Un equipo de investigación de la Universidad de Huelva ha desarrollado un nuevo método de análisis con el que han identificado la selenoproteína P en el calostro. Esta molécula previene el envejecimiento de las células y está implicada en procesos cerebrales. Además, se ha cuantificado de manera exacta y precisa el selenio transmitido con las primeras ingestas en la vida humana.
Desde que se formulara la primera leche de continuación para bebés a mediados del siglo XIX, la industria ha trabajado para lograr una fórmula que logre la misma composición que la materna. Sin embargo, los científicos han logrado nuevos hallazgos sobre los elementos con propiedades beneficiosas para el organismo que se transmiten en la lactancia y que, por tanto, aún las leches artificiales no incluyen.
Es el caso del equipo de investigación ‘Análisis Medioambiental y Bioanálisis’ de la Universidad de Huelva. Ha descubierto la presencia en la leche materna de la selenoproteína P, una molécula que interviene en la producción hormonal, en el sistema inmunitario y, en concreto, se encarga de transportar selenio al cerebro y otros órganos. Además, está relacionada con el deterioro cognitivo en el alzhéimer. El descubrimiento se ha realizado mediante la aplicación de un nuevo método de análisis.
Hasta el momento, no se conocía con exactitud la cantidad de selenio y las formas químicas que adopta en la leche materna. Para ello, los expertos han desarrollado un nuevo sistema de análisis que presentan en el artículo publicado en la revista Food Chemistry. En él cuantifican los niveles de distintas formas de selenio que recibe el bebé, destacando la observación por primera vez de la selenoproteína P.
Han cuantificado los niveles de los distintos compuestos que recibe el bebé en la lactancia materna y han descubierto la presencia de la selenoproteína P.
Además, esta molécula, que se produce en el hígado, funciona como transportadora de selenio por vía plasmática a otros tejidos, por lo que es una buena indicadora de la cantidad de este elemento en el organismo. “El descubrimiento en la leche del selenio en forma de selenoproteína P abre diversas posibilidades de investigación sobre la influencia de la lactancia en el desarrollo neurológico del bebé, ya que su acción ha sido descrita en enfermedades como el alzhéimer”, afirma a la Fundación Descubre la investigadora de la Universidad de Huelva Tamara García Barrera, autora del artículo y directora de la investigación.
La importancia del selenio
Cuando a principios del siglo XIX Berzellius descubrió un elemento parecido al telurio, al que bautizó con el nombre de selenio, en homenaje a la luna, no se imaginaba las implicaciones que el ‘azufre rojo’ podía tener. No será hasta que Thressa Stadtman reconociera en 1972 unas proteínas con selenio, a las que llamó selenoproteínas cuando se dio importancia a las funciones que este elemento cumple en el ser humano. La investigadora estadounidense reconoció que intervienen en la oxidación de las células evitando la formación de radicales libres, unas moléculas que provocan su deterioro y muerte. Son, por tanto, unos antioxidantes destacados.
A partir de ese momento, la comunidad científica comenzó a estudiarlas para conocer dónde se encuentran, cómo llegan al organismo y cómo trabajan exactamente para que desarrollen esas acciones beneficiosas. Así, la transmisión de la selenoproteína P ya había sido confirmada durante el embarazo mediante el cordón umbilical. Su deficiencia durante la gestación está asociada con aborto espontáneo, diabetes gestacional, parto prematuro y bajo crecimiento, entre otras complicaciones.
Sin embargo, se desconocía su presencia en la leche materna. Mediante este método analítico, los expertos han podido determinar todo el espectro del selenio contenido en este líquido elemental para la vida. De esta manera, han demostrado la presencia de glutatión peroxidasa, un antioxidante celular, que representa el mayor contenido de selenio en la leche materna humana con un 37%, seguido por la selenoproteína P (31%), la selenocisteína (18%), que interviene en los procesos de oxigenación e hidrogenación celular, y otros derivados del selenio (14%).
Por tanto, desde el primer alimento, el selenio se incluye en la dieta del hombre, algo que Stadtman y Berzelius no podían ni imaginar. Pero aún se debe conocer cómo se procesa y cómo actúa la selenoproteína P en el lactante para que, pronto, pueda incluirse en las leches de continuación y se encuentre en las líneas de farmacias y supermercados. De esta forma, no sólo las madres, sino también los padres, podrán ser transmisores de selenio.
Más información en #CienciaDirecta: Descubren por primera vez una sustancia en la leche materna que contribuye al desarrollo neurológico del bebé.
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