24 de abril de 2015

La salud que está por venir

Fotografía ilustrativa de la noticia

Informa: Ana Soria / Fundación Descubre

Asesoría científica: José Antonio Lorente, Francisca Sánchez y Maria Ángeles Prieto

La celebración del Día Mundial de la Salud, que ha tenido lugar este mes, es una ocasión idónea para analizar algunos de los principales retos a los que se enfrenta la ciencia en este campo. Conocer cuáles son las últimas investigaciones en genética, qué tratamientos se buscan contra las enfermedades raras o cómo conseguir calidad de vida para los enfermos crónicos son algunas de las claves presentes

Desde 1950, la Organización Mundial de la Salud (OMS) conmemora cada 7 de abril su fundación. Una fecha que aprovecha para llamar la atención sobre un tema específico que considera de interés prioritario. Este año el elegido ha sido la inocuidad de los alimentos. Pero además de esta destacada campaña en pro de la salubridad de los alimentos, en el Día Mundial de la Salud es oportuno también dar a conocer en qué tratamientos novedosos está trabajando la comunidad investigadora para luchar contra todo tipo enfermedades y mejorar la calidad de vida de las personas a todos los niveles.

Para la ciencia biomédica, es en la información codificada que encierran los más de 20.000 genes localizados en el genoma humano, donde se encuentra la llave para comprender y saber combatir gran parte de los males que tienen entre sus causas un componente hereditario. Así, enfermedades de gran prevalencia como las cardiovasculares, el cáncer, la diabetes, los trastornos del sistema inmunológico o los neurodegenerativos -entre otras afecciones relacionadas con la mutación de algún gen- podrían encontrar una vía para su cura en la Genética Clínica y la Medicina Genómica.

En ello trabajan en el Centro Pfizer-Universidad de Granada-Junta de Andalucía de Genómica e Investigación Oncológica (GENYO), bajo la dirección científica de José Antonio Lorente, catedrático de Medicina Legal de la Universidad de Granada. Un espacio que reúne a especialistas multidisciplinares, con el objetivo de investigar la base genética de las enfermedades (diagnóstico, prevención y tratamiento), así como la influencia de la herencia genética en la respuesta del organismo a determinados fármacos.

José Antonio Lorente, director del centro GENyO.

José Antonio Lorente, director del centro GENyO.

Avances en genómica

“Uno de los objetivos principales de la genómica es intentar determinar el componente genético de las enfermedades raras y comunes. En esta búsqueda, los estudios han evolucionado mucho”, afirma Lorente. Una de las líneas de investigación en las que trabaja el GENYO de forma puntera se centra en el retrotransposón LINE-1, dirigida por el doctor José Luis García Pérez. Un elemento genético móvil que tiene la capacidad de replicarse así mismo e insertarse de forma autosuficiente en diferentes lugares del ADN (transposición). Su acción puede distorsionar la información genética con serias consecuencias para el organismo (desarrollo de enfermedades como cáncer, hemofilia, distrofia muscular, etc.), pero también se relaciona con la propia evolución biológica de las especies. Conocer los mecanismos del LINE-1 podría permitir a los científicos insertar información genética a conveniencia en lugares específicos con el objetivo de combatir enfermedades.

En relación al cáncer, este centro ubicado en Granada también investiga la detección de células tumorales en sangre en lo que se conoce como biopsia líquida, línea dirigida por la doctora María José Serrano. “La naturaleza sistémica del cáncer se define por la diseminación temprana de células tumorales. En este escenario, el proceso de metástasis puede implicar la difusión de las células tumorales circulantes (CTCs) a través de la sangre y el sistema linfático antes de la colonización de órganos distantes. Así, se podría considerar la detección de CTCs como una biopsia sanguínea. Nuestro interés está en determinar qué genes y rutas genéticas intervienen en este proceso y cuáles de ellas implican el avance o no hacia un proceso metastásico completo”, explica José Antonio Lorente.

En las investigaciones que más están avanzando es en el estudio de enfermedades oncológicas (células tumorales circulantes, leucemia, angiogénesis tumoral), inflamatorias (como el Lupus), enfermedades genéticas hereditarias (Anemia de Fanconi, el Síndrome de Bernard Soulier o la enfermedad de Meniere) -en grupos como los dirigidos por los doctores Marta Alarcón, José Antonio López Escámez y Pedro Real-, además de en biología del desarrollo. En el caso de una de ellas, la enfermedad de Meniere –que causa mareo, vértigo, pérdida de audición y pitido de oídos– el GENYO ha logrado identificar por primera vez 6 genes. “Hemos generado iPSC (células madre pluripotenciales inducidas) a partir de linfocitos de un paciente, consiguiendo el primer modelo celular que se ha creado de esta la enfermedad”, asegura Lorente.

