Un estudio realizado por la Universidad de Granada sugiere que en casos de pandemia como la actual, además de los controles médicos habituales, se haga una evaluación psicológica para disminuir los riesgos.
Estudios relacionados con catástrofes naturales, como hambrunas, terremotos y pandemias, coinciden en que el estrés al que están expuestas las embarazadas provocan consecuencias a corto y largo plazo en la salud de ellas y de sus bebés. Ante esto y la actual pandemia COVID-19, un investigador de la Universidad de Granada (UGR) sugiere que, además de los controles médicos habituales, se haga una evaluación psicológica para disminuir los riesgos.
Se trata de Rafael Caparrós González, investigador de la Universidad de Granada (UGR) y responsable del proyecto Impacto Psicológico y Social de la Pandemia COVID-19 en el Embarazo, Transmisión Vertical del SARS-CoV-2, Desarrollo Fetal y Salud Infantil: GESTACOVID. Sus trabajos recientes le han llevado a publicar sendos artículos en la Revista Española de Salud Pública y el Journal of Reproductive and InfantPychology.
Caparrós apunta que es importante aclarar que, por un lado, están los efectos directos en la salud que podría causar el contagio con el virus SARS-CoV-2 (responsable de la enfermedad COVID-19), pero por otro están los efectos indirectos que pueden sufrir las embarazadas por estar expuestas a esta situación de incertidumbre.
“Durante la actual pandemia de COVID-19, existen fuentes de estrés para las embarazadas. Estas son el confinamiento y distanciamiento social, el miedo a contagiarse, los problemas económicos por pérdida de empleo, la escolarización de hijos e hijas en casa durante el confinamiento, así como en algunas circunstancias tener que convivir en el mismo hogar con una pareja potencialmente violenta, lo que aumente el riesgo de violencia de género”, señala Caparrós González.
Medir el bienestar psicológico
Las circunstancias estresantes impactan directamente sobre la embarazada y el bebé en el vientre,el feto en desarrollo. Se sabe que, por ejemplo, aquellos bebés que estuvieron expuestos durante su desarrollo intrauterino (antes de nacer) a la pandemia de gripe de 1918,también llamada Gripe española, tenían después un mayor riesgo de muerte prematura en la adultez por infarto agudo de miocardio, de desarrollar síndrome metabólico o ser diagnosticados de autismo, esquizofrenia o Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad.
Tanto Caparrós como sus colegas Fiona Alderdice (investigadora de la Universidad de Oxford, Centro de Epidemiología Perinatal, Reino Unido) y Miguel Ángel LuqueFernández (profesor de la London School of Hygiene and Tropical Medicine, Reino Unido y del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada), destacan la importancia de cuidar la salud mental en estos momentos.
La propuesta es que las embarazadas, además de los controles rutinarios ofrecidos por matronas y obstetras en relación a su salud física y médica, reciban una adecuada evaluación psicológica para minimizar los riesgos psicológicos a los que están expuestas, más aún durante la actual pandemia de COVID-19. Esta práctica mejorará la salud de las embarazadas y por ende la de las futuras generaciones, y es algo que ya se hace en otros países como Reino Unido.
“Es importante cuidar la salud mental durante el embazo o el período perinatal, ya que las alteraciones psicológicas pueden tener repercusiones en la salud física de la embarazada y del bebé a lo largo de toda su vida. La afectarán tanto a ella como al bebé que se está gestando y estos son problemas que se presentarán a lo largo del tiempo”, advierte Caparrós González.
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