La evolución de la vacuna del polen del olivo es similar a la de la alergia al polvo. Cuenta el investigador que para elaborar el antídoto pertinente, el alergólogo aconsejaba lo siguiente: “Coge la aspiradora, le das una pasada a tu casa y llenas la bolsa de polvo”. A partir del contenido de ese saco, se fabricaba la vacuna. “Un tratamiento muy primitivo pero se hacía así”, confirma el experto.
Posteriormente, se comprobó que no eran las partículas en suspensión, sino los ácaros los que provocaban la reacción. Después se demostró la implicación de sólo determinadas familias de esos microorganismos; de ahí, se pasó a concretar la especie y, de la especie, a la proteína específica que causa el desorden.
Con el olivo ha ocurrido algo similar. “Hace unos años, había una sola vacuna. Y punto. A partir de nuestras investigaciones y desarrollos, se elaboran extractos con alérgenos de distintas variedades de olivo, más eficaces y seguros para el individuo”, afirma Alché Ramírez.
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