Desde hace aproximadamente nueve años, los expertos de ‘Clisol Agro’ lidian con una nueva variedad de plaga que llegó al puerto de Valencia en contenedores de patata procedentes de Chile: la polilla del tomate o Tuta absoluta. “Es tan pequeña que sus huevos, minúsculos, colocados bajo el rabillo verde de la tomatera, no se ven. Puedes tener el 60 ó 70 por ciento de la cosecha con gusanos que hasta que no se pudren, no te percatas. Es muy peligrosa”, señala Lola Gómez.
Tras años de investigación, la técnica más efectiva es la llamada confusión hormonal. Ésta consiste en poner una concentración tan elevada de feromona de macho y hembra mezclada, a lo largo y ancho del invernadero, que el insecto es incapaz de diferenciar un sexo de otro. “Aunque estén cerca, jamás se van a encontrar, ni aparearse, ni reproducirse porque no se van a cruzar nunca. La confusión de olores será tan fuerte que se despistarán”, aclara la especialista.
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