Actualidad científica
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Un equipo de investigación de las universidades de Sevilla y Huelva ha creado un compuesto a partir del quitosano, un polímero que proviene de las cáscaras de crustáceos, que mejora las características de otros existentes. Al ser más uniforme, amplía su elasticidad y dureza, lo que lo convierte en candidato para ser un buen soporte en la proliferación de células para trasplantes o la administración controlada de fármacos, entre otras aplicaciones.
Un equipo de investigación liderado por la Universidad de Cádiz ha desarrollado una estructura cerámica que puede ayudar a descontaminar espacios acuáticos como ríos o lagos. Estos filtros son capaces de retirar metales pesados disueltos en agua y pueden emplearse en países con bajos recursos económicos.
Estos recipientes presentan en su interior una capa aislante, para preservar los alimentos. Muchos contienen bisfenol A, más conocido como BPA, un compuesto químico que desde 2022 está prohibido fabricar en España. Como alternativa, un equipo internacional de investigadores liderados por el Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea ‘La Mayora’ ha convertido el orujo de tomate en una laca biodegradable que repele el agua y se adhiere con mayor firmeza al metal, además de ser anticorrosiva e inocua para el medio ambiente.
Investigadores de la Universidad de Cádiz y la empresa 'Futuralga' han creado bandejas sostenibles realizadas por algas recolectadas en las costas gaditanas para el transporte y venta de hortalizas y verduras. Ya han presentado un prototipo de este recipiente, que forma parte de un proyecto de revitalización del medio rural basado en el modelo de economía circular.
Platform-ZERO es un nuevo proyecto cofinanciado por la Comisión Europea en el que participa la Universidad Pablo de Olavide que pretende reducir sustancialmente los costes de producción de la industria del sector fotovoltaico. La monitorización en línea de los procesos, el control y las estrategias de inteligencia artificial son tecnologías clave para alcanzar la fabricación con ‘cero defectos’.
El sistema de refrigeración RACU, creado en el marco del proyecto We District en el que participa la Universidad de Córdoba, emplea energía renovable, no utiliza sustancias refrigerantes, trabaja con aire 100% del exterior y permite controlar la temperatura, la humedad y la calidad del aire en el interior del edificio.
Expertos de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos y de Ingeniería de Edificación, así como de Arquitectura y Ciencias Económicas y Empresariales, e investigadores de Historia del Arte y de Dibujo de la Universidad de Granada participan en esta iniciativa que pretende establecer las bases para resolver el caos legal y regulatorio del sistema ferroviario colombiano y proponer la construcción de una nueva red nacional de altas prestaciones.
La Universidad de Sevilla forma parte del proyecto europeo RAWMINA, cuyo objetivo es extraer valiosas materias primas críticas de los subproductos residuales de la minería. En este proyecto, con una dotación de 12 millones de euros, colaboran 19 entidades, de nueve países diferentes.
Una nueva investigación en la que participan las Universidad de Córdoba y Jaén desarrolla un sistema capaz de predecir la calidad del acabado superficial de piezas impresas en tres dimensiones, lo que permite saber de antemano cómo imprimir un objeto con la rugosidad deseada.
El proyecto “Optimización de propiedades mecánicas de materiales compuestos” de la Universidad de Jaén, en colaboración con Airbus Defence and Space SAU, consigue crear estructuras más ligeras y resistentes. Los siguientes pasos del proyecto se basan en la industrialización de la tecnología desarrollada y el uso de materiales medioambientalmente sostenibles.
El estudio ha sido realizado por un grupo de investigadores del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea 'La Mayora' UMA-CSIC junto a científicos de otros centros de España, Italia y Alemania. Este bioplástico es seguro, biodegradable y resistente a grasas y aceites, cualidades que lo hacen apto para su uso en el envasado de alimentos.
En este estudio en el que participa la Universidad de Cádiz, su tecnología pretende conseguir una biodegradación controlada de los materiales compuestos termoestables mediante el uso de enzimas. La idea principal es que las mejores candidatas a enzimas se diseñen mediante Evolución Dirigida para adaptarlas al proceso de degradación. Las reacciones se escalarán dentro de reactores químicos industriales. Tras este proceso, se recuperan las fibras de carbono de los composites, se estudian los subproductos del proceso de degradación y se desarrolla su valorización.