31 de enero de 2019

Los primeros vuelos de las aves marinas al alcanzar su independencia tras dejar el nido

Fotografía ilustrativa de la noticia

Científicos del CSIC y del CNRS de Francia han seguido con emisores satelitales a 10 juveniles y 5 adultos de pardela cenicienta. Este estudio incide en la necesidad de estudiar el riesgo de capturas accidentales por las artes de pesca para las aves marinas. Además, describe la migración de las aves adultas durante tres meses y señala que el 80 por ciento de los juveniles desaparecieron durante su primera semana de vida en el mar en un área con mucha actividad pesquera ilegal.

Las aves marinas oceánicas viven en mar abierto durante la mayor parte del año. Tan solo se acercan a tierra firme durante la época de reproducción, tras la cual inician una larga migración para llegar a las zonas donde pasarán el invierno. Uno de los aspectos más desconocidos de este grupo de depredadores marinos de larga vida son los movimientos y las estrategias de los individuos más jóvenes durante la migración.

Pardela cenicienta (Calonectris diomedea)

Para obtener datos en este sentido, científicos de la Estación Biológica de Doñana y del Instituto de Ciencias del Mar, dos centros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en colaboración con el Centre d’Ecologie Fonctionnelle et Evolutive (CNRS) de Francia, han estudiado los movimientos de juveniles de pardela cenicienta (Calonectris diomedea) en el mar durante los primeros meses de independencia tras dejar el nido. El trabajo se publica esta semana en la revista Royal Society Open Science.

Para ello, marcaron con emisores satelitales de pequeño tamaño a 10 juveniles y 5 adultos de esta especie, en la colonia de cría de las Islas Chafarinas, un pequeño archipiélago situado en aguas mediterráneas y muy cercano a la costa norte de Marruecos y a la frontera con Argelia. Los dispositivos proporcionan la localización en tiempo real vía satélite de los individuos marcados. De esta manera, se puede conocer la posición exacta de los individuos en cada momento.
Gracias a esta tecnología, se pudo describir la ruta migratoria de las aves adultas hacia el sur de las costas africanas durante unos tres meses, que es el tiempo en el que el dispositivo permanece fijado al dorso del individuo hasta desprenderse. Sin embargo, de manera inesperada para los investigadores, el 80% de los juveniles dejaron de proporcionar señal antes de finalizar su primera semana de vida en el mar.

“El hecho de que la mayoría de ellos desapareciera en un radio de 50 km alrededor de la colonia de cría, y en un área con una de las concentraciones más altas de actividad pesquera ilegal en el Mediterráneo, nos hace pensar que pudieron haber sido víctimas de las artes de pesca”, dicen Isabel Afán, primera autora, y Manuela G. Forero, responsable del proyecto, ambas de la Estación Biológica de Doñana del CSIC.

Una hipótesis por demostrar

Los juveniles son especialmente vulnerables al riesgo de sufrir daños por las artes de pesca, principalmente de embarcaciones de palangre, dicen los científicos. Sin embargo, al no tener evidencias directas, hay que tener en cuenta otros factores como posible causa de esta mortalidad, dicen los científicos. Por ejemplo, una posible causa sería que, al no tener aun las habilidades necesarias para conseguir alimento de manera óptima, los juveniles no hayan podido sobrevivir a los primeros días sin atención parental. O incluso, podría tratarse de eventos de mortalidad asociada al impacto lumínico. Este segundo fenómeno se ha descrito como principal causa de mortalidad de juveniles en otras zonas donde nidifica esta especie, como es el caso del Archipiélago Canario.

Joan Navarro y Marta Coll, del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC añaden: “Nuestro trabajo pone de manifiesto la necesidad de llevar a cabo un mayor número de estudios encaminados a conocer la distribución y las estrategias de movimiento durante los primeros meses en aves marinas de larga vida. Solo así podremos llegar a evaluar la interacción de esta parte de la población con actividades humanas, principalmente con la actividad pesquera”.

Y añaden: “Por las evidencias que tenemos hasta la fecha, sabemos que hay tipos de pesca, como es el caso del palangre de superficie, que afectan de manera negativa a numerosas de estas especies, ya que las capturan de manera accidental en las largas líneas de anzuelos que utilizan”.
Aunque se trata de una hipótesis a demostrar, porque no hay suficientes datos directos, los investigadores apuntan que están “bastante seguros” de que esta mortalidad tiene que ver con las pesquerías e inciden en la necesidad de nuevos estudios. “El uso de novedosos aparatos de seguimiento remoto, con cámaras digitales o detectores de radares de embarcaciones, podrían ayudar a interpretar mucho mejor estos resultados”.


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