“También estamos avanzando en el descubrimiento de biomarcadores (sustancias biológicas que sirven de indicador para detectar estadios iniciales de enfermedades), en el desarrollo de nuevas plataformas de diagnóstico y en el diseño de estrategias de terapias avanzadas, utilizando nanopartículas y terapia celular-génica”, en el grupo de la doctora Rosario Sánchez y Juan José Díaz Mochón. “Así mismo, se está haciendo un esfuerzo por confluir estudios genómicos y proteómicos (estudio y caracterización del conjunto de proteínas expresadas de un genoma) de modelos celulares, que sería aplicable a estudios de enfermedades raras, autoinmunes, y también incluso al cáncer”, según explica el doctor Juan Carlos Rodríguez-Manzaneque, director del grupo de Proteasas y Matriz Extracelular.

La genómica tiene de esta manera muchos y muy prometedores frentes abiertos. “El futuro se dirige hacia la genómica individualizada. Cada vez es más fácil, rápido y barato secuenciar un genoma por lo que en muy pocos años será una práctica generalizada para determinadas patologías complejas. El principal reto será el manejo y análisis de tanta información, como también ofrecer al sistema sanitario nuevas herramientas que permitan optimizar los tratamientos actuales así como atender a pacientes que no disponen de tratamiento en la actualidad”, concluye José Antonio Lorente.

Grupo de investigación que dirige la investigadora de la Universidad de Málaga. Francisca Sánchez.

Grupo de investigación que dirige la investigadora de la Universidad de Málaga, Francisca Sánchez.

Contra la soledad de las enfermedades raras

Según la Unión Europea, es una enfermedad rara aquella que afecta a menos de 5 de cada 10.000 individuos, es decir, por debajo del 0,05 % de la población. “Sin embargo, son un problema sociosanitario de primera magnitud. En España afectan a tres millones de personas, y en Andalucía a medio millón. O al menos son los que están diagnosticados, pero hay muchos más casos que no lo están, especialmente aquellos que tienen que ver con alergias o intolerancias poco comunes, por ejemplo. Cada vez hay más. Todo el mundo tiene alguna rareza, pero si se puede vivir con ella, muchas veces no se llega a diagnosticar”, apunta Francisca Sánchez, catedrática del Departamento de Biología Molecular y Bioquímica de la Universidad de Málaga, que dirige el grupo de Grupo de Modelado Molecular e Integración Metabólica de la Unidad 741 del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (CIBERER).

Se estima que existen hoy entre 6.000 y 8.000 enfermedades raras distintas, en su mayor parte crónicas y degenerativas. El CIBERER, dependiente del Instituto de Salud Carlos III, es el centro de referencia en España en investigación sobre enfermedades raras, que se compone de un equipo humano de más de 700 profesionales e integra a 62 grupos de investigación.

“También son conocidas como enfermedades huérfanas, porque su incidencia no compensa el coste de millones de dólares que puede tener el desarrollo de un medicamento específico a las empresas farmacéuticas, dejando así marginados a quienes las padecen -señala Francisca Sánchez-. Sin embargo, estudiadas como un todo, su investigación es muy valiosa porque nos puede mostrar los talones de Aquiles de nuestra molecularidad”.

Francisca Sánchez trabaja desde hace años en el estudio de la expresión de genes y proteínas relacionadas con el metabolismo de aminoácidos (moléculas orgánicas que forman parte esencial de las proteínas) en modelos animales. “Un remedio para una enfermedad rara puede encontrarse en otro que ya existe para afecciones más prevalentes porque compartan rasgos comunes. Al final, de la comparación entre unas enfermedades y otras se obtiene una simbiosis de conocimientos que permiten el intercambio de soluciones y tratamientos. Esto es mucho mejor que estudiar las unas de espaldas a las otras”, explica.

Asimismo, la investigadora destaca la relevancia que tiene la cooperación con otros grupos y redes internacionales para dar solución a estas enfermedades: “Si no se trabajara de forma conjunta con otros países nos se conseguirían muestras suficientes de pacientes, dada la baja incidencia de estas enfermedades”.

En el CIBERER se estudian desde enfermedades raras neurológicas (como las que causan ataxia o epilepsia), o del sistema nervioso central (autismo) a enfermedades genéticas (síndrome X frágil o enfermedades metabólicas), entre otras muchas. Fruto de este esfuerzo, se han conseguido crear nuevos fármacos, como en el caso de la anemia de Fanconi, una enfermedad rara hereditaria que afecta sobre todo a niños y que se manifiesta con anemias, episodios infecciosos y hemorrágicos.

