Entre las hileras de matas de hortalizas que conforman los invernaderos, al ras del suelo, unos raíles desplazan unas máquinas que permiten al trabajador recoger la cosecha sentado y sin cargar peso.
Estos mismos raíles, en origen, funcionaban como un gran sistema de calefacción radial. “Son tuberías que recirculan el agua caliente por la noche y mantienen la temperatura mínima del cultivo en invierno. Aunque, en nuestro caso, las usábamos para activar la plantación una hora y media antes porque, así, la producción aumentaba por metro cuadrado y semana”.
En la actualidad, su uso se restringe a facilitar la labor de los obreros. “Se ha convertido en un sistema costoso de mantener por varios factores: el aumento de las temperaturas, el incremento del coste del petróleo o la inseguridad en el precio de algunas hortalizas. Pero, posibilitar que los jornaleros realicen su trabajo con menos esfuerzo, no tiene precio”, concluye.
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