30 de junio de 2018

CRISPR: nuevos interrogantes

Fotografía ilustrativa de la noticia

Autoría: José María Montero.

Asesoría científica: Nicolás Olea, Federico Mayor Zaragoza, Isabel López, Francisco B. Navarro.

Isabel López, durante el Diálogo / Foto: Charo Valenzuela.

Es muy posible que en poco tiempo los ejes de este debate cambien de manera sustancial merced a los últimos avances asociados a la tecnología CRISPR (Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats), una revolucionaria herramienta para la edición de genes. “Hibridar significa cruzar y la transgénesis consiste en sacar un gen de un organismo y meterlo en otro, pero la tecnología CRISPR es meter los instrumentos dentro de la célula y trabajar in situ, con lo cual no hay material genético exógeno”, explica Isabel López.

Las aplicaciones de este tipo de edición genética ya se están materializando con la aparición de algunos organismos que resuelven problemas de salud o de productividad. “En Estados Unidos”, revela López, “ya se ha conseguido una variedad de patata que cuando se fríe no produce acrilamida, una sustancia cancerígena, y también un cerdo que no es vulnerable a la peste porcina africana. Y estos son sólo dos ejemplos de lo que se puede conseguir con CRISPR, una técnica que lo cambia todo”.

En el desarrollo del sistema CRISPR han resultado decisivas las aportaciones del español Francisco Juan Martínez Mójica, titular del Departamento de Fisiología, Genética y Microbiología de la Universidad de Alicante, quien acuñó este término en 1993.

Al mismo tiempo que se vislumbran alguna de sus ventajas no dejan de cuestionarse sus riesgos potenciales. El primer estudio sobre posibles mutaciones indeseadas en ratones tratados con CRISPR resultó ser erróneo, pero un trabajo reciente publicado en Nature Medicine advierte sobre los problemas que puede generar la “competencia”, en células humanas, entre CRISPR y el gen P53, considerado el más importante en la prevención del cáncer. Como han señalado algunos especialistas, no se trata de un trabajo contra CRISPR sino contra las prisas, porque lo cierto es que la técnica es muy novedosa y aún debe ser evaluada en profundidad. Volvemos, pues, a la necesaria cautela, sobre todo porque algunas agencias internacionales consideran que los organismos obtenidos mediante CRISPR no deben someterse a la legislación y restricciones que se aplican a los transgénicos, lo cual plantea nuevas incertidumbres y máxima atención.

“Hay que estar muy atentos al rigor e independencia de los estudios científicos”, advierte Isabel López, “para que, sin despreciar el principio de cautela, tampoco caigamos en la trampa de ser excesivamente pacatos y terminemos por trabarnos los pies y no avanzar”.


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