Siete fallecidos en la zona marismeña de Sevilla es el resultado del peor brote ocurrido nunca en España del virus del Nilo. Desde que se detectó el 6 de agosto de 2020, y hasta el 24 de septiembre, se notificaron al Centro Nacional de Epidemiología 68 casos en humanos, 35 confirmados y 34 probables, de los cuales 56 se localizaban en la provincia de Sevilla, 12 en Cádiz y 1 en Badajoz. Estos afectados, como más de un centenar de caballos, lo sufren a causa de la picadura de un mosquito autóctono que ha encontrado en abundante agua, calor prolongado y falta de actividad humana por el confinamiento, el ambiente adecuada para prosperar, dejando en evidencia, además, que los riesgos del cambio global son de temer.
Desde 2018 el virus del Nilo es un problema europeo en aumento. Se han sufrido importantes brotes, con más de 2.000 infecciones y 180 muertes. España había estado a salvo de brotes en humanos “probablemente porque los mosquitos infectados no se alimentaban con frecuencia sobre personas”, afirma Jordi Figuerola, experto de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC). ¿Por qué se han producido estos casos en España en 2020?, se pregunta: “durante mayo del 2020 la lluvia fue un 80% superior a la media, y el confinamiento pudo facilitar la reproducción”. La especie de mosquito que actúa como vector ha multiplicado por diez sus efectivos en relación al cómputo de otros años. “El máximo de este mosquito fue en agosto, y además con muchos ejemplares infectados: si lo normal era 1 de cada 1.000, el pasado año se llegó a una tasa de infección de 1 por cada 125”.
En Andalucía los mosquitos utilizan para su reproducción los imbornales que drenan la lluvia y cualquier otra pequeña acumulación de agua, desde bidones abandonados a depósitos, piscinas sin mantenimiento, cubos para el agua del aire acondicionado o bebederos para animales.
Figuerola también apunta al aumento de la temperatura, pues los mosquitos tienen más tiempo para reproducirse, y porque afecta a la rapidez con que el virus se replica en estos insectos: a 18º tarda 14 días en transmitirse; a 28º en 4 días completa el ciclo de transmisión.
En España, los mosquitos causaron graves epidemias de fiebre amarilla durante los siglos XVIII y XIX, debido al desembarco de personas (e insectos) infectadas con el virus en los barcos que llegaban desde América. La malaria (o paludismo) también la transmitieron mosquitos y no fue erradicada de España hasta 1964, con gran impacto sanitario justo en las marismas del Guadalquivir.
El virus del Nilo es llamado así porque se aisló por primera vez en 1937 en el distrito de West Nile, en Uganda. El mosquito necesita a las aves. Se alimenta de una infectada y contagia a otras aves sanas. En una semana el virus ya no es detectable en la sangre del ave. El problema deriva de que el mosquito infectado también se alimenta de una persona o un caballo. Es la mayoría de casos la infección transcurre sin síntomas importantes, pero en 1 de cada 150 casos acarrea una infección grave, meningoencefalitis, e incluso la muerte.
La malaria se erradicó, pero en 2016 se registraron en España 704 casos por viajeros que regresaron infectados de sus viajes. También se registraron 103 casos de Chikungunya, 403 de Zika o 256 de Dengue. Es decir, la transmisión es posible si existieran especies de mosquito, en las ciudades de residencia de esas personas, capaces de transmitir la enfermedad.
Esta circunstancia no se daba en España, al menos hasta la llegada del mosquito tigre (Aedes albopictus) en 2004. “Desde entonces se ha expandido por Comunidad Valenciana, Murcia, Aragón, Cataluña, partes de Andalucía, País Vasco e Islas Baleares; prefiere alimentarse de la sangre de personas, se reproduce dentro de las ciudades, y es capaz de transmitir los virus Chikungunya, Zika y Dengue”, indica Figuerola.
El virus del Nilo lo transmiten en España dos especies: Culex pipiens en zonas urbanas y Culex perexiguus en zonas rurales y naturales. Por tanto, los casos registrados en Andalucía no tienen nada que ver con ningún mosquito invasor, ni se pueden transmitir de humano a humano, ni de caballo a humano, ni directamente o a través de un mosquito. Los mosquitos solo pueden adquirir la infección a través de un ave infectada.
“La mejor estrategia para eliminar la transmisión del virus del Nilo es reducir la población de mosquitos y evitar que puedan alimentarse sobre los humanos”, afirma el investigador del CSIC. Para lo primero, los tratamientos recomendados implican la realización de pulverizaciones a ultra bajo volumen (es decir generando gotas muy pequeñas) “con piretroides, combinando esta acción con el control de larvas utilizando BTI, unas toxinas de origen bacteriano que matan a las larvas”. Para que no contacten con humanos, son recomendables las mosquiteras, usar mangas y pantalones largos, y aplicar repelentes químicos sobre todo en las primeras y últimas horas del día.
Las aves no son un problema, sino parte de la solución. “Las aves controlan mosquitos e insectos, así es que actuar sobre ellas conduce al efecto contrario, a la proliferación de insectos. En Estados Unidos los brotes de virus del Nilo en humanos se producen cuando las aves migran, pues los mosquitos dejan de tener aves a las que picar y pican a los humanos”, explica el investigador de la Estación Biológica de Doñana.
El Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) del Ministerio de Sanidad ha realizado un informe en el cual califica al riesgo de moderado en las zonas donde en la pasada temporada, o en las previas, se han detectado focos equinos, en aves o en humanos, con especial atención al oeste de Andalucía, en los entornos de las marismas del Guadalquivir y la comarca de la Janda (Cádiz).
“Este riesgo se mantiene durante la temporada de actividad del vector, desde abril a noviembre, siendo mayor al final del verano y principios del otoño. En el resto del territorio español y entre los meses de diciembre y marzo, el riesgo es muy bajo”, apuntan desde Sanidad. En todo caso, consideran necesario realizar una actualización de la evaluación del riesgo asociado a este virus en toda España, “aunque es posible que una parte de la población tenga algún tipo de protección por contacto previo con el virus, ya que la zona es endémica desde hace muchos años”.
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