27 de abril de 2015

Catalina Lara Coronado: La huella de una mujer en la ciencia

Fotografía ilustrativa de la noticia

“Salir a Estados Unidos para una investigadora es descubrir el mundo”. Son palabras de una mujer que sabe bien de lo que habla. Catalina Lara Coronado, catedrática de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad de Sevilla, doctora en Farmacia, docente e investigadora responsable del Grupo de Investigación Fotosíntesis del Plan Andaluz de Investigación, Desarrollo e Innovación, es un ejemplo del papel tan potente que desempeña hoy la mujer en la ciencia.

La investigadora, Catalina Lara, en la Facultad de Biología de la Universidad de Sevilla.

La investigadora, Catalina Lara, en la Facultad de Biología de la Universidad de Sevilla.

Todo lo ha conseguido partiendo desde Montoro (Córdoba), donde nació como hija única un 13 de febrero de 1953 en una familia dedicada al comercio, pero también pasando por la Universidad de California (UC), Berkeley, en la que fue primero becaria de investigación en el Department of Cell Physiology (1978-80) y luego Research Biochemist contratada en el mismo Departamento de la UC Berkeley (1980-81).

Se quedó impresionada con la organización de la Universidad estadounidense, al igual que la cercanía con grandes personalidades que parecen inalcanzables en otros países. “Era una pasada que un Premio Nobel te diese clases, que te los encontrases por los pasillos y poder charlar con ellos con total naturalidad”. La posibilidad de realizar cursos de temática radicalmente diferentes a la propia del área también resultó una grata sorpresa. “Hice un curso de Literatura con nada más y nada menos que Julio Cortázar”. Sin duda, es una de sus mejores épocas y la recuerda con gran cariño y afecto. “En Estados Unidos se nota el enfoque de la universidad en intentar dar una educación integral a los estudiantes. Esa etapa marcó totalmente mi carrera”.

Para llegar a alcanzar semejantes logros tuvo que afrontar las dudas típicas de la adolescencia, en la que no se podía decidir entre ciencias o letras. “Llegué a un acuerdo con mis padres por el cual estudiaba durante el curso las asignaturas de ciencias y en verano las de letras”. Al comenzar el Selectivo de Ciencias con la intención de estudiar Matemáticas finalmente, las circunstancias de la época, que no permitían concentrar muchos estudiantes en las grandes ciudades, la obligaron a permanecer en Córdoba y no trasladarse a Sevilla. Estudiaría 1º de Matemáticas, pero, curiosamente lo haría en la Facultad de Veterinaria. “Me parecía un horror…”. Sin embargo, allí descubrió la Biología gracias a un profesor que considera una de sus mayores influencias, Diego Jordano, y a partir del cual cambió su rumbo académico orientándose hacia la Biología con base química y mudándose definitivamente a la Universidad de Granada para estudiar Farmacia. Tuvo la suerte de recibir clases de Fermín Sánchez de Medina, catedrático de Bioquímica, lo que supuso el impulso definitivo. “Me regaló un consejo que siempre he seguido: mirar los problemas bioquímicos desde la Fisiología”.

Su trabajo como bioquímica

Catalina Lara siempre ha trabajado en aspectos relacionados con mecanismos de control de la fotosíntesis. Actualmente y en estos últimos años, ha estado enfocada en la adaptación de las plantas a situaciones de estrés ambiental. Las plantas, que no pueden huir de ambientes adversos como los animales, desarrollan adaptaciones anatómicas, bioquímicas y fisiológicas que les permiten vivir en condiciones de sequía o salinidad, intentando prevenir el estrés oxidativo (deterioro) que en todas ellas se desencadena. Conocer esto a fondo permitirá programar cultivos adecuados a condiciones climáticas propias del sur de Europa y los países mediterráneos.

Caracterizar el sistema de transporte de nitrato en las microalgas es uno de los proyectos y logros que más le ha satisfecho en su carrera por la profundidad que consiguieron alcanzar en la investigación. Se trataba de un conocimiento básico para ver cómo esas microalgas controlaban la forma en la que adquirían del medio su fuente de nitrógeno.

Respecto a la aplicación y la utilidad de la Bioquímica en el día a día y en el propio planeta, no tiene dudas. “La Bioquímica es absolutamente esencial para cualquier ciencia de la vida”. Sus palabras tampoco generan cuestión alguna. “Se aprecia en detalles como que a la Medicina de vanguardia ya se la llama Biomedicina, porque ahora mismo su base es ‘bio’. Antes, dependía mucho del ojo clínico del médico y no era tan científica, ahora es ciencia pura. Tanto en farmacología como en Medicina, ahora ya se apunta directamente al blanco”.

