Una encuesta del equipo COSMO-Spain para conocer los motivos por los que algunas personas todavía no se han vacunado mostró que la mayoría de ellas temen por su seguridad y sus efectos secundarios; y que España no es un país de antivacunas: solo el 12 % de los no inmunizados es negacionista.
Ante la ausencia de un tratamiento eficaz y la llegada de nuevas variantes, las medidas preventivas y la vacunación siguen siendo los pilares fundamentales en la lucha contra la covid-19. Estudiar la percepción social, los conocimientos y las actitudes de la población en relación con la pandemia nos ayuda a conocer sus necesidades, comprender sus motivaciones e identificar las barreras y los facilitadores del comportamiento.
En el mes de octubre, el equipo COSMO-Spain, coordinado por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), lanzó una encuesta para conocer los motivos de las personas que aún no se han vacunado e identificar posibles factores asociados con el rechazo a la vacunación. Esta se llevó a cabo mediante un cuestionario online por redes sociales y WhatsApp cuyos resultados se dieron a conocer la semana pasada.
A la encuesta contestaron 2 312 personas, de las cuales un 97 % declaró que no se había puesto ninguna dosis de la vacuna y un 3 % que, aunque se había puesto una dosis, no pensaba ponerse la segunda. La principal razón para no haber completado la pauta de vacunación fue haber tenido muchos efectos adversos con la primera dosis (44 %).
Miedos y dudas
Asimismo, la razón principal para no vacunarse (indicada por el 71,9 % de las personas encuestadas) fue tener dudas sobre la seguridad de las vacunas debido a la percepción de que se han desarrollado muy rápido. El segundo motivo más citado por los encuestados es, de nuevo, el miedo a los efectos secundarios y a un posible riesgo para la salud, con un 50 % (hay que tener en cuenta que se permitía elegir varios motivos). Otras razones mencionadas se relacionan con una baja percepción del riesgo (“estoy sano y no necesito vacunarme”) y con dudas sobre la eficacia de las vacunas (“las vacunas contra la covid-19 no funcionan”), con porcentajes de un 41 % para ambos motivos.
Únicamente el 12 % de los encuestados es totalmente negacionista e indica que no se ha vacunado porque cree que el coronavirus no existe o porque piensa que las vacunas son un engaño. Un 6 % no cree en las vacunas en general. En contraste, el 9 % refiere no haberse vacunado por haber pasado la enfermedad y, por lo tanto, porque siente que está inmunizado, y un 8 % indica que no se ha vacunado por problemas de salud o indicación médica.
El estudio también recoge que las personas no vacunadas, además, tienen una menor percepción de la gravedad de la enfermedad (solo un 9 % cree que podría tener un cuadro grave de covid-19), una menor adherencia a las conductas preventivas y un menor grado de alfabetización en salud. Es decir, menor facilidad percibida a la hora de encontrar, comprender, evaluar y aplicar la información relativa al coronavirus que la población general.
Además, el 60 % de los encuestados indicó que nunca o casi nunca consulta la información sobre el coronavirus y, en general, la confianza en las fuentes de información sobre el coronavirus es baja.
Comunicación actualizada con evidencias científicas
A pesar de que el estudio recoge todo tipo de dudas sobre las vacunas, los resultados sobre la alfabetización en salud de los encuestados nos sugieren que nos encontramos con un grupo de población que tiene dificultades para acceder a información fiable, basada en la evidencia científica sobre la pandemia, lo que lleva a conocimientos y actitudes en ocasiones sesgadas.
Por todo esto, resulta relevante recordar que tanto los mensajes como los medios de comunicación deben estar actualizados y responder a las dudas de la población únicamente con evidencia científica. Por ejemplo, hay que esperar a la ciencia antes de valorar los efectos de nuevas variantes sobre las vacunas.
Además, entre las personas no vacunadas y las personas vacunadas o que han pasado la enfermedad pero que no se han inmunizado, en España todavía quedan unos diez millones de personas que se podrían infectar de coronavirus, por lo que, además de vacunarse, es fundamental mantener siempre el resto de medidas preventivas.
También es importante resaltar que después de un año de vacunación hay evidencia clara de que las vacunas son seguras y protegen contra la covid-19, gracias a los estudios de farmacovigilancia realizados por las agencias regulatorias como la Agencia del Medicamentos Europea, que siguen recogiendo datos sobre la eficacia de estas vacunas y sus efectos secundarios, como se hace con cualquier otro medicamento.
Además, el Ministerio de Sanidad informa todas las semanas sobre la incidencia de la enfermedad entre vacunados y no vacunados y hasta el momento tanto la incidencia, la hospitalización y los fallecimientos en personas completamente vacunadas es muy inferior a lo observado en personas no vacunadas.
La gran mayoría no es antivacunas
En relación con el miedo a los efectos secundarios que refieren tanto los que solo se han puesto una dosis, como los que no se han puesto ninguna, pasar la covid-19 puede ser mucho más grave y peligroso que los efectos secundarios de las vacunas. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) recoge información sobre estos efectos y los describe como “leves, de corta duración y no todas las personas los sufren”. Los efectos secundarios más frecuentes son: dolor en el lugar de la inyección, fiebre, cansancio, mareo y dolor de cabeza, con una duración máxima de tres días, mientras que las personas no vacunadas corren el riesgo de tener una covid-19 grave, ingresar en una UCI y sufrir lo que se ha llamado “covid persistente”, cuyos síntomas son duraderos y pueden causar discapacidad.
En definitiva, este estudio sobre las personas no vacunadas nos muestra que España no es un país de antivacunas y que en absoluto todas las personas que todavía no se han vacunado niegan la existencia del virus o creen que todo es una conspiración.
Es primordial atender a las dudas y preocupaciones que muestran la mayoría de las personas no vacunadas, luchar contra la desinformación y los bulos con la evidencia científica. Solo así facilitaremos una correcta interpretación de los datos.
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