García López, profesor de la Universidad de Cádiz y coautor del estudio.

Los investigadores han realizado muestreos de aguas de los embalses recorriendo más de 6.000 kilómetros a lo largo de la región.

Los resultados del estudio, publicado en Journal of Hydrology: Regional Studies, indican que, cada año, los embalses andaluces pierden 547 hectómetros cúbicos como valor promedio. “Ésta es una cifra muy significativa en términos absolutos. El mayor embalse de Andalucía, el de Iznájar, que se encuentra entre las provincias de Córdoba, Granada y Málaga, tiene una capacidad de unos 900 hectómetros cúbicos aproximadamente a plena capacidad. Por lo tanto, esta pérdida de agua hacia la atmósfera equivaldría a más de la mitad del agua que podría almacenar la mayor presa de nuestra región”, explica García López. 

Índices de eficiencia

Por otro lado, los expertos han aplicado esta metodología para clasificar los embalses según su eficiencia y proponen dos índices: de eficiencia de almacenamiento y de eficiencia de suministro. Con ambos, establecieron niveles entre embalses de alta eficiencia, eficiencia media y baja eficiencia en términos de almacenamiento y suministro. “Según este criterio de clasificación, el 9% de los embalses de Andalucía entran en la categoría de baja eficiencia en términos de almacenamiento y suministro, mientras que el 5% tiene un excelente comportamiento en cuanto a pérdidas por evaporación”, detalla el coautor del estudio. 

En este sentido, la localización geográfica, la climatología y la ortografía que rodea las presas juegan un papel determinante. “Los embalses de alta montaña, como el de Quéntar, en Granada, al pie de Sierra Nevada, suelen tener vasos (contenedores de agua) profundos  con laderas con gran pendiente. Además, sus condiciones climáticas son algo más favorables para evitar la evaporación. En cambio, los embalses en las cuencas medias-bajas de los ríos, con vasos poco profundos y con diques largos y de poca altura, están más expuestos a ella. Es el caso del de Barbate, con una capacidad de 220 hectómetros cúbicos, que se ve afectado especialmente cuando sopla fuerte el viento de levante, muy seco y persistente. En este embalse, casi el 25% del agua que llega a acumular se evapora como promedio”, indica García López.

Los expertos señalan que para reducir la evaporación de los embalses, éstos deben construirse atendiendo a condicionantes hidrológicos y geomorfológicos.

Como conclusión, los expertos señalan que para reducir la evaporación de los embalses, éstos deben construirse atendiendo a condicionantes hidrológicos y geomorfológicos, así como a otros condicionantes técnicos y socio-económicos. “Es igualmente importante considerar en el diseño de una obra de este tipo que el valle sea lo menos abierto posible y que sus laderas sean pronunciadas para reducir la superficie expuesta a la evaporación”, sugiere este experto.

Mientras el agua se evapora gota a gota sin hacer ruido y sutilmente, la ciencia andaluza ha medido lo imperceptible, tendiendo un puente entre lo que se escapa y lo que aún podemos salvar, recordando que para preservar lo primero siempre es conocer y entender la realidad.

Más información en #CienciaDirecta: Desarrollan un método que cuantifica la evaporación de agua en los embalses andaluces y clasifica su eficiencia


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