31 de octubre de 2019

Miguel Delibes: «Hay que estar alerta ante lo imprevisto”

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Jorge Molina / Fundación Descubre.

Asesoría científica: Miguel Delibes.

Miguel Delibes, director de la Estación Biológica de Doñana durante doce años y máxima autoridad mundial sobre el lince ibérico.

¿Cómo de accidentado podía ser hacer ciencia en Doñana en 1972?

No sabíamos muy bien lo que era hacer ciencia, apenas nadie en España lo sabía. José Antonio Valverde era autodidacta y además nuestro líder. Se trataba de hacer historia natural, conocer cómo funcionaban las cosas. No conocíamos las revistas internacionales, la ciencia de primer nivel nos era ajena. Tomábamos muchas notas y datos de todo porque tenía la ventaja de que nuestra ignorancia se compensaba con que nadie se había ocupado antes de nada de eso. Todo lo que hiciéramos resultaba novedoso.

Yo llegué para escribir una tesis doctoral sobre la jineta y meloncillo, pero hice mal, porque el palacio de Doñana no era el mejor sitio, entonces no existía la técnica del radio rastreo ni forma de seguir a los animales vivos, trabajamos con animales muertos, yo no veía nunca jinetas ni meloncillos. Viajaba por España para recoger material que me guardaban los taxidermistas y abría estómagos, estudiaba cráneos y pieles de la colección… era absurdo hacerlo encerrado en un sitio sin colecciones zoológicas, electricidad ni teléfono. Así que empecé por mi cuenta a recoger cacas de lince en Doñana, y en eso se basó mi tesis, nunca acabé la de jineta y meloncillo.

Y viviendo allí, donde me forzó a vivir Valverde para que hubiese algún científico que enseñar a las visitas, como en primavera criaban las rapaces, resultaba fácil subir a los nidos y recoger los restos de comida, y publiqué trabajos de dieta del milano negro, el real, el águila imperial…

La presión entonces sería menor para el científico.

Ahora mismo está todo más ordenado, vamos con objetivos concretos, y antes no había normas. La presión es ahora más grande y la regulación también. Entonces éramos pocos.

¿En Europa existía algo parecido?

Luego supimos que Valverde crea Doñana a imagen de la Tour de Valat (Francia), que es un terreno similar con marismas y delta que compró Luc Hoffman. Casi todos los biólogos de Doñana pasamos por allí tarde o temprano.

Yo he tenido la sensación de que era muy pionera la idea de hacer conservación basada en la ciencia. Se ha desarrollado en líneas generales después. Que la reserva esté bajo la decisión del centro de investigación es un acierto de Valverde, porque ha generado una especie de dialogo.

¿Los científicos de hoy tienen más talento o más medios?

Sin duda ninguna los actuales científicos de España están al nivel de cualquiera de los del mundo, y son mucho mejores de lo que fuimos nosotros. En España no había ciencia, empezaba, y Valverde insistía más en crear cabezas de ratón que colas de león. Era un director de tesis atípico, del todo distinto a los de ahora, porque nos enseñaba muy poco; charlaba, no nos daba información. Te exigía que tú lo aprendieras todo, que te hicieras líder. Eso ha provocado que yo no tenga ni un solo artículo firmado a medias con Valverde, y lo he lamentado mucho, me haría ilusión. Cualquier doctorando hoy publica varios artículos que firma también su director de tesis. Pero a él no le parecía razonable aparecer en un trabajo mío, porque nos enseñaba a competir incluso contra él. El decía a veces, cuando le preguntábamos algo: no te lo digo porque entonces sabes tanto como yo.

La Ciencia a secas parece que no explica hoy la necesidad de Doñana a muchos ciudadanos.

Hay que enfocarlo globalmente. La ciencia que hagamos en Doñana es parte de la ciencia global, y todos los movimientos sociales hacia la naturaleza, las Greta Thunberg, todo eso, está apoyado en esa ciencia. Doñana es un ladrillo de esa construcción que ha hecho que la gente piense en la necesidad de conservar. La ciencia muestra que no se trata sólo de conservar por romanticismo, porque la naturaleza es bonita… Hay que conservar porque es un condicionante de nuestro futuro. En ese sentido la gente, aunque no sea consciente de que es la ciencia la que se lo ha enseñado, es deudora de la investigación. Es curioso que, a menudo, cuando la ciencia llega a una conclusión se adopta por la sociedad, al punto de que pocos años después se dice ‘eso lo sabe todo el mundo’. Me ha pasado con el lince, ahora todo el mundo parece saber desde siempre justo las cosas que yo he investigado y averiguado.

Imagen de archivo de Miguel Delibes. Foto: Estación Biológica de Doñana.

¿Qué debe investigarse con urgencia?

No lo sé decir. Hay tantos problemas globales que afectan a Doñana que no sé poner el acento en uno concreto. Uno general es sin duda el efecto que está teniendo el cambio climático. Otro, el papel de las especies invasoras en Doñana. Pero realmente no tenemos mucha capacidad predictiva. La realidad suele pasar por encima de los científicos y hay que estar alerta para investigar cosas que no tenías previstas.

Pienso a menudo que hace 40 años ni se nos hubiera ocurrido que desaparecerían los conejos, que Doñana se llenaría de cangrejos, que especies que nos imaginábamos raras iban a acabar siendo medio plaga… las cosas que han ido pasando no éramos capaces ni de imaginarlas.

Cómo pensar que la caza iba a decaer en Europa cono actividad de placer, que la gente cazaría menos y los gansos aumentarían. Yo he publicado que fuera de Doñana no podían vivir los linces, y no calculé que era más fácil cambiar a la gente que cambiar a los linces.

Es verdad que Doñana está cambiando, como es inevitable en la naturaleza, pero no sabemos cuánto tienen que ver actuaciones humanas directas, como extraer agua, y cuanto el cambio climático, el hecho de que llueva menos desde hace 200 años. Es un aspecto que debe ser conocido mejor.

¿Qué trabajos ahora en marcha en la EBD le parecen en especial ilusionantes?

Hay trabajos muy interesantes sobre polinizadores, que tienen mucho que ver con servicios que prestan los ecosistemas a la sociedad y que debemos conocer mejor. En los cultivos hay que meter polinizadores de forma artificial, y en Doñana tiende a haber muchos, aunque parece que declinando. O los movimientos de micro organismos que viajan con las aves, o las relaciones de grandes depredadores y humanos…


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