Los almacenes subterráneos permiten confinar y atrapar el gas natural en su interior. Son antiguos yacimientos de gas que ya contuvieron hidrocarburos o ‘trampas geológicas’ de origen natural que se utilizan como almacén. No todos son idóneos. Para ello es fundamental contar con estudios exhaustivos que determinen las condiciones geológicas del lugar para el almacén y garanticen la seguridad con el fin de minimizar los riesgos en las operaciones de extracción e inyección del gas.
Antonio Jesús González Barrios, geólogo e investigador de la Universidad de Córdoba, incide en que “es necesario conocer las circunstancias geológicas de un escenario en el que vamos a querer saber cómo se distribuyen, se almacenan o movilizan los gases acumulados en el subsuelo”. La investigación de estos aspectos es fundamental para conocer el comportamiento y evaluar los riesgos que puedan surgir a la hora de utilizar estos almacenes subterráneos.
No se trata de un ‘hueco vacío’, sino que se recurre a formaciones geológicas con rocas porosas que almacenan o han almacenado agua e hidrocarburos. “Por una razón de flotación y densidad, el agua está abajo, el hidrocarburo líquido en medio y los gases se acumulan arriba y tienen la tendencia de escapar hacia la superficie. En geología existe el concepto de trampa geológica -explica Antonio González-, una formación o estructura de roca que impide el paso hacia arriba y/o lateralmente de esos fluidos, sean líquidos o gaseosos. Inferior o lateralmente tenemos lo que se denomina roca madre, de donde proceden y emigran los hidrocarburos, formada por sedimentos, ricos en materia orgánica, que cuando se transforman producen hidrocarburos líquidos o gas y empieza la migración por flotación de unos respectos a otros y a querer escapar como tendencia general hacia la superficie”. También se producen por la destilación de hidrocarburos a partir de carbones de mayor antigüedad. Estos gases, si la capa suprayacente es roca caliza muy porosa, por ejemplo, se quedan ‘almacenados’ en la roca almacén. Si sobre ella se localizara una capa de arena seguirían ascendiendo, y si es una formación de arcilla, que es impermeable, no pasan, funcionando como ‘la trampa’, o lo hacen tan lentamente que se produce una acumulación o bolsa de gas en ella.
“La fractura de la roca también permite el trasvase de fluidos. De esta forma, es necesario conocer muy bien el escenario geológico en el que nos estamos moviendo para saber si el gas o el líquido se nos van a ‘escapar’ o no. Esa es la función de la geología, definir todas las características intrínsecas y geodinámicas de la roca y su distribución espacial, y en especial desde el punto de vista hidráulico y de condiciones físico-químicas en el almacén, de lo que representa el movimiento de fluidos en el interior”, apunta el geólogo cordobés.
Como indica el experto, estos almacenes subterráneos no se pueden construir en cualquier sitio. Han de contar con una roca almacén porosa, y por encima tener una capa impermeable a la migración de gases que impida la salida del gas, al tiempo que no haya debilidades del terreno en el entorno de almacén.
Bajo el suelo de Doñana
En lo que respecta al escenario geológico bajo el entorno de Doñana, el subsuelo está compuesto de formaciones de un tipo de roca sedimentaria, marga calcárea, que ocupa todo el valle del Guadalquivir, desde Jaén hasta Doñana, “Concretamente, se trata de margas azules, arcillosas, que son los sedimentos del fondo marino de la Era Terciaria. Son roca madre donde se ha acumulado el producto de la erosión de buena parte de Andalucía durante la edad Tortoniense y Messiniense en el Mioceno final de la Era Terciaria (entre hace unos 20 M.a. y 2.5 M.a.)”, explica el profesor González Barrios. Sus yacimientos cuentan con cuerpos arenosos que se encuentran intercalados y desconexos muchos entre ellos en capas de arcillas margosas, impermeables, de más de 700 metros de grosor en su conjunto y para ese área.
Resulta, así pues, necesario conocer perfectamente la estructura geológica de la formación arcilloso-arenosa, en definitiva, de la roca madre, de la roca almacén y las trampas que generan la impermeabilización de los cuerpos arenosos y calcáreos antes de inyectar gas o líquido, a fin de tener la seguridad de que no se escapen hacia la superficie. “Así de sencillo y así de complicado a la vez. Aquí es donde la geología pone de manifiesto las condiciones que genera esa trampa geológica que queremos utilizar para almacenar gas”, concluye el experto. En definitiva, la calidad del conocimiento científico juega un papel fundamental en la ubicación y explotación de estos almacenes subterráneos y en el debate que genera su existencia, así como los posibles riesgos de su puesta en funcionamiento en amplios sectores de la sociedad (administraciones, partidos políticos, organizaciones ecologistas, municipios afectados…).
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