Actualmente, conocer la estructura y función de aquellas proteínas cuya disfunción origina una enfermedad, permiten diseñar específicamente fármacos que incidan sobre ellas y no sobre el resto. La agricultura, por ejemplo, también necesita de ese conocimiento científico. Durante mucho tiempo, al igual que la Farmacia y la Medicina, la agricultura ha sido también un arte. Ahora, sabiendo cómo funcionan exactamente los procesos fundamentales de las plantas en sus distintas etapas de desarrollo se puede actuar sobre ellas potenciando ciertos aspectos y selectivamente sobre determinadas especies vegetales, como puede ser el control de malas hierbas. Es el caso del Diurón, un herbicida que actúa específicamente contra las que crecen en los cultivos de cereales, y que al ser fumigadas consigue eliminarlas debido a que tienen un sistema de transporte que permite que llegue desde la raíz hasta la hoja, mientras que los cereales no lo tienen y por lo tanto pueden convivir con el Diurón. Teniendo esos conocimientos básicos se pueden desarrollar toda una serie de procesos que permiten sacar partido a todo lo que hacen las plantas.

La investigadora Catalina Lara en el laboratorio.

La investigadora Catalina Lara en el laboratorio.

El papel de la mujer en la ciencia

Todo esto hace que la agricultura sea cada vez más científica, y también da como resultado una farmacología mucho más racional. De hecho, en los años 50 surge esa idea de diseño racional de fármacos, en la que está implicada una mujer: Gertrude Belle Elion, bioquímica y farmacóloga estadounidense, que recibió en 1988 el Premio Nobel de Fisiología y Medicina por sus descubrimientos de los principios clave sobre el diseño molecular y desarrollo de medicamentos. Recalca lo de mujer, porque para Catalina Lara, el reconocimiento de la aportación crucial femenina a la ciencia representa una lucha que no piensa abandonar. Se lamenta de que, pese a que en el siglo XX hay una incorporación significativa de las mujeres al ámbito científico, no se ha visibilizado, a pesar de las grandes contribuciones que han hecho. “Aunque se esté avanzando, las estudiantes jóvenes no perciben modelos y referentes femeninos a los que seguir. Todavía siguen pensando que los modelos son masculinos, y eso es un problema”.

En este sentido, ha desarrollado en los últimos años diversas actividades para contribuir a visibilizar la situación de las mujeres en la comunidad científica y el trabajo desarrollado por mujeres en la ciencia, a mostrar el impacto de género de algunos sistemas de evaluación de la actividad investigadora y a avanzar en la plena incorporación de mujeres a puestos de responsabilidad en el sistema académico. Es miembro de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), en la que ha formado parte de la Junta Directiva nacional como vocal y vicepresidenta, y ha sido fundadora y primera presidenta de AMIT-Andalucía.

Respecto a la juventud y la educación universitaria, considera que puede existir un problema importante. Cree que arrastramos un déficit y una losa demasiado pesada desde la Educación primaria. Para Catalina los alumnos llegan a la Universidad con muy buena voluntad pero con lagunas en aspectos fundamentales y básicos, lo que al profesorado les obliga a bajar el nivel irremediablemente. “Algo está fallando en el concepto de la educación, no en la acción de las personas. Hay que tener claro qué se pretende, cuáles son los objetivos de cada etapa en la enseñanza”. Le preocupa la incidencia negativa que tiene en la sociedad actual y particularmente en los adolescentes el mal uso de Internet. “Creen que todo se encuentra en Google y, lo que es peor, que todo es de calidad. El criterio para seleccionar brilla por su ausencia”.

Ahora, cuando ya no se ve embarcándose como investigadora principal en ningún proyecto de gran envergadura, con sus dos hijos con la carrera terminada y trabajando, Catalina Lara está más volcada en la docencia y en disfrutar de sus múltiples aficiones. Le encanta leer de todo un poco, al igual que la música, que escucha constantemente en casa. Con la carrera recién terminada comenzó a pintar, estilo abstracto y no realista principalmente, pero confiesa haberlo aparcado por falta de tiempo.

También adora practicar deporte. “Ahora mismo el golf, con él desconecto de todo. Es un deporte que te obliga a concentrarte, es muy de cabeza”. Respecto al apetito, se considera una ‘todoterreno’ para la comida. “Me encanta probar de todo y procuro comer sano”. Por último, si tuviese que perderse en algún sitio y desconectar de todo, elige Italia, donde dice sentirse como en casa, aunque es de esperar que su casa siga siendo siempre algún rinconcito de Andalucía.


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