Olga Muñoz, científica del Instituto de Astrofísica de Andalucía: «El Planeta Rojo nos puede dar las claves de cómo será el futuro de la atmósfera terrestre”
Esta científica, que comenzó estudiando Física Electrónica, recuerda la colisión del cometa Shoemaker-Levy 9 contra Júpiter (1994) como el evento histórico que marcó el punto de partida de una brillante trayectoria profesional centrada en el estudio de las atmósferas planetarias y cometarias del Sistema Solar. Hoy está al frente del Laboratorio de Polvo Cósmico del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA), único en el mundo, dirigiendo un equipo de cinco profesionales, entre investigadores e ingenieros. Y continúa soñando con descubrir si realmente ha habido vida en algún lugar del universo.
Su investigación se centra en el estudio del polvo cósmico, explíquenos en qué consiste.
Con polvo cósmico nos referimos a partículas en estado sólido compuestas, por ejemplo, de silicatos o distintos tipos de carbón. Estos materiales están presentes tanto en las atmósferas planetarias, como en cometas, o asteroides, o en los discos alrededor de estrellas donde se forman los planetas.
En la atmósfera de la Tierra también podemos encontrarlas y se conocen como aerosoles. Nuestra labor consiste en caracterizar sus propiedades físicas (tamaño, morfología y composición), porque esta información nos va a decir, por ejemplo, si las nubes de polvo de los aerosoles del polvo del desierto, las erupciones volcánicas, e incluso la polución, producen un calentamiento o un enfriamiento en nuestro propio planeta.
¿Cómo son capaces de extraer esta información?
Tratamos de simular en el laboratorio la interacción de la radiación solar con estas nubes de polvo. Para ello, generamos una nube de polvo de análogos de polvo cósmico, con características similares a los que podríamos encontrar en Marte o en un cometa. Por otro lado, nuestro Sol es un haz láser que puede emitir a distintas longitudes de onda.
Por tanto, lo que estudiamos es cómo esa nube de polvo dispersa el haz láser en todas las direcciones. De este modo, podemos establecer una relación entre las propiedades físicas del polvo y la forma en que estas nubes dispersan la luz en todas las direcciones.
¿Por qué decidió centrarse en el análisis de estas partículas?
Inicié mi tesis doctoral estudiando la atmósfera de Júpiter, concretamente el análisis de la distribución vertical de nubes en la atmósfera de este planeta. Coincidió que, justo cuando llegué al IAA, se produjo un evento espectacular dentro del campo de estudio del sistema solar: el impacto del Cometa Shoemaker-Levy 9 contra la atmósfera de Júpiter. Esta situación tan especial generó unas gigantescas nubes de polvo en la atmósfera joviana que nos daban mucha información sobre la dinámica de su atmósfera, o sus capas más profundas.
Este tema me llevó a realizar una estancia postdoctoral en en el departamento de Física y Astronomía de la Free University de Ámsterdam donde inicié mi carrera en el campo de la Astrofísica experimental, dentro del laboratorio de polvo de esta institución.
¿Qué aplicaciones tiene para la sociedad?
Los aerosoles terrestres afectan de una forma muy importante al balance radiactivo de la atmósfera. Esto lo vemos fácilmente en el Sur de Europa en general y en Andalucía en particular, durante las intrusiones de polvo Sahariano. Estas nubes de polvo interaccionan con la radiación solar produciendo un calentamiento de la atmósfera. Tener un conocimiento de sus características físicas nos va a permitir saber de qué forma afectan al clima todas estas tormentas. En este sentido trabajamos en el diseño de un detector de detección remota para monitorizar y caracterizar los aerosoles atmosféricos mediante técnicas basadas en la dispersión (scattering) de la luz.
Estamos también involucrados en estudiar la viabilidad de la técnica fotopolarimétrica como herramienta diagnóstica para algunas patologías de la sangre. En el último año también hemos colaborado en el proyecto C-CLEAN de la Convocatoria de Emergencia COVID-19 del Instituto de Salud Carlos III. Como muchos otros laboratorios en el mundo, hemos puesto nuestras capacidades a disposición del estudio del SARS-CoV2. En este proyecto, liderado por la Universidad de Sevilla, hemos modificado nuestro experimento para estudiar la capacidad de la técnica polarimétrica para la detección remota del virus sobre superficies.
El laboratorio de Polvo Cósmico que usted ha creado y dirige en el IAA es único en el mundo, ¿qué desafíos supone estar al frente?
Supone un reto muy ilusionante y motivador, porque nos permite avanzar en distintas áreas del conocimiento. El polvo se encuentra en muchos escenarios diferentes dentro del universo y este hecho nos permite trabajar en diversos campos, que cuentan continuamente con nuevos resultados que no dejan de asombrarnos.
Además, ser responsable del laboratorio me permite trabajar con diferentes grupos y profesionales, ingenieros y científicos, de distintos países y campos de investigación.
