Para el granadino Jesús Ibáñez, su reto como investigador pasa por “poder entender cómo funciona un volcán con el fin de aplicar ese conocimiento para llevar a cabo una buena prevención”.
No le gusta catalogar las erupciones volcánicas como desastres. “La palabra ‘desastre’ significa, según su origen etimológico, que los astros han dejado de acompañarnos. Pero la realidad es que nosotros no nos hemos aún amoldado a nuestro entorno. La Tierra tiene 4.000 millones de años y hay volcanes desde su origen. Pero el ser humano la habita desde hace un millón de años y aún seguimos sin acostumbrarnos a los volcanes. Lo mismo hablaríamos de los terremotos, huracanes, riadas, etc. Son fenómenos naturales que han existido desde hace millones de años. No hay que responsabilizar a la naturaleza, los desastres son consecuencia de la falta de adaptación de los humanos a ese fenómeno natural y eso es un problema”.
En este sentido, poder predecir una erupción y contribuir a que las pérdidas de vidas humanas se reduzcan es “una de las grandes satisfacciones del trabajo que hacemos”, resalta el sismólogo. “Hace treinta años las erupciones se contabilizaban por el número de muertos, ahora se hace por el número de evacuados. Los volcanes permiten ya evacuar, algo que no ocurre con los terremotos”, comenta.
Por ello, a su juicio, es muy importante transmitir este conocimiento a las autoridades, ya que “una temprana evacuación puede salvar muchas vidas. Basta con desplazar a la población una decena de kilómetros”.
Pero no todo lo que rodea a los volcanes es negativo. Ibáñez reivindica los beneficios que aportan y que han sido aprovechados por el ser humano. El primero de ellos es la fertilidad, ya que la ceniza es rica en minerales. “La fertilidad de Indonesia, por ejemplo, se debe a los volcanes”, señala el experto. Otro de los beneficios tiene que ver con la energía geotérmica, las aguas termales que atraen a miles de turistas. En una erupción emergen además a la superficie desde el interior de la Tierra numerosos minerales, como diamantes, cobre, hierro, pirita… “Materiales que suponen un enorme beneficio para nosotros”, concluye.
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