Almería /
06 de julio de 2020

Costras de microoganismos y líquenes que previenen la desertificación

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Alba Madero / Fundación Descubre

Un estudio de la Universidad de Almería muestra qué organismos promueven y ayudan a conservar la biodiversidad de la superficie del terreno en las zonas áridas o semiáridas. Con esta información, pueden seleccionarse aquellas que aportan beneficios a estas áreas y desarrollar soluciones que promuevan la biodiversidad y reduzcan la erosión.

Mañana, 7 de julio. Día Internacional de la Conservación del Suelo

Hace 2.700 años el reino de Asiria vivió su última época de esplendor cultural. El principio del fin llegó con un mensaje manuscrito en una tablilla de barro enviado por Akkulano, consejero del rey neoasirio Asurbanipal, a palacio. En ella decía: “Este año sin casi lluvias y en el que no se ha recogido cosecha alguna es un buen augurio sobre el bienestar y la vida de mi poderoso señor”. Las palabras del consejero no fueron acertadas, puesto que esa sequía duraría 60 años que, tal y como explica el investigador Adam Schneider, serían decisivos en el declive del Imperio.

Suelo agrietado como consecuencia de los efectos de la desertificación.

Esta historia es tan solo una muestra de cómo el clima ha influido en el desarrollo y la caída de las civilizaciones antes de que el concepto de cambio climático existiera como tal. En este sentido, la sequía y la desertificación han jugado un importante papel puesto que, entre otras cuestiones, han provocado migraciones, falta de recursos o cambios de hábitos. La desertificación en concreto se produce a causa de la actividad humana y las variaciones climáticas y afecta negativamente a la productividad del suelo, según explica Naciones Unidas. Este proceso afecta a las vidas de más de 3 mil millones de personas, quienes consumen alimentos, forrajes y fibras textiles procedentes de estas áreas, cada vez menos productivas a causa de degeneración del suelo.

En zonas áridas gravemente amenazadas por los procesos de desertificación se ha centrado un estudio de la Universidad de Almería, que propone soluciones con el fin de esos territorios que continúen siendo productivos. Los expertos del grupo de investigación ‘Agronomía y medio ambiente’ ha identificado qué bacterias favorecen el crecimiento de nuevas plantas en suelos en proceso de desertificación. Estos microorganismos y líquenes forman una costra que mantiene la hidratación, aporta nutrientes, detiene el proceso de erosión y promueve el crecimiento de nueva flora. Con esta información, pueden seleccionar las bacterias que aportan beneficios a este tipo de suelos y elaborar soluciones que ayuden a generar y fijar esta capa protectora.

Biocostras

Las costras biológicas del suelo o biocostras son comunidades de bacterias, algas, líquenes musgos y otros microorganismos que cubren grades superficies en zonas áridas y semiáridas, donde habitan los primeros milímetros del suelo. Éstas son capaces de vivir en condiciones extremas de temperatura, son resistentes a la radiación solar y mantienen la humedad a pesar de las pocas lluvias que se producen en los lugares que habitan. “Estas costras tienen una gran importancia para mantener la humedad de los suelos y el desarrollo de la vida de estas áreas, ya que aportan nutrientes como materia orgánica o nitrógeno al suelo. Además, favorecen la infiltración, disminuyen la erosión y, al aportar nitrógeno, promueven el crecimiento de nuevas plantas”, explica a Fundación Descubre la investigadora de la Universidad de Almería Isabel Miralles.

El equipo de investigación del grupo Agronomía y medio ambiente. Isabel Miralles, Raúl Ortega, Rocío Soria y Natalia Rodríguez.

Los investigadores explican que la presencia de cierto tipo de biocostras de líquenes modifican las propiedades químicas del suelo y favorecen la proliferación de microorganismos bajo ellas. “Por eso queríamos comprobar hasta qué profundidad ejercían su influencia en las comunidades de bacterias de los suelos” comenta Isabel Miralles.

Con los datos recogidos, los expertos confirmaron que las biocostras aportan materia orgánica y otras sustancias que favorecen el crecimiento de bacterias en la capa del sueño inmediatamente inferior a ellas. Sin embargo, este efecto que ejercen disminuye en zonas más profundas y en áreas de suelo desnudo.

El grupo de investigación identificó las bacterias que están presentes en cada una de las capas. Con esta información, podrían seleccionarse las bacterias que aportan beneficios a este tipo de suelos. Para ello, es necesario ampliar este estudio. “Aún tenemos que mucho que estudiar sobre estos microorganismos con el fin de encontrar y proponer soluciones efectivas que ayuden a recuperar los suelos de las zonas más degradadas”, comenta Isabel Miralles.

Actividad humana

Los expertos advierten, además, el peligro que supone la actividad humana en las zonas donde la biocostra está presente. “Si desaparece, perderíamos la oportunidad de estudiar la función de bacterias y organismos que los investigadores todavía no hemos logrado identificar y forman parte de una biodiversidad que aún está por descubrir”, explica la investigadora. Al ocupar únicamente los primeros milímetros del suelo, esta capa se degrada y desaparece con facilidad de la superficie al pisarla o al remover la tierra. Isabel Miralles añade: “El desarrollo de acciones de divulgación para que la sociedad conozca el importante papel que juegan las biocostras en los frágiles ecosistemas áridos y semiáridos, tan amenazados por el cambio climático, son esenciales para garantizar su supervivencia”.

Según los datos de Naciones Unidas, las tierras secas suponen el 41,3% de la superficie mundial del suelo. En España, este porcentaje es del 37% del territorio y según los datos del Programa de Acción Nacional contra la Desertificación del Ministerio de Medio Ambiente, el riesgo de este proceso es alto o muy alto en la mayor parte de la costa mediterránea y Canarias.

Las biocostras están compuestas por líquenes, bacterias y otros microorganismos que se desarrollan en claros entre plantas.

Naciones Unidas calcula que para 2050 más de 143 millones de personas tendrán que abandonar sus hogares por la escasez de agua y alimentos a menos que se adopten medidas urgentes de acción climática y en medidas de desarrollo. Una situación que recuerda, inevitablemente, a la vivida por el Imperio neoasirio hace casi tres milenios.

Más información en #CienciaDirecta: Identifican qué bacterias favorecen el crecimiento de nuevas plantas en suelos en proceso de desertificación.


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