También están inmersos en el proyecto Road Map, financiado por el programa H2020 Space, detállenos esta investigación.
Trabajamos en un consorcio internacional formado por Bélgica, Dinamarca, Alemania y España, con el objetivo de entender el papel de las nubes y su presencia en la atmósfera marciana. Podemos ver imágenes espectaculares de gigantescas tormentas de polvo que pueden llegar cubrir todo el Planeta Rojo, pero a día de hoy aún no está claro cómo se generan, qué mecanismos hacen que el polvo se levante de la superficie y las formen, y tampoco se sabe cuál es su influencia en el balance radiactivo de su atmósfera.
En este proyecto combinamos los datos experimentales de distintos laboratorios con datos de misiones espaciales y modelos de Circulación Global para conocer el papel de ese polvo en el clima marciano.
El Planeta Rojo sigue planteando enigmas a pesar de las numerosas misiones que se han enviado, ¿por qué este planeta suscita tanto interés en la comunidad científica?
Para empezar, es un astro que está relativamente cerca, al que podemos llegar, e incluso sería factible, en un futuro no muy lejano, enviar naves tripuladas. Además, es un planeta que nos puede dar las claves de cómo será el futuro de la atmósfera de la Tierra.
Hay numerosas evidencias que indican que, en el pasado, hubo grandes ríos que generaron cañones y cauces en Marte. Sin embargo, no está claro por qué esta agua desapareció, o si estuvo el tiempo suficiente como para crear vida. Por tanto, es un planeta que genera muchas preguntas, que son muy interesantes de contestar.
Háblenos ahora de su trayectoria, ¿siempre tuvo claro que quería especializarse en el campo de la Astrofísica?
Realmente no era algo que pensara desde pequeña, como dicen muchos de mis compañeros. Siempre me han gustado distintas ramas de la Ciencia y, de hecho, dentro de la Física estudié el campo de la Electrónica. Precisamente, porque me gustaban todas las áreas científicas, cuando me ofrecieron la oportunidad de aplicar mis conocimientos sobre Física en el mundo de los astros, me pareció muy interesante.
¿Qué momento de su trayectoria recuerda con más satisfacción?
A titulo personal, fue muy importante cuando el laboratorio de polvo cósmico del IAA empezó a funcionar, porque era mi responsabilidad e implicó el trabajo de muchos profesionales hasta conseguir lo que hoy tenemos: un laboratorio de referencia a nivel mundial. Por ello, fue muy significativo ese primer día en el que obtuvimos las primeras calibraciones que indicaban que todo estaba funcionando bien.
Y desde que comenzó su carrera hasta la actualidad, ¿cómo ve la evolución de la mujer en su área de investigación?
Como trabajo en diferentes líneas, es muy curioso ver cómo hay ramas en las que la participación de la mujer es muy importante y otros campos en los que su visibilidad es menor, e incluso inexistente. Es cierto que, en mi caso personal, no he notado diferencias entre mujeres y hombres. Siempre he recibido apoyo, del mismo modo que yo se lo he prestado a otras y otros profesionales para avanzar. Desgraciadamente ese no es siempre el caso.
Quizás la mayor dificultad que he encontrado exclusivamente por ser mujer fue cuando me quedé embarazada, porque implicó un parón en la investigación con un efecto significativo que va más allá del periodo del permiso por maternidad. En este sentido la situación es aún más complicada en la actualidad. La incorporación en puestos estables de investigadoras e investigadores, dentro del CSIC, se está produciendo a una edad cada vez mas tardía. Aparte del evidente perjuicio el abandono de investigadores/as brillantes y el evidente envejecimiento de su plantilla, muchas mujeres se ven obligadas a decidir entre ser madres y arriesgarse a que su carrera se trunque, o seguir hacia adelante hasta conseguir cierta estabilidad y plantear entonces su maternidad.
¿Por qué cree que se da esta ausencia de mujeres en ciertos campos?
La última vez que participé con jóvenes en la iniciativa Café con Ciencia, percibí que las chicas que eligen esta área del conocimiento lo hacen cuando son brillantes, mientras que los chicos lo hacen, simplemente porque les gusta, como debería ser. Esta percepción está de acuerdo con las estadísticas de las carreras de ciencias.
Aún no entiendo en qué momento se nos hace creer que las mujeres no somos buenas en ciencia y que sólo las brillantes son las que pueden desarrollar una carrera científica. Me choca que, a día de hoy, sigamos teniendo dudas de si podemos hacer una cosa u otra. La investigación no la desarrollan únicamente mentes “brillantes” en el sentido académico. Necesitamos personal al que le guste la investigación, personal con imaginación y ganas de trabajar.
¿A qué enigmas del cosmos le gustaría dar respuesta si tuviera la oportunidad?
Me gustaría entender cómo evolucionó la atmósfera de Marte para dar lugar al planeta seco que tenemos ahora y si realmente ha habido algún tipo de vida en este astro, o en cualquier otro planeta orbitando otra estrella en el universo.
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