30 de julio de 2015

La rutina cotidiana y el medio ambiente

Fotografía ilustrativa de la noticia
Fotografía de Juan Gisbert durante una clase.

Juan Gisbert durante una clase.

“Hay gente que vende cosas que nunca valen para nada, y hay gente que las compra sin saber por qué” (Canción “Hay”, grupo musical Esclarecidos). Esta primera frase de entrada debería implicar una reflexión sobre algunas cuestiones ¿por qué en lugar de reparar un electrodoméstico compramos otro nuevo? ¿por qué adquirimos pantalones ya usados (rotos o erosionados) pero a estrenar? ¿por qué comemos algunas frutas durante todo el año cuando son de temporada? o, finalmente ¿por qué no nos compramos un coche con motor mixto (híbrido) o eléctrico en lugar de uno que funciona a partir de combustión interna?

En este sentido, las respuestas pueden ser diversas, aunque todas tienen como trasfondo un elemento común: el medio ambiente. Y éste abarca desde las disciplinas de ciencias ambientales como la Biología y la Geología hasta otras que pueden parecer, a priori, más alejadas como el Derecho, la Sociología, la Economía o la Política.

El día 5 de junio de cada año se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente y este 2015, además, tendrá lugar en París durante los meses de noviembre y diciembre la ‘Cumbre sobre el Cambio Climático’ (como parte del ‘Cambio Global’) donde se hablará y discutirá el pariente actual del ‘Protocolo de Kioto’. El objetivo será limitar el aumento de la temperatura global en menos de 2 ºC, además de otros compromisos que deben asumir las 32 regiones que participan, como reducir en un 80 % la deforestación de sus bosques para 2020. De este modo, los acuerdos procedentes de este encuentro pueden llegar a condicionar los pasos a seguir por la sociedad en un futuro próximo en relación con el medio ambiente a escala global.

No obstante, y aunque el interés por el planeta es cada vez más creciente y se hace eco diariamente en los medios de comunicación e incluso también en la Iglesia (¡hasta el Papa ha dedicado una encíclica!), resulta necesario plantearse, de forma individual ¿qué suelen hacer las personas en su vida cotidiana por cuidar, mejorar y convivir adecuadamente con el medio ambiente?

Aumentar la sensibilización sobre el medio ambiente

Además de la responsabilidad social y fundamentalmente personal de cada individuo a la hora de preservar, ahorrar, reciclar, reusar, consumir responsablemente o tener un espíritu crítico ¿qué más es posible hacer? La respuesta es difícil y el protocolo a seguir tampoco está claro. Sin embargo, sí existen algunas acciones que resultan fundamentales y por las que es necesario apostar, al menos los docentes, investigadores, técnicos y profesionales del medio ambiente: la divulgación científica, la sensibilización y educación ambiental y finalmente las ciencias y tecnología ambientales. Estas dos últimas herramientas se configuran incluso en forma de enseñanzas y aprendizajes reglados a través de un grado y diversos másteres.

En realidad, la sostenibilidad ambiental no se encuentra codificada en el ADN humano, por lo que es preciso aprenderla culturalmente y desde bien temprano, es decir, tanto en casa como en los propios currículos educativos, transformados curso tras curso y cada vez más alejados de estos aprendizajes por los sucesivos cambios y modificaciones de las leyes educativas.

De hecho, la ausencia de este conocimiento y sensibilización conlleva, en general, a un vacío de respuestas a preguntas muy relacionadas con la sostenibilidad ambiental como ¿a qué se dedica un ambientólogo? En este caso, parece claro, son profesionales cada vez más necesarios y que resultarán imprescindibles ya que con ellos surgen las medidas y protocolos sociales e institucionales a tener en cuenta dado que la situación de degeneración del planeta no está cambiando, de momento, a mejor.


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