“La interacción con población local debe ser activa. Son los mejores embajadores para las personas que vienen de fuera”, señala Alfonso Vargas Sánchez, catedrático del departamento de Dirección de Empresas y Marketing de la Universidad de Huelva. “Los turistas tienen inquietudes por conocer el territorio que visitan, que les deje huella. Playas bonitas hay en muchos sitios, lo que te diferencia son la experiencias que seas capaz de ofrecer. El turismo del siglo XXI viene marcado por la autenticidad: que el territorio pase por ti y no tú por él”, subraya el también miembro del grupo de investigación en Estrategias de Innovación y Desarrollo en la Empresa Turística, GEIDETUR.
La ciencia integrada en la oferta turística de ocio cultural es un segmento especializado innovador, que además de responder a estas nuevas necesidades vivenciales de los visitantes, mejora también las oportunidades de futuro de la región. Andalucía está trabajando en esta segmentación y diferenciando su oferta. El turismo científico aprovecha los recursos existentes y a los profesionales formados para ofrecer un producto de consumo de calidad que contribuye a la desestacionalización de los destinos.
En relación a acabar con la estacionalidad del turismo, Alfonso Vargas Sánchez asegura que aún hay mucho camino por recorrer. “Andalucía tiene potencial y recursos más que sobrados que, si se venden adecuadamente, podrían alargar la campaña turística de manera que durase, no cuatro o cinco meses, sino todo el año”, asegura. Para ello, el experto de la Universidad de Huelva, señala la necesidad de complementar destinos más allá de los límites administrativos de cada provincia. “El turismo cultural en Sevilla durante la primavera y el otoño, puede alargarse con el de naturaleza en Huelva o Cádiz el resto del año, por ejemplo”, comenta.
Junto a la capacidad para organizarse interprovincialmente, otra de las mejoras que ve necesarias Vargas Sánchez es la necesidad de invertir la tendencia del turismo masificado. “Nos centramos demasiado en la cantidad, pero la rentabilidad viene de la mano de la calidad. Menos turistas pero de un perfil más alto pueden generar más dinero. Además, se evitarían los impactos negativos de la masificación, como la congestión de servicios o el impacto medioambiental”, explica el catedrático. De la misma manera, señala como relevante estar a la altura de las expectativas que se ha generado en el turista, de manera que obtenga la máxima satisfacción posible. Para ello, recomienda coordinar tanto a actores públicos como privados en la tarea.
“Los destinos perderán importancia: lo que realmente se valora es lo que puedes hacer, no donde lo haces. Y ello con un marchamo de autenticidad: un turista más experimentado e informado espera y exige más. Bienvenidos a las emociones, lo que es lo mismo que decir a la humanización del turismo. En la era de la tecnología, las personas (tanto turistas como residentes) y la interacción entre ellas en las comunidades locales será clave para lograr el referido marchamo de autenticidad”, concluye el experto. En este marco, el turismo científico está llamado a ser uno de los actores principales, sobre todo en Andalucía.
Suscríbete a nuestra newsletter
y recibe el mejor contenido de i+Descubre directo a tu email