04 de septiembre de 2017

Yanomamis: una reinterpretación humanista del fútbol en la selva amazónica

Fotografía ilustrativa de la noticia

Informa: Luz Rodríguez / Fundación Descubre.

Asesoría científica: Ángel Acuña Delgado.

Cuando el antropólogo Ángel Acuña Delgado llegó al Alto Orinoco, en Venezuela, para estudiar los cultos chamánicos y rituales de los yanomamis se encontró por casualidad con un fenómeno que le llamó inmediatamente la atención: un partido de fútbol en medio del poblado. Era fútbol, pero la forma de entenderlo era diferente. No había ganadores ni perdedores. Todos ganan. Los yanomamis han reinterpretado este deporte impregnándolo de su forma de entender la vida.
Partido de fútbol en una comunidad yanomami. / Ángel Acuña

Partido de fútbol en una comunidad yanomami. / Ángel Acuña

Los yanomamis son un pueblo muy celoso de sus tradiciones, que se mantiene resistente al cambio en relación con otras etnias de la zona. Viven en la selva tropical húmeda y ocupan un vasto territorio de 192.000 km2 que se extiende a ambos lados de la frontera entre Venezuela y Brasil, aunque más de la mitad de la población se encuentra del lado venezolano, en los estados Amazonas y Bolívar. El fútbol fue llevado al Alto Orinoco por misioneros, maestros y la televisión en núcleos urbanos como La Esmeralda, donde reside la alcaldía municipal y los internados para estudiar.

No han cambiado en lo esencial. “¿Cómo un pueblo así incorpora el fútbol a su dinámica social?”. Esta pregunta fue el punto de partida para que Ángel Acuña indagara en las razones por las que en los poblados yanomamis los niños y jóvenes juegan al fútbol mientras que, en ese mismo momento, dentro de una casa, un chamán lleva a cabo un complejo ritual chamánico con una mujer enferma. Manifestaciones culturales ancestrales que se mezclan con el fenómeno social por excelencia de la cultura popular actual. “Una imagen chocante y de contraste pero que no interfiere una con otra, en absoluto”, destaca el experto antropólogo.

Es un pueblo de guerreros, donde están muy presentes diferentes formas de lucha ritual,  el rehau, que forma parte de sus principales señas de identidad, entre las que destaca también el contacto con los hékura (espíritus del universo). “La práctica chamánica sigue siendo el principal recurso para aliviar los males que los aquejan y mantener los vínculos”, comenta el profesor Acuña, que ha emprendido varias campañas de investigación con los yanomamis. “Los tiempos modernos han hecho que este pueblo se aproxime, en mayor o menor medida, a una práctica cultural que constituye uno de los mayores exponentes del proceso de globalización: el futbol”.

Entre los yanomamis el fútbol es jugado con mucha frecuencia en los grandes poblados situados a orillas de la mayor cuenca fluvial, caso de Ocamo, Mavaca, Platanal o Sipoi, donde existen campos de dimensiones casi reglamentarias. Pero también es jugado ampliamente por niños, jóvenes y adultos en las comunidades más alejadas de los centros de influencia exterior, como es el caso de Mabetiteri, Yopropo, Ukushi o Aratha, donde el terreno de juego es de dimensiones reducidas y forma parte del espacio central o patio del shapono (poblado).

Una forma diferente de entender el fútbol

En sus poblados, los yanomamis juegan a este deporte con elementos reconocibles, una pelota, dos postes a modo de portería y dos equipos que no tienen que tener el mismo número de jugadores. “Hicimos un análisis desde varios puntos de vista. Lo más interesante es el sentido que les dan a los resultados. Nosotros entendemos el fútbol como un juego de competición en el que unos ganan y otros pierden. Ellos no lo interpretan así. Al final del partido te hablan de que han ganado goles”, explica el antropólogo. Un ejemplo. Un partido que finaliza con el resultado de 5 a 3 sería interpretado por ellos de la siguiente forma: “Hemos ganado cinco goles y el otro equipo ha ganado tres”. Todos están satisfechos porque han conseguido el principal objetivo del juego, meter goles. No hay perdedores. La frase “lo importante no es ganar sino participar” es una realidad.

Los dos equipos forman antes del encuentro en una comunidad yanomami. / Ängel Acuña

Los dos equipos forman antes del encuentro en una comunidad yanomami. / Ängel Acuña

Una de las claves para entender esta manera de reinterpretar el fútbol, según el profesor Acuña, radica en asociarlo con actividades que tienen relación con elementos reconocibles de su sociedad. Con mucha frecuencia los yanomamis se enfrentan entre ellos duramente, verbal y físicamente, a través de la lucha ritual. En este enfrentamiento no se trata de vencer al rival, sino de demostrar que se es un waitiri, un guerrero. Demostrar ser valiente aceptando el desafío y recibiendo los golpes. “En una actividad como el fútbol, con tantos intereses creados, que un pueblo guerrero recoja esta práctica y extraiga el elemento lúdico por encima del competitivo es una auténtica lección de humanismo”, destaca. Y añade: “El hecho de ganar al otro no es el objetivo, sino que cada cual disfruta sencillamente de meter goles y se enorgullece de ello. Esto me llamó mucho la atención”.

En el ámbito intercomunitario, en competiciones entre comunidades por una copa o por cualquier otro trofeo, la práctica deportiva se parece mucho más al fútbol convencional. Aquí el resultado cuenta para seguir jugando en la competición. El equipo que gana disputa enseguida  el siguiente partido y así sucesivamente. Hay equipos que pueden disputar tres o cuatros partidos, uno detrás de otro, sin descanso. Al final gana el que más goles ha metido, no el que más partidos haya ganado.

Acuña Delgado indica que hay dos reglas reinterpretadas que coinciden con la forma de entender la vida que tienen los yanomamis. Por un lado, el ser waitiri significa estar siempre alerta porque en cualquier momento te pueden atacar. El hecho de estar alerta hace que no esté justificado el cansancio. Tienen que estar preparados para jugar varios partidos seguidos.  Y por otro está el ataque. Para ellos es más importante atacar que defender. Meter goles. Los goles recibidos no se tienen en cuenta. Si meten muchos goles es que han estado permanentemente atacando.

Se ha escrito e investigado mucho sobre las comunidades yanomamis, sobre sus costumbres, ritos y formas de vida, pero poco o nada sobre su forma de jugar y entender el fútbol. Ángel Acuña viajó al corazón de la selva amazónica y se topó con algo fascinante y poco conocido, el sueño de cualquier investigador. Este antropólogo sevillano afincado en Granada ha publicado varios artículos en revistas especializadas de Antropología sobre esta forma de competir y sobre la convivencia de los ritos chamánicos con la práctica del fútbol. “Me encontré con algo muy interesante y me he dedicado a ponerlo de relevancia”, finaliza.


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