20 de julio de 2016

Las dos caras de la investigación

Fotografía ilustrativa de la noticia

Las actuales investigaciones en torno al sistema inmunológico se dividen en dos líneas. La primera, la activación, es decir, qué hay que hacer para incrementar la actividad del entramado defensivo del organismo. En este campo se desarrolla la inmunología antitumoral que consiste en intentar que el sistema inmunitario reconozca como extrañas las células tumorales y actúe directamente sobre ellas. “El organismo no identifica como nocivas las células cancerígenas cuando, en realidad, sí lo son porque se han transformado; han mutado de células propias, sanas, a tumorales, y han aprendido a evadir la respuesta inmune. Por eso el cáncer es tan difícil de combatir”, asegura González Rey.

La segunda línea se centra en lo contrario, es decir, en la inactivación del sistema inmunológico que se provoca en las enfermedades autoinmunes para intentar que el organismo deje de atacar a las células propias. “En este tipo de dolencias se usan compuestos o formulaciones para dormir o reducir al máximo la actividad de las defensas: los inmunosupresores”, declara.

Sin embargo, estos pueden tener efectos negativos en determinadas condiciones en las que se necesita un sistema inmunitario activo. Por ejemplo, en un quirófano, durante una operación o trasplante, donde es habitual que el paciente se infecte. “La respuesta del sistema inmunitario debe estar controlada. Si esa vigilancia no la ejerce el propio sistema de defensa, hay que ayudarlo. De ahí el uso de inmunosupresores en situaciones de hiperreactividad del sistema inmunológico como la autoinmunidad”, continúa.

En los últimos años, se investiga la capacidad inmunoreguladora de las células madre mesenquimales, aquéllas que pueden producir más de un tipo de célula especializada. “Se está intentando demostrar las posibles aplicaciones o potencialidades de estas células en distintos casos de activación del sistema inmunológico”, explica González Rey.


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