La labor investigadora de Alfonso Ontiveros, profesor titular del Departamento de Física de la Universidad de Jaén y miembro del Instituto Andaluz de Geofísica de la Universidad de Granada, se reparte entre estas dos ciudades andaluzas y tiene un punto de referencia común, la Antártida. Como miembro del IAG ha participado en cuatro campañas en Isla Decepción estudiando la dinámica volcánica.
Alfonso Ontiveros comparte despacho en la sede del IAG ubicada en el Campus de Cartuja de Granada con Jesús Ibáñez, referente mundial por sus investigaciones en sismología volcánica en Isla Decepción. Las paredes que rodean la mesa de trabajo de Jesús están llenas de fotografías espectaculares de volcanes de todo el mundo. La de Alfonso está recubierta de imágenes de su estancia como investigador en la Antártida. En la parte central de la pared, un amplio mapa de Isla Decepción.
Durante su experiencia antártica, Alfonso Ontiveros ha desarrollado estudios para la Universidad de Jaén, promovidos por el Grupo que dirige, TEP 145 física de interfaces en colaboración con el IAG, acerca de las propiedades superficiales de los depósitos volcánicos que conforman esta isla y sus implicaciones en dos líneas diferentes: la proliferación de microorganismos sobre estos materiales volcánicos y las propiedades reológicas y de estabilidad de estos depósitos. La reología es la especialidad de la física centrada en el análisis de los principios que determinan cómo se mueven los fluidos. “Lo que pretendemos nosotros es conocer, mediante el análisis del material que compone el edificio volcánico, cuál ha sido la historia eruptiva del volcán para poder prever cuál va a ser su comportamiento” explica el profesor Ontiveros.
Isla Decepción es un lugar privilegiado dentro de la Antártida para la investigación. Es un ‘punto caliente’ con respecto a su entorno debido a su actividad sísmica. En este ambiente proliferan gran cantidad de microorganismos (algas diatomeas) sobre la superficie de las rocas. Un cambio en las condiciones del medio acuoso, del pH, una aportación de metales pesados debido a un posible cambio en la actividad del volcán, así como un cambio local en la concentración de sal en disolución debido al aporte de agua dulce de los glaciales que se derriten a pasos agigantados con el cambio climático, son variables que producen cambios en estas propiedades superficiales y por ende pueden producir una dramática disminución de estas microalgas que son el primer eslabón de la cadena trófica en estos parajes.
“El balance de las interacciones que se producen entre las partículas de ceniza volcánica nos permite conocer cuál es la cohesión del depósito y por tanto su estabilidad. A menudo los edificios volcánicos soportan grandes pendientes, desnudas de vegetación y en zonas donde las precipitaciones son abundantes. En estas condiciones los deslizamientos de tierras o lahares, propicios en la Isla Decepción debido a los flujos producidos por el deshielo glaciar, constituyen un riesgo importante para la población que la ocupa, científicos y miles de turistas que pasan por allí” apunta Ontiveros. Es lo que ocurrió en los años 1969 y 1970 cuando se registraron varias erupciones. Una violenta explosión provocó el derrumbamiento del glaciar y el deslizamiento de material volcánico destruyó la base chilena Pedro Aguirre Cerda, el Refugio Cabo Gutiérrez Vargas y la base británica B. La actividad científica cesó hasta que se retomó de nuevo en la década de 1980.
Ambos investigadores destacan la importancia de estudiar estos depósitos de ceniza. “Podemos retrotraernos en el tiempo -indica Ontiveros-. Podemos estudiar los distintos depósitos superpuestos y ver qué tipo de erupción es la que se produjo. Eso nos sirve para saber qué podemos esperar. Decepción es un buen sitio para estudiar los volcanes porque no está prácticamente contaminada con nada”.
La interacción del volcán con el agua es otro aspecto importante de la investigación que desarrollan en la isla. Volcanes que inicialmente son muy tranquilos y que tienen erupciones que, en principio, no afectan al entorno, se vuelven altamente explosivos cuando interactúan con el agua. “Es como cuando cae agua en aceite hirviendo. En Decepción, la interacción con el hielo, los glaciares o con otros componentes transforma lo que podía ser una erupción aparentemente de bajo nivel energético en un episodio que libera gran cantidad de energía”, explica el experto vulcanólogo Jesús Ibáñez, que añade que “Decepción es un claro ejemplo de esa interacción entre el agua y los procesos magmáticos. Cuando estudiamos las cenizas nos proporcionan mucha información. Nos está revelando cuál es la componente explosiva de cada uno de esos procesos eruptivos, saber qué es lo que ha ocurrido bajo el agua, a grandes profundidades, donde no tenemos capacidad de ver”.
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