Covid en España: superados los efectos emocionales y psicológicos de la pandemia con nota
Fuente: The Conversation
Expertos de la Universidad de Castilla-La Macha analizan en este artículo qué segmentos de la población española han sido los más perjudicados por la pandemia, cuáles son sus características e incluso su concentración geográfica, si existe. Entre otros datos, apuntan a los jóvenes menores de 29 años, con empleos de baja calidad o en desempleo, como el perfil más estigmatizado y que habrá que tratar como sociedad por el beneficio o interés común en el largo plazo.
Los españoles somos ejemplo de resiliencia, pero no todos. En primavera, superado lo peor de la pandemia, más del 94 % de los encuestados por el Observatorio de Intangibles y Calidad de Vida reconocían sentirse muy afectados en sus condiciones vitales. Sin embargo, el efecto negativo final estimado fue solo del 2,6 %, y la variación en su felicidad respecto del año pasado se traducía en 1,3 puntos a la baja. A pesar de todo, el impacto apenas ha rozado nuestras vidas.
Parece que esta es la tónica mundial. Entre las primeras conclusiones del informe sobre la felicidad de Naciones Unidas, publicado a fines de marzo con datos de 2020, los países en lo más alto del ranking permanecen en similares posiciones, a pesar de la pandemia. Pero incluso en el caso de España subíamos 3 escalones hasta el puesto 24.
Los más vulnerables
Interesa conocer quiénes fueron más perjudicados, cuáles son sus características e incluso su concentración geográfica, si existe.
Son también muchos los informes que coinciden en destacar una mala calidad en salud mental tras la covid-19, con desigual reparto por edades. Pero lo curioso es observar que no solo nuestros mayores son los afectados, ni los que cuentan con mayor gravedad. De hecho, la “U” de la felicidad trazada por edades en nuestra vida se rompe en 2021 claramente en los más jóvenes.
Son ellos los que se confiesan más afectados en su calidad de vida, los que cuentan con relaciones personales más dañadas, peores trabajos y rentas, es decir, un cóctel perfecto que los convierte en los más vulnerables socialmente.
Vemos en el gráfico cómo entre los resultados alcanzados en felicidad, los menores de 29 años presentan los valores más bajos, tradicionalmente tan elevados como sus abuelos.
Entre las características de los peor parados sobresale la soledad en esta crisis sanitaria. Los solteros, incluso los divorciados, se han visto significativamente más afectados en su calidad de vida. El aislamiento y confinamientos sociales, unidos a vidas más independientes, en los que el entorno más próximo es más volátil, resultan de una menor satisfacción con la vida. Se trata, pues, de un efecto demoledor que provoca la pandemia frente a los que viven o han vivido en pareja.
La situación laboral activa, junto al reconocimiento de los compañeros por el trabajo desarrollado y la felicidad al ejecutarlo constituyen otra llave importante para alcanzar la felicidad en los ciudadanos. En este caso, el desempleo ha sido quizá la mayor barrera para superar la covid-19. Entre las soluciones aportadas, el teletrabajo no parece que sea una medida que haya venido para quedarse de una forma generalizada. Los trabajadores españoles añoran las relaciones sociales en su conjunto rechazándolo mayoritariamente, en especial, en sectores clave de servicios como la sanidad o la educación.
Por último, agregados geográficamente los resultados del casi millar de encuestas realizadas, esta vez han sido las comunidades autónomas del norte de la península las más afectadas negativamente. En el lado contrario están las del centro. Los pueblos de la España vaciada han perdido la ventaja inicial, quedando sin diferencias significativas en calidad de vida, tan solo mantienen mejores indicadores en variables de seguridad y sostenibilidad los municipios de 1 000 a 5 000 habitantes.
El modelo de la felicidad
Desde el Observatorio venimos trabajando en el modelo de la felicidad a partir de un conjunto de variables sociales e individuales, cuantificando las claves para lograr este estado (ver ilustración).
Así pues, todo individuo cuenta con dos grandes esferas para alcanzar un estado de felicidad gregario total. Estos ámbitos son: el personal o del individuo y el gregario o social.
Pues bien, a través de un modelo matemático identificamos los principales factores que contribuyen al estado de felicidad social, que además cuantificamos en un 59 % de la influencia en el estado de felicidad total (lo que supone el 41 % para el personal). Este valor social se distribuye en España para 2021, de acuerdo con las respuestas suministradas, entre los siguientes factores y pesos:
- Situación familiar del individuo (38,6 %).
- Cultura y Deporte: desarrollo y actividades (12,1 %).
- Felicidad: realización y reconocimiento por el individuo en el trabajo (11,9 %).
- Seguridad en el entorno de vida o lugar de residencia (8 %).
- Confianza en el vecindario (5,6 %).
- Situación económico-financiera del individuo (4,4 %).
- Contaminación, sostenibilidad del entorno (3,8 %).
- Efecto de la covid-19 en calidad de vida (-2,6 %).
- Otros efectos: políticas de bienestar (sanidad, educación, transporte, vivienda) e inercia de años anteriores (18,2 %).
Resiliencia ciudadana
Ciertamente, a pesar de las cifras devastadoras de la pandemia, dentro de los efectos significativos para optimización de la calidad de vida resulta que la enfermedad del coronavirus es la menos importante, en valor, dentro del estado gregario o social. Es decir, la sociedad española presenta un altísimo nivel de superación de esta crisis sanitaria, que nos conduce incluso a alcanzar a otros países en el ranking mundial por nuestro estado de felicidad ciudadana.
En general, superamos con nota esta pandemia, relativizando sus efectos ante las claves de nuestra calidad de vida, apenas un punto porcentual menos que en 2020.
No obstante, concluyendo, contamos con un porcentaje del estado individual estimado del 41 % en donde la salud mental es uno de los factores relevantes. En esta situación, son los jóvenes menores de 29 años, con empleos de baja calidad o en desempleo, el perfil más estigmatizado por la pandemia que, sin duda, habrá que tratar como sociedad por el beneficio o interés común en el largo plazo.
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