Niños sordos con implantes, la edad importa
Investigadores del departamento de Filología Española II y Teoría de la Literatura, de la Universidad de Málaga, han constatado que la dificultad para articular sonidos en niños sordos con implante auditivo se debe a la combinación de una serie de factores: la edad a la que se coloca el dispositivo, la calidad de las señales acústicas emitidas por éste y la corta duración del llamado ‘periodo crítico’, es decir, la fase del crecimiento de la persona en la que es más fácil aprender determinadas habilidades como el lenguaje. Según los investigadores, el estudio aporta nuevos datos que permiten conocer mejor la realidad y las necesidades educativas especiales de estos niños y sus familias.
El implante coclear transforma las señales acústicas en estímulos eléctricos que llegan al nervio auditivo y, a través de este, al cerebro.
Esta tecnología, indican los investigadores, cumple un papel fundamental en el desarrollo de habilidades como la fonología, es decir, la capacidad para reconocer y articular sonidos: vocales, consonantes y sílabas. “A pesar del avance que supone el implante coclear, no llega al nivel de perfección del oído humano que intenta reemplazar. La señal que recibe el niño sordo no es robusta, es débil, se degrada con el ruido. Es insuficiente y de mala calidad. Por eso, su capacidad para procesar sonidos no se desarrolla bien. Y el esfuerzo que realiza es mayor”, explica a la Fundación Descubre el investigador responsable de este proyecto, Ignacio Moreno Torres, de la Universidad de Málaga, en el que también han participado la Universidad de Murcia y la Fundación San Pablo Andalucía CEU, de Sevilla.
A las limitaciones técnicas se añade otro factor que también influye en el desarrollo de habilidades de bajo nivel: el tiempo de aprendizaje. “Hay un período crítico o sensible para interiorizar determinadas capacidades. En el caso de la articulación de sonidos es muy corto, aproximadamente, dos o tres años. Si el niño se implanta más tarde y, además, la señal que recibe es pobre, sus posibilidades de desarrollar la fonología de forma óptima se reducen. Por eso, la edad es importante”, asegura el experto.
En ese sentido, los investigadores han comprobado que la articulación es mejor en niños implantados con 12 meses que con 36; y que, muchos de los usuarios que reciben el dispositivo antes de los dos años de edad, pueden desarrollar esta habilidad de forma casi perfecta. “A partir de esta edad, empiezan a tener más problemas para lograr una articulación sin fisuras”, explica Moreno Torres.
Importancia de la familia
En este estudio, titulado ‘Sensitive periods and language in cochlear implant users’, publicado en la revista Journal of child language, los investigadores también analizaron la influencia de la edad en el desarrollo de habilidades de alto nivel. Entre éstas, que constituyen el segundo y último escalón en el desarrollo del lenguaje, destacan el acceso al vocabulario, el reconocimiento de una oración y de un texto, o la lectura.
Los autores concluyen que estas capacidades están asociadas a otros factores distintos a la edad de implantación. “La implicación de las familias es decisiva en este nivel. Debido a sus dificultades para desarrollar la fonología, el niño sordo es menos autónomo que el oyente. Por eso es más dependiente de su entorno. Si en éste se dan las condiciones favorables, hay muchas más posibilidades de compensar las limitaciones del implante. Las familias, con su esfuerzo, pueden superar esas dificultades”, comenta el autor de este proyecto, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad.
La información, base para la ayuda
Para obtener estos resultados, los investigadores trabajaron con 14 niños que recibieron el implante entre los 12 y los 24 meses. A ellos y a sus familias, se les realizó un seguimiento hasta cuatro años después de la colocación de la prótesis. Con una periodicidad variable, entre mes y medio, al principio, y seis meses, más tarde, los participantes se sometieron a varias pruebas y encuestas que sirvieron de base a los investigadores para sus valoraciones.
Según los expertos, el estudio aporta datos específicos, que permiten conocer mejor las necesidades individuales y específicas de los niños y sus familias, así como un conocimiento objetivo de las dificultades a las que se enfrentan. “Con esta información, ayudamos a los responsables de planificar las necesidades educativas especiales de estos niños a tomar decisiones sobre una base sólida y clara”, aclara.
En su próximo proyecto, los investigadores buscarán nuevos datos que confirmen el impacto de las familias. Para ello analizarán el entorno de niños de seis años con implante y sin él. “La familia influye mucho pero no sabemos si es por el sobreesfuerzo de los padres o porque los niños no son aprendices autónomos. Nos gustaría comparar la dedicación de esos progenitores con los de una familia típica porque si son modélicos, podrían servir de ejemplo a otros padres”, concluye.
Referencia:
Ignacio Moreno Torres, Sonia Madrid Cánovas, Gema Blanco Montañez. ‘Sensitive periods and language in cochlear implant users’. Journal of child language. 43 (2016), 479-504. http://dx.doi.org/10.1017/S0305000915000823
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