14 de junio de 2018

La televisión y las redes sociales convierten las investigaciones policiales en espectáculos mediáticos

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: Antonio Manfredi.

Con la misma rapidez y efectividad que la ciencia policial, la sociedad española vive, desde el crimen de Alcácer (asesinato de tres jóvenes en 1992) y sobre todo desde el caso Rocío Wanninkhof (asesinada en 1999),  una hiperactividad mediática muy llamativa. Recordemos los recientes casos de la joven Diana Quer o el pequeño Gabriel, donde los investigadores tuvieron problemas para hacer seguimientos de sospechosos, al ser seguidos por vehículos con cámaras  de televisión, intentando convertir la  investigación policial es un espectáculo mediático.

Ejemplos del tratamiento del caso de Gabriel en programas de entretenimiento de diferentes cadenas e televisión.

Por una parte, la televisión; y no precisamente sus informativos, sino los programas de entretenimiento matinales y vespertinos, que necesitan horas y horas de argumentos que permitan “atar” a la audiencia. Por otro lado, el impacto de las  Redes Sociales, que una y otra vez repiten, interpretan, modifican y reinventan las noticias de las investigaciones policiales, con el consiguiente peligro de afectar a los familiares de la víctima y todo su entorno social y, lo que es  peor, de ejecutar una “condena mediática” sobre alguien que luego es descartado por los investigadores como sospechoso.

En el caso del niño Gabriel, el teniente coronel de la Guardia Civil, José Hernández Mosquera, al frente de la investigación, reconoció que “aislar” de la prensa a la presunta autora (Ana Julia, la pareja del padre del niño) fue necesario para que se confiara y poder detenerla, como finalmente ocurrió. Es decir, que el interés mediático de un suceso lleva necesariamente a los investigadores a introducir la presencia de las cámaras y los periodistas como un elemento más a tener en cuenta, especialmente para evitar que se malogren algunas  investigaciones.

El Consejo Audiovisual de Andalucía señaló que “el tratamiento del caso Gabriel por parte de algunas televisiones ha incurrido en un sensacionalismo extremo que podría haber quebrado derechos fundamentales de personas que, circunstancialmente, se han visto involucradas en este suceso”. En concreto se refería al trato recibido por una persona, que tenía una orden de alejamiento de la madre del menor. El Consejo Audiovisual denunciaba “la manipulación informativa y la quiebra intencionada, con fines comerciales y de alimentar el espectáculo televisivo, del principio fundamental de veracidad al seguir vinculando a esta persona con la desaparición y muerte del menor en los magacines matinales de Antena 3 y Telecinco. Todo ello, continúa la queja, a pesar de que desde el 2 de marzo las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y el Ministerio del Interior habían descartado su implicación en los hechos.”

Las organizaciones de representación y defensa de los periodistas en España también han solicitado respeto a la presunción de inocencia. Es decir, evitar la intromisión gratuita y las especulaciones innecesarias sobre sentimientos y circunstancias.


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