11 de mayo de 2016

Detectan que los pilotos soportan un nivel de radiación solar muy alto

Fotografía ilustrativa de la noticia

pilotosWInvestigadores del Área de Dermatología del Departamento de Medina y Dermatología de la Universidad de Málaga han realizado un estudio basado en el riesgo potencial que supone para la piel la exposición al sol a altas cotas de altitud –caso de los pilotos de líneas aéreas- que determina que estos profesionales están sometidos a un nivel de radiación solar excesivamente alto, con especial atención a la radiación UV que reciben a través del acristalamiento del avión.

El grupo de investigación, compuesto por María Victoria de Gálvez y José Aguilera, del Área de Dermatología del Departamento de Medicina y Dermatología y dirigido por el catedrático y jefe de Servicio del Hospital Universitario Virgen de la Victoria Enrique Herrera Ceballos, ha obtenido con este trabajo el premio al mejor estudio científico presentado a la reunión anual de la Sección Andaluza de la Academia de Dermatología y Venereología, celebrado recientemente en Marbella.

Dicho equipo cuenta con una amplia trayectoria investigadora en el campo de la fotobiología dermatológica, la fotoprotección, la fototerapia y el cáncer de piel. Sus laboratorios de investigación se sitúan en el Centro de Investigaciones Médico-Sanitarias de la Universidad de Málaga (CIMES) Y codirigen este proyecto en colaboración con dermatólogos del Hospital Gomez Ulla de Madrid y el grupo 45 del ejército del Aire, con base militar en Torrejón de Ardoz.

El proyecto se basa en el riesgo potencial que supone para la piel su exposición al sol a altas cotas de altitud. En este caso se encuentran los pilotos de líneas aéreas, que superan durante muchas horas a lo largo de su vida altitudes por encima de los 10.000 metros, una circunstancia que debería obligarlos a utilizar medidas de fotoprotección que, incluso, deberían ser potenciadas a la hora de evitar patologías a largo plazo.

Cristales

No obstante, a tenor de los resultados del trabajo de la UMA, estas dosis de ultravioletas deberían ser bien evaluadas, ya que los pilotos no están expuestos directamente a la radiación ultravioleta, sino que la que les llega es la que se transmite a través de los cristales de las ventanas. De hecho, a priori, por la composición del vidrio laminado, la penetración de la radiación ultravioleta debería estar limitada, cosa que realmente no ocurre, sobre todo con la banda espectral de la radiación UVA, para evitar dichos efectos dañinos a largo plazo.

Las medidas que se han realizado en este trabajo de investigación han sido realizadas tanto en condiciones de vuelo real como en vuelo Delta, fuera del espacio aéreo y a una altitud aproximada de 10.500 metros.

Gracias a los contactos con el Gómez Ulla, los investigadores pudieron realizar sus mediciones en uno de los Airbus 310 que posee el Ejército del Aire y que es el normalmente utilizado tanto por el Gobierno español como por la Casa Real. La radiación ultravioleta en cabina, con medidas realizadas con equipamiento de alta resolución, mostró valores de radiación ultravioleta A muy significativos, tanto en posición cercana a las ventanillas como en la posición normal del piloto durante todo el período de vuelo.

Los cálculos de la dosis total de UVA a los que se expusieron los pilotos durante las tres horas de vuelo realizada supusieron una dosis similar a las que se expondría un usuario de las cabinas de bronceado artificial durante dos sesiones seguidas.

Si bien el acristalamiento garantiza la no exposición a la radiación UVB, la más dañina para la piel, gran parte de la radiación UVA penetra a través de los cristales y su participación en la generación de patologías relacionadas con la generación de estrés oxidativo -tipo envejecimiento cutáneo o elastosis dérmica- es evidente, sin dejar a un lado su implicación demostrada en la generación del melanoma maligno.

Próximas mediciones

La segunda fase del proyecto consistirá en tomar nuevas medidas en condiciones de vuelo real en época de verano. También se colocarán sensores de radiación UV que queden en cabina durante varios meses para el cálculo de las dosis totales de radiación a las que pueden estar sometidos los pilotos durante largos periodos de tiempo.


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