Sevilla /
21 de abril de 2020

El impacto de la deforestación y la cacería en Gran Chaco, el segundo bosque más grande de América del Sur

Fotografía ilustrativa de la noticia

Un equipo internacional con participación de la Estación Biológica de Doñana (EBD), ha determinado que la combinación de dos actividades humanas, la deforestación y la cacería, ha expandido sus efectos negativos por el 40 por ciento del territorio del Gran Chaco, el segundo bosque más grande de América del Sur, que se extiende por parte de los actuales territorios de Bolivia, Paraguay, y Argentina.

Un equipo internacional con participación de la Estación Biológica de Doñana (EBD), centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Sevilla, ha determinado que la combinación de dos actividades humanas, la deforestación y la cacería, ha expandido sus efectos negativos por el 40 por ciento del territorio del Gran Chaco, el segundo bosque más grande de América del Sur, que se extiende por parte de los actuales territorios de Bolivia, Paraguay, y Argentina. La extensión de territorio afectado corresponde a unos 44 millones de hectáreas. La investigación ha aparecido en el último número de Ecography.

La investigación también abordó los efectos individuales y combinados que en los últimos 30 años han traído la destrucción de hábitat y la cacería sobre 48 especies de mamíferos grandes y medianos.

En el estudio, que contó con la participación y dirección del investigador Alfredo Romero-Muñoz de la Universidad Humboldt de Berlín, también abordó los efectos individuales y combinados que en los últimos 30 años han traído la destrucción de hábitat y la cacería sobre 48 especies de mamíferos grandes y medianos. Explica el equipo de investigación que, a diferencia de otros estudios enfocados en una amenaza en concreto, la principal aportación de esta nueva investigación es que se evalúan los impactos combinados, en una ventana temporal de tres décadas, de las dos principales presiones humanas en el trópico. Según los datos recabados, en un área de aproximadamente el 17 por ciento del Gran Chaco, ambas presiones, deforestación y sobreexplotación, actuaron simultáneamente.

En opinión de Romero-Muñoz, “el aumento de las áreas donde las dos amenazas más importantes para la biodiversidad actúan juntas es altamente preocupante, ya que sus efectos conjuntos pueden ser mayores a la simple suma de las partes, provocando una rápida pérdida de biodiversidad”. El estudio encontró también que la presión de la caza se extendió dentro de zonas del bosque aparentemente intactas, incluso afectando áreas protegidas. Por su parte, Ana Benítez-López, investigadora de la EBD y coautora del estudio, añade que se “demuestra que el uso de teledetección e imágenes satélite no es suficiente para monitorizar el estado de conservación de bosques, puesto que algunas amenazas como la caza ocurren bajo el dosel, produciendo la reducción de poblaciones de mamíferos e incluso su extirpación, y danto lugar a lo que conocemos como el ‘síndrome del bosque vacío’”, puntualizó.

Ejemplar de tapir amazónico.

Uno de los hallazgos del estudio fue la identificación de áreas de hábitat de alta calidad que deben ser protegidas de manera prioritaria, ubicadas principalmente en el sur de Bolivia y norte de Paraguay y, en menor medida, en el noreste de Argentina. Asimismo, el estudio localizó las áreas donde la destrucción de hábitat y la cacería tienen un efecto desproporcionado sobre los mamíferos. “En estas regiones, es urgente implementar acciones para reducir la destrucción de hábitat, la cacería, o ambas amenazas simultáneamente; y evitar que estas prácticas avancen a los hábitats de alta calidad que aún quedan para varias especies”, concluyó el profesor Tobias Kuemmerle, coautor del estudio.


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