El siglo XIX vivió una eclosión en el ámbito de los transportes. Entre las guerras napoleónicas de principios de siglo y las guerras coloniales de finales, la humanidad pasó de viajar en carros y veleros a usar ferrocarriles y barcos de vapor. De algún modo, la consecución de un vehículo alimentado por energía solar bebe en aquel pasado explorador. Hace un año, el 26 de julio de 2016, el avión solar Impulse II completó una vuelta al mundo histórica. En 505 días y 17 etapas, el ingenio recorrió 40.000 kilómetros sin necesitar una gota de petróleo, impulsado en exclusiva por una batería eléctrica de carga solar.
El coche solar entra también en esta categoría de ciencia aventurera. Grupos de ingenieros de todo el planeta compiten por construir el vehículo más eficiente y duradero. Existen hasta competiciones, como la World Solar Challenge. Estos prototipos aún no han llegado a las calles, pero las políticas ambientales en favor de vehículos eléctricos y la necesidad de reducir la dependencia de los combustibles fósiles le auguran un futuro prometedor a medio plazo.
No obstante, los vehículos solares creados por el ser humano que más lejos han llegado no han circulado por ninguna carretera de la Tierra. Han sido los rover, como los Pathfinder, que han explorado Marte.
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