Las ‘spin-off’, modelo de altos vuelos con la pista puesta en la universidad
De un departamento universitario a cotizar en bolsa. Manuel Galán, profesor ya jubilado del Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Cádiz, decidió en 1999 constituir con parte de sus alumnos un grupo multidisciplinar orientado a productos innovadores. Apostó así por las ‘spin-off’, un modelo para convertir el conocimiento y el talento de las aulas en empresas de base tecnológica. De su empeño nació Easy, una firma pionera que ha evolucionado y ahora cotiza en bolsa como Airtificial.
Ligar los proyectos fin de carrera de alumnos de la Universidad de Cádiz (UCA) con las necesidades reales de grandes empresas fue el germen que dio vida a Easy, pero también la esencia de un modelo, el de la ‘spin-off’, que se fue perfeccionando para conectar la investigación con la empresa. Y el protagonista de regar aquella idea fue Manuel Galán, profesor de la UCA que en 1999 decidió constituir un grupo multidisciplinar orientado a la innovación de productos y procesos para abordar problemas industriales de empresas del entorno.
Galán demostró entonces que el modelo de ‘spin-off’ cubría un hueco y se convertía en una oportunidad para el tejido empresarial andaluz y para el empleo. Y lo hacía porque llegaba al concepto empresarial que no podía representar una universidad por falta de infraestructura y aportaba al perfil empresarial los conocimientos y el valor de la investigación académica.
“En 2002 vimos como oportunidad empresarial ofrecer a compañías nuestro conocimiento para solucionar problemas industriales con una clara vocación de I+D+i. Esta oportunidad la materializamos constituyendo Easy Industrial Solutions”, recuerda Galán. Y para materializar esa oportunidad descubierta, se constituyó una sociedad en el seno del programa de emprendedores de la Fundación Universidad-Empresa, se diseñó un plan de empresa, se repartieron los roles y nació Easy, una empresa de base tecnológica.
Galán recuerda para iDescubre que la financiación inicial se cubrió con aportaciones personales de una treintena de amigos, entre ellos 20 profesores de diferentes universidades del país que creyeron en un proyecto que, en 2004, tenía instalaciones propias. Easy se apegó a Cádiz y abrió entonces una planta de 250 metros cuadrados en El Puerto de Santa María para ofrecer consultoría especializada y avanzar en los trámites para fabricar piezas de carbono para Airbus.
“El mayor inconveniente a veces cuando un profesor quiere montar una spin-off de la universidad suele ser la propia universidad. Desde la Asociación Andaluza de Empresas de Base Tecnológica se presentó como caso de éxito el de Easy, todo pormenorizado. Era una forma de responder a los alumnos que hasta entonces veían el caso, por ejemplo, de Coca Cola, y pensaban que eso les pillaba demasiado lejos”, apunta Galán.
Y así, Easy se convirtió en un modelo a seguir y transformó la ligereza de la fibra de carbono en su fortaleza para ir participando en un entramado de fusiones y asociaciones. Para crecer, aprovechó como elementos diferenciadores su base innovadora, el activo del conocimiento que emana de los laboratorios universitarios y su cercanía con los centros I+D+i. Pronto, la fibra de carbono que hace más de una década era casi milagrosa se utilizó para aligerar y mejorar aviones y generar empleo.
Desde el inicio la firma se desligó de la UCA para dejar de ser en esencia una «spin-off» y fue ampliando capital en 2005, 2007 y 2008, para fusionarse en 2011 con Atlántica Composites y transformarse en Carbures, nombre con el que salió a bolsa un año después. Tras la crisis en el sector de la aeronáutica, la empresa ha aprovechado su capacidad y las posibilidades de la fibra de carbono para ampliar horizontes y diversificar, por lo que ofrece sillas de ruedas, elementos para vehículos, soluciones de ingeniería y de automoción.
Galán recalca que de la investigación y las empresas de base tecnológica surge la evolución, un campo en el que la colaboración entre ‘spin-off’ y centros de investigación resulta vital. Una de las claves para el éxito de Easy fue esa decisión de dejar de serlo que tomó en 2011. Esa nueva etapa nació gracias a acuerdos con otras ‘spin-off’ de universidades del país y con el objetivo de crecer lo suficiente como para mantener a firmas tractoras como Airbus como clientes.
En la actualidad, aquella pequeña empresa que nació del trabajo fin de carrera de Manuel García, un alumno de 22 años que se sentaba en las últimas filas del aula de Galán, forma parte de Airtificial, un grupo tecnológico industrial con una valoración bursátil de unos 200 millones de euros y una cartera de proyectos en preparación de más de 400.
El éxito de las ‘spin-off’ en Andalucía
El profesor de la UCA Manuel Galán creyó y apostó por las empresas de base tecnológica de Andalucía y demostró la eficacia de aquellos proyectos que nacieron pegados a las universidades para luego cosechar éxitos ya en solitario. “Cuando aún hacía falta impulsar el modelo y demostrar que la investigación de las universidades podía convertirse en empresa, se seleccionaron casos de éxito de aquí, andaluces, para mostrar los pasos a seguir”, explica para iDescubre.
Biotmicrogen S.L. nació hace más de una década en Granada como empresa emergente de la biotecnología industrial, en el paraguas del grupo BIOT y gracias a la influencia de la Universidad de Granada. Dedicaron el potencial de una plantilla altamente cualificada para desarrollar productos muy exclusivos con base biotecnológica. En la actualidad, la firma afincada en BicGranada se dedica a investigar en el ámbito de la microbiología para desarrollar microorganismos que beneficien a la salud humana, ambiental y animal.
Jaén apostó por unirse a la universidad para ofrecer soluciones en movilidad y desarrollo de proyectos con base I+D+i con Biestable, firma que desde 2003 se centró en favorecer soluciones a medida para clientes. Málaga creó con el mismo modelo el Centro Mediterráneo de Fotobiología, que evolucionó después en Profipam, un grupo de investigadores que quería contribuir a un mejor conocimiento del cáncer cutáneo desde la investigación y la formación.
De la innovación sevillana llegó Green Power Tech, una empresa pionera por su oferta de servicio I+D+i en los sectores de las energías renovables y la eficiencia energética. Junto a servicios de ingeniería y consultoría, nació para desarrollar tecnología propia, especialmente dedicada a instalaciones fotovoltaicas.
De la mano de la Universidad de Huelva llegó Innomater, dedicada a solventar problemas técnicos asociados al manejo de fluidos complejos en industria. Almería también triunfó con el modelo ‘spin-off’ gracias al Laboratorio Analítico Bioclínico (LAB), que nació para ofrecer servicios relacionados con la microbiología, la genética y el medio ambiente y ofrecer respuesta a las necesidades de las industrias del sector. Córdoba creó NIRSoluciones, una empresa de servicios de base tecnológica orientada a desarrollar e implantar aplicaciones de espectroscopía de reflectancia en el infrarrojo cercano y otros sensores como herramientas para la innovación de los sistemas de control de calidad en el sector agroalimentario.
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