El coronavirus trastocó muchas actividades habituales en prevención y atención de la salud, como el control centinela de la gripe. Más de un año después, la clave es afrontar la nueva temporada de esta enfermedad, integrando su vigilancia con la del SARS-CoV-2.
En febrero de 2020, cuando la covid-19 estaba llegando a España y no se había identificado aún una transmisión sostenida de esta infección, el equipo de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE) del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) trabajaba sin descanso en el final de la temporada de gripe 2019-2020.
Liderado por Amparo Larrauri, el grupo se ocupaba de la vigilancia de gripe y otros virus respiratorios, como el virus respiratorio sincitial (VRS). “Pero llegó el SARS-CoV-2, que afectó de lleno a estos sistemas, y tuvimos que adaptarnos a esta nueva situación”, explica a SINC la investigadora.
“Teníamos una de las mejores vigilancias de gripe de Europa y desapareció por completo con la pandemia. Esta disrupción ocurrió no solo en España, sino también en otros países, por el cambio tremendo que hubo en la organización de los sistemas de salud, las consultas virtuales y la aparición de centros de diagnóstico covid que, de alguna manera, desviaron los habituales circuitos de control”.
En esos momentos se instauró un sistema de vigilancia universal, que continúa todavía, en el que resulta obligatorio notificar cualquier caso sospechoso de covid y sus contactos estrechos para el control global de la infección. “Al principio, tener una inspección exhaustiva es necesario. Pero la experiencia en salud pública dice que llega un momento en que no se puede absorber toda la información”, apunta.
De ahí que en muchos países trabajen desde entonces para implementar o potenciar sistemas centinela de vigilancia tanto de infecciones respiratorias agudas en Atención Primaria (con el acrónimo IRAs) como en Atención Hospitalaria (IRAGs). “Sabemos que cuando la pandemia remita o el SARS-Cov-2 se convierta en un virus estacional, habrá que vigilarlo y controlarlo como a otros virus respiratorios”, continúa la experta.
Ventajas de los sistemas integrales
De hecho, tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) recomendaron en 2020 a todos los vigilantes de gripe y de otros virus respiratorios que se implementaran nuevos sistemas de control, pero que estos fueran sindrómicos —que permite analizar datos clínicos sin confirmación diagnóstica estándar—.
Además, se quiere que sea centinela, es decir, que no recoja información epidemiológica y virológica de todos los médicos y centros sanitarios, sino solamente de una muestra seleccionada para que sea representativa de toda su población y extrapolable a todo el territorio. El objetivo es conocer cómo es la circulación de los virus, cómo se presentan, cuál es su estacionalidad, tasas de incidencia, características clínicas y genéticas, gravedad, etc., así como evaluar las medidas de protección, en este caso las vacunas.
A partir de esta realidad, desde el verano de 2020 el equipo de Larrauri tuvo que adaptar su conocimiento para implementar un sistema de IRAs e IRAGs que vigile muchos síndromes de forma estable, opere durante todo el año y que en cualquier momento pueda dar una respuesta a un nuevo virus emergente o circulante.
Según un editorial publicado por los científicos de RENAVE en la revista Eurosurveillance, para manejar el inicio próximo de la temporada 2021-22 es clave realizar una vigilancia integrada de gripe y covid-19, y aprovechar al máximo la campaña de vacunación antigripal.
“Cuando este sistema funcione correctamente podría dar respuesta a la circulación de gripe, covid, VRS o de cualquier otro patógeno que venga en el futuro. Porque en el momento que aparezca otro, vamos a tener tasas de infección muy altas de nuevo. De esta forma, estaremos preparados para dar información inmediata de las características epidemiológicas, clínicas y virológicas de ese agente”.
Incertidumbre para esta nueva temporada
Existe gran incertidumbre sobre qué ocurrirá esta temporada con la gripe tras unos niveles de circulación muy bajos desde marzo de 2020. “Siempre es impredecible. No hemos podido hacer nunca una predicción exacta de lo que va a pasar. Pero hay varios factores que indican que, después de año y medio sin transmisión, el virus puede empezar a circular”, puntualiza Larrauri.
“Hemos visto esa misma forma de actuar en otros virus, como el VRS, que se ha presentado en un momento totalmente fuera de lugar. Esto nos indica que podría pasar lo mismo con la gripe. De hecho, ya estamos viendo detecciones esporádicas de gripe en España, Europa o EE UU cuando todavía es un poco temprano”, agrega.
“Es más, la relajación lógica en las medidas de mitigación de la covid es posible que influya en que haya un nicho más favorable para que aparezca la influenza. Por otra parte, si la covid ha bajado, ya no será un potente virus que desplace a todos los demás, por lo que el resto se puede presentar”, prosigue.
Y, si las previsiones son ciertas, habrá que tener en cuenta dos posibles escenarios: “Es viable que las cepas circulantes no sean muy diferentes a las que el sistema inmunitario ya ‘conoce’ de temporadas anteriores, pero también cabe la posibilidad de que, debido a la falta de exposición al virus, parte de la población haya perdido cierta inmunidad natural”.
La epidemióloga agrega que, dado que otros virus se han presentado cuando no debían y que ahora se están viendo circulaciones esporádicas del virus de la gripe, es importante que estos sistemas estén en perfecta actividad para que puedan dar información oportuna de lo que sucede en gripe y SARS-CoV-2.
La vacunación de la gripe, una herramienta fundamental
De cara a la próxima temporada 2021-2022, los expertos tienen claro que, además de reforzar la vigilancia integral de gripe y de SARS-CoV-2, es importante también pensar en cuál es el papel de la vacunación para ambos virus. “Tras comprobarse su efectividad en la lucha contra la covid-19, la campaña de vacunación contra la gripe será estratégica”, puntualiza Larrauri.
Pese a que la efectividad de la vacuna antigripal no es tan alta como la alcanzada contra el coronavirus, está demostrado que puede reducir la duración y la gravedad de la enfermedad y prevenir complicaciones graves, incluidas la hospitalización y la muerte.
“Igualmente, si hubiera una circulación compartida de gripe y SARS-CoV-2, la vacunación será fundamental”, declara. “En la temporada anterior tuvimos las mayores coberturas en España en los grupos de riesgo. De cara a este nuevo periodo, la vacuna contra la gripe es más importante que nunca”.
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