En la Unidad 741 que dirige, además, se trabaja en bioinformática: creando software que ayuda a caracterizar las bases moleculares de los trastornos metabólicos hereditarios para identificar mejor, por ejemplo, los efectos que produce la mutación en un determinado gen. Han creado un buscador llamado PhenUMA desde el que cualquier persona, gratuitamente desde internet, puede acceder a la información de los principales catálogos y bases de datos raras a nivel internacional relacionados con estas enfermedades. “A partir de una sola pregunta se puede rescatar simultáneamente y de forma integrada toda la información tanto molecular como patológica”, afirma Francisca Sánchez. Una herramienta de gran utilidad para avanzar en la investigación sobre enfermedades raras.

Mª Ángeles Prieto, directora de la Escuela de Pacientes.

Mª Ángeles Prieto, directora de la Escuela de Pacientes.

Calidad de vida en las afecciones crónicas

Más allá de la búsqueda de nuevos tratamientos en los laboratorios, existe también la necesidad de atender a aquellas personas que, aún teniendo soluciones farmacológicas para sus afecciones, tienen mermada su calidad de vida.

Consciente de ello, la Escuela Andaluza de Salud Pública (Junta de Andalucía) coordina una iniciativa pionera en España: la Escuela de Pacientes. En ella, las personas que viven con una patología crónica reciben el apoyo y la información necesaria para conocer su enfermedad de tal manera que puedan aprender la mejor manera de afrontarla. Al mismo tiempo, reciben la formación precisa para poder convertirse ellos mismos después en profesores y poder ayudar así a otros enfermos en su misma situación. “En muchas cuestiones que tienen que ver con el día a día, nadie mejor que una persona que ha pasado por los mismos miedos o dificultades para ayudarles y tener empatía, usando un lenguaje que ellos entienden”, comenta María Ángeles Prieto, directora de la Escuela de Pacientes.

“La evidencia científica demuestra que el conocimiento y el autocontrol mejora la salud y puede detener el avance de la enfermedad”, asegura María Ángeles Prieto, quien también señala la repercusión positiva que tiene en la sostenibilidad del sistema sanitario: “Una persona capaz de tomar buenas decisiones sobre su salud utiliza de forma más adecuada los servicios sanitarios”.

Unos 10.000 pacientes han participado ya en este proyecto, que lleva funcionando ocho años en Andalucía con un éxito rotundo que y está siendo reproducido en otras comunidades autónomas con el asesoramiento de la Escuela de Pacientes. El Ministerio de Sanidad ha contado con esta escuela para coordinar una red nacional de proyectos de formación a pacientes, y el propio Servicio Andaluz de Salud ha priorizado su actividad dentro del Plan de Participación Ciudadana.

Escuela de Pacientes de la Escuela Andaluza de Salud Pública.

Escuela de Pacientes de la Escuela Andaluza de Salud Pública.

Actualmente cuentan con una red de 500 profesores/pacientes que, en 2014, brindaron su experiencia y conocimientos en 300 sedes repartidas por Andalucía. “La clave está en el enfoque: de igual a igual, con profesores que son a la vez pacientes, y complementarlo con la educación sanitaria que proporcionan los profesionales sanitarios en los domicilios o en los centros de salud”, sostiene la directora de la Escuela.

Los talleres que se llevan a cabo son de carácter monográfico atendiendo a las enfermedades crónicas de mayor prevalencia: insuficiencia cardiaca, diabetes, cáncer de colon, cáncer de mama, asma infantil, EPOC, fibromialgia, enfermedad renal crónica… Además de un taller específico de cuidados paliativos y otro destinado a aquellas personas que cuidan a algún familiar dependiente. “Son los propios profesionales de los centros de salud quienes derivan a los pacientes a los talleres como una prescripción más”, explica María Ángeles Prieto.

El taller se realiza en dos o tres sesiones, que giran en torno a una temática relacionada con su patología: toma de medicación, alimentación, relajación, autoestima, etc. “Los profesores no dan clase, si no que animan al grupo a la reflexión sobre estos aspectos y entre todos sacan conclusiones. Se revisan y ponen en común recomendaciones para aplicar en su vida cotidiana”, asegura. Pero además, los asistentes cuentan con recursos facilitados por la Escuela de Pacientes, como guías informativas o vídeos, además de apoyarse en los contenidos que aporta en su propia página web y en Facebook. “Se trata de que el paciente no se sienta solo, esté acompañado, y se vea así mismo seguro y capaz de vivir con su enfermedad